En realidad, ¿qué es lo que echas de menos?. Para Rocío.- luxindexborgia
Fecha Friday, 15 June 2007
Tema 040. Después de marcharse


Rocío, la única explicación a tu obstinada atracción por el Opus Dei® después de lo que cuentas de tu instantánea y enojosa experiencia como numeraria es, precisamente, la que tú das: “necesitaba volver a tener lo que había mamado desde bien pequeña”. Es lo que se conoce como impronta. Así se entiende la gran satisfacción que te produce recordar las “muchas enseñanzas que tenía impresas en mi alma”.

 

Uno entiende, ¡cómo no!, la desesperación de tu padre temiendo lo peor ante tantas evasivas; su creciente indignación y cansancio conforme se tragaba los muchos kilómetros que distaban hasta el rescate de su querida hija; el rápido pestañeo de tu madre, incrédula ante los malos augurios sobre ti profetizados por las numerarias (en honor a la verdad, ahí las muy pitonisas acertaron –lo digo por los novios... ¡Ay, la edad!-).

 

Pero, Rocío, ¿en realidad, qué es lo que echas de menos? Te lo pregunto porque, quizá paradójicamente, la única prueba de fe verdadera es que no se recupera cuando se pierde...

 

Hablas de la santidad del padre Escrivá, pero yo desconfío de los santos que lo fueron desde pequeñitos, prefiero a los que pecaron antes y mucho. Así que estamos, tú y yo, de enhorabuena pues al menos ya cumplimos con una parte de las condiciones... ahora sólo nos falta ser santos.

 

Dices también que el padre Escrivá siempre te escuchó en los momentos difíciles de tu vida: “boda, embarazos, partos, enfermedades...” Pero, ésos son momentos corrientes por los que muchos pasan y escapan bien, encomendándose y sin encomendarse. En cambio, no es corriente ser retenida por un atajo de fanáticas. ¿No pudo, Escrivá, en aquella ocasión y en un terreno para él tan propio ayudarte?

 

Tuviste, así se entrevé en tu escrito, un buen padre y tienes una buena madre; tienes inquietud espiritual y un marido en tu sintonía; tenéis unos hijos que hacen bien en quitaros tiempo... Éstas sí  son cosas con sustancia y motivo de alegría... pero, ¡¿que te reciban en el cole con los brazos abiertos?!

 

Si tu propio pasado no te ayuda a ver el futuro, déjame entonces que te haga de agorero: veo a tu marido haciendo kilómetros, furioso y de rescate, y te veo a ti, petrificada, ofreciendo té con pastas... a otros agoreros.

 

luxindexborgia









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