Ir a lo esencial.- Chispita
Fecha Wednesday, 05 September 2007
Tema 010. Testimonios


IR A LO ESENCIAL

 

Después de mi salida de la Obra, echo una mirada atrás, y pienso que han sido muchos muy buenos los ratos estupendos pasados. Muchas películas, muchos “shows” muy divertidos, el esfuerzo continuo de la administración por hacerlo pasar bien, la conversación muchas veces inteligente y encantadora de tantas personas como he conocido, y que me han ayudado a perseverar estos años, el afán sincero por formar y ayudar en no pocos directores, tanta buena doctrina aprendida, tantos buenos ejemplos…  

 

Sin embargo, aunque estoy muy agradecido a esos ratos, y a la formación recibida, a mí me pasa el síndrome del cliente de bar, ¿saben ustedes? Va el cliente y pide una cerveza. Se la sirven estupenda, fresquita, una delicia. Pide otra más y lo mismo. Hasta que en la tercera descubre pelos del bigote del camarero. Entonces el cliente arma la parda. (Vaya bajón de CHISPITA después del verano, pensarán ustedes…)

 

Así me ha ocurrido a mí. Cuando uno descubre –y no por Opuslibros-que hay informes de conciencia, y que hay comentarios institucionales. Cuando uno descubre que sus problemas ya los sabe la persona que te atiende en el Curso Anual. Cuando uno descubre que se engaña a la Iglesia y al Papa. Cuando uno descubre que se desobedece a la Iglesia y al Papa. Cuando uno descubre que a los Directores les importa más lo institucional que lo personal, y que lo personal es una excusa para lo institucional. Cuando uno descubre que uno es una rueda en una cadena de montaje y que “lo que me importa de ti es tu dinero” (así me lo dijo un director) entonces lo siento mucho, pero los buenos recuerdos y los agradecimientos se pasan a un lado, para ir a lo esencial: que en esa estructura se engaña a la Iglesia, que en esa estructura se trafica con mi vida privada, que en esa estructura ya no se confía en mi, que se me mira como un extraño. Entonces he optado por la postura de Sir Thomas Moro con Enrique VIII: conflicto de conciencia y me voy de la Obra. Porque yo no me he ido de la Obra por los encantos de este mundo, sino precisamente por amor a la Iglesia, por amor a la libertad de las conciencias, por amor a la Verdad que ilumina y hace libres. Porque un católico o es hijo de la Iglesia o no lo es. Y aquí no caben términos medios. Y la realidad es que ahora mismo, la Obra cada vez se asemeja a una secta mas. Una secta intraeclesial construida sobre engaños y manipulaciones. Y eso es de lo que Antonio González no quiere darse cuenta en su blog. Lo siento, chico pero si a ti te da igual que informen de tu vida, a mi, no. Si a ti te da igual que la Obra engañe a la Iglesia, a mi, no. Si a ti te da igual que la Obra desobedezca a la Iglesia, a mi no.  

 

El problema surge cuando uno descubre que no se trata de fulanito o de menganito, que si es catalán o gallego o que si vive en Almonte, Guadaira o Peñafiel. Porque uno entonces perdona y olvida. El problema es cuando descubre que so capa de ayudar y de eficacia, se engaña a la Iglesia y a las personas. Y la constatación de que se habla de un paraíso que no existe, construido sobre silencios cómplices, llantos interiores, bocas cerradas que no quieren perder un trabajo, y desequilibrios síquicos. Entonces llega la hora de ser honesto, de salvar la propia vocación a la santidad, y la fidelidad a un mensaje y a una idea rompiendo con una estructura corrompida.

 

Y mi pensamiento vuelve a volar a la gesta heroica de Teresa de Jesús y de Juan de la Cruz. Y ya les digo que estoy esperando a mi Juan de la Cruz. Alguien enamorado de Dios, y valiente. Lo bueno de Teresa de Jesús y de Juan de la Cruz fue que no se quedaron escribiendo hermosos poemas, sino que fueron construyendo con sus vidas la reforma del Carmelo. Porque lo que no es justo es ver los errores y quedarse a lamentarlos. Lo absurdo es construir una vida en un lamento incesante sobre lo malos que son algunos. Lo heroico, lo santo, lo justo, es tomar con amor el mensaje de Josemaría Escrivá, actualizarlo, ponerlo al día, y configurarlo de tal modo que su vivencia sea algo alegre, que haga humana y fecunda la vida de los que lo sigan. Porque si esto no ocurre ahora es porque el ropaje que lo envuelve es maligno. Por sus frutos los conoceréis. Ya lo ven ustedes. Al final, la Obra siempre decepciona. Al final te encuentras siempre con los pelos del bigote del director de turno, en tu cerveza. Y entonces, hay que tirar la cerveza y reclamar. Y te vas a otro bar.

 

CHISPITA

 









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