R y los samaritanos.- Salvador
Fecha Friday, 27 February 2004
Tema 100. Aspectos sociológicos


R y los samaritanos

Ayer, R., publicaba su emocionado y sentidísimo agradecimiento a los "buenos samaritanos" por el acompañamiento y cuidados que le han prestado en su traumática y dolorosa salida de la Obra.

Me parece natural que la reiterada mención que R. hace a la parábola del buen samaritano se deba más al impacto que supone sentir la solidaridad, la fraternidad, en definitiva el cuidado, por quien, en principio, "no corresponde", que por el sentido mismo del pasaje evangélico. Que R, insisto, se fije solo en el final de la parabola, la actuación del buen samaritano, que la identifique mayoritariamente con ex, pero que no haya hecho una identificación de los otros personajes y no mencione el comienzo del pasaje evangélico es una reacción instintiva de quien, encontrándose "medio muerto", ha sido cuidado; es decir, ha sido salvado. Pero precisamente ese (el tema de la salvación) es el inicio de la parábola evangélica (Lc 10, 25-37), que pienso es interesante, así como su desarrollo, comentar porque es lo que R., voluntaria o involuntariamente, omite. Recuerdo la parábola íntegra:

-Cómo me salvaré pregunta un maestro de la ley.
- Cumpliendo la ley contesta Jesús. Cual es?
- Amar tu Dios, con todo tu corazón, tu alma, tu fuerza y pensamiento y a los otros como a ti mismo.
- Exacto, contesta Jesús, si así lo haces vivirás (te salvarás ya desde ahora)

Por alguna razón el dialogo debió enredarse con el alcance del "otro". Y entonces se narra la acción de una "partida de malhechores" (bandoleros) que a un viajero le roban, lo apalizan y lo dejan abandonado "desnudo y medio muerto".

Por el lugar de los hechos pasa un sacerdote y un juez (de hecho los sacerdotes y los levitas realizaban las dos funciones, la del culto y la de resolver algunos litigios) e ignoran a la víctima. La interpretación dada, precisamente por los herederos de esas funciones, de tal omisión es que "no podían" acercarse a la víctima porque la ley declaraba "impuros" a aquellos que tocaban un cadaver o un sepulcro (el tipo estaba "medio muerto") y que la enseñanza de Jesus, ejemplarizada en el samaritano, consistía en la primacía de la misericordia sobre los preceptos positivos o institucionalizados. Yo creo que el regusto anticlerical (lo que en otros escritos he llamado la iglesia b o a veces "las barcas") del ejemplo de Jesús permite otra lectura: el cuestionamiento radical de la disfunción e implicaciones de la institucionalización, de lo institucional cuando gestionan lo sagrado, la justicia, la salvación.

(R. no identifica claramente quienes son los malhechores. Inicialmente son dos individuos, pero luego parece que mete en el mismo saco a esos dos y a la Obra y que ésta simultanea dos funciones, la de la partida de malhechores y la figura del sacerdote y juez, que no debiendo "pasar", "pasan". Curiosamente varios correos más abajo del de R, el de Alexis usa, en sentido irónico, la expresión "los malhechores del Opus").

Luego aparece el samaritano. Los samaritanos eran los herederos del pueblo judio que durante mas de dos siglos constituyó el Reino del norte y que fueron invadidos (s. VIII a C) por los asirios siendo deportados, lo que originó una inmigración masiva y con los que se quedaron y los que volvieron, se creó cierta mezcla racial ( 2Re 17, 24-41) y religiosa (se les tenía por cismáticos al creer en Yaveh, pero con diferencias de culto: Esd. 4. 1-5) pero también un problema político (no eran "amigos". Así en Ecl. 50, 25-6 dice. "detesto, como pueblo, los estúpidos que viven en Siquem", que era la capital de Samaria).

La elección del "samaritano" por parte de Jesús tiene su miga pues parece incluir dos cosas: que ese "otro" que, por razón de raza, religión y política, está fuera de la "barca" o iglesia b (la representada por los sacerdotes-levitas-jueces judios) también tiene acceso a la salvación (lo que he llamado iglesia a o iglesia invisible u ontologica) si es capaz de amar y que ese "otro", impuro, cismático y no amigo, porque ama, también debe ser objeto de cuidado (es decir, que no lo puedes excluir como prójimo).

He querido señalar con lo anterior que la parabola del samaritano, y, por tanto, las traducciones que se hagan, no reflejan un problema solo "humano" de solidaridad (en sentido humanístico) o institucional, sino que es un problema humano, es decir, religioso de fondo, que habla de quienes se salvan y quienes no y, consecuentemente del comportamiento ("puro" e "impuro") con los "infieles", "cismáticos" etc. Pienso que perfilar el paradigma de religión con iglesia que es la Obra, como lo pueden ser otras verdaderas religiones con iglesia aunque secularizadas, como el antiguo Partido Comunista o, incluso religiones impropias con iglesias impropias secularizadas, como pueden ser determinados clubs de futbol (o la selección nacional brasileira) permetirían una visión distinta, más profunda, y más explicativa.

Cordialmente,

Salvador







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