Trepa que te trepa que te trepa (I).- Satur
Fecha Monday, 11 June 2007
Tema 100. Aspectos sociológicos


TREPA QUE TE TREPA QUE TE TREPA (I)

Satur, 11 de junio de 2007

 

Leyendo la serie Vidas cruzadas alguien podría pensar que son casos excepcionales los que allí se relatan, y que lo normal en los colegios –ya sean obras corporativas, Fomentos o labores personales – es que la vida transcurra al modo hobbit: armonía, paz, fraternidad. Pues de no.

 

Misteryum vitae eso de las labores personales, como los cementerios: ¿por qué razón tienen los muros tan altos si los que están adentro no pueden salir y los que están afuera no quieren entrar?

 

Trepas los hay en todas las organizaciones y en los colegios que tratamos también. Normalmente, aunque no siempre, el gremio trepa se encuentra entre los supernumerarios – aunque, ya digo, hay excepciones. El trepa es difícil de identificar: no es al principio cuando se detecta un trepa, sino pasado un tiempo –por sus frutos los conoceréis. Como el célebre postulado de Peter, el trepilla es una persona que asciende en una organización sin estar preparada para el nivel que ocupa, de este modo, sólo puede apoyarse en un subordinado, antes compañero, que realiza el curre… y el trepilla se adjudica el mérito...



En mis primeros años en la enseñanza, de becario en un colegio de lo más Tommyhilfigger, alguien me hizo ver que el señor Quetecangas era un trepa de aúpa. Aclaro que en ese colegio a los profesores les llamaban “Señor”, mientras que en Fomento se estilaba más el “Don”. El señor Quetecangas era supernumerario y, efectivamente, en escalada libre era un campeón. Venía con una aureola de pedagogo avanzado para su tiempo, y dirigiendo al personal era un mandón y un tío con un ego excesivo: entre nosotros le llamábamos “Yoporejemplo”. Le preguntaras lo que le preguntases, consultaras lo que consultases, hicieses la consideración que hicieses, siempre metía cuchara en la conversación y comenzaba diciendo “yo, por ejemplo, lo que hago es…”, o “ yo, por ejemplo, prefiero más esto que aquello“. Daba igual el tema; si era gastronómico, pues se tiraba a la piscina y “yo, por ejemplo, al gazpacho le pongo…”

 

Él, por ejemplo, si tuviese que glosar el punto de Camino que dice “Sé instrumento: de oro o de acero, de platino o de hierro..., grande o chico, delicado o tosco... —Todos son útiles: cada uno tiene su misión propia. Como en lo material: ¿quién se atreverá a decir que es menos útil el serrucho del carpintero que las pinzas del cirujano”.

 

Quetecangas, sin dudarlo, añadiría: “yo, por ejemplo, soy de oro de quinientos quilates y tú, por ejemplo, eres una mierda de hojalata… ¿y qué?”.

 

El que me lo hizo la observación, vamos a llamarle Zás, también era supernumerario, y en su día muy amigo de Quetecangas. Pero Quetecangas subía y subía como pedo de buzo y el señor Zás pringaba y, lo que era peor, se sentía manipulado por Quetecangas. Lo cierto es que con los años a Zás le entró una auténtica obsesión paranoica con Quetecangas: todo en él le molestaba, sus gestos de chulito donsabelotodo, su tren de vida, sus hijos que eran muy principales y muy preparados, sus “yoporejemplo”… y cada vez le costaba más soportar su sola presencia .

 

Una tarde entré en el despacho de Zás y lo encontré recostado en un sofá –literalmente postrado-, con la mano en el pecho, los ojos desencajados y mirando una imagen de la Virgen. Todo él como fuera de sí y con visos de darle una tracatraca de infarto fulminante.

 

-         Siéntate, por favor, y cierra la puerta – me dice.

 

Me siento. Y Zás, importándole nada mi presencia, comienza a hablarle a la Virgen “ dame paciencia,  Madre mía…ayúdame a perdonar…Señora, no me dejes…”.

 

En mi inocencia propia de mis pocos años, y una fe algo histriónica la de entonces, miraba a izquierda y derecha, arriba y abajo, porque estaba más que convencido que Zás veía a la Virgen. El tío, desde su posición postrada y mirando hacia la imagen, se diría un trasunto de Jacinta, Lucía y Francisco, pero con más años, aunque igual de piadoso, eso sí. “A que ahora viene un ángel y le da la Comunión y la tenemos montada”- me dije para mis adentros.

 

¡Quiá!. Se incorpora Zás y empieza a ciscarse en Quetecangas y en todos sus parientes, vivos y difuntos, y a gritos me cuenta la última. La verdad es que Quetecangas era muy cabroncete y las gastaba finas.

 

Viendo que le iba a dar un zamacuco como no hiciera algo, le recomiendo que salga a dar un paseo por el bosque del colegio –que el colegio tenía bosque y todo -, y que yo le sustituía las clases de la tarde. Y Zás acepta. Y, para mi sorpresa, se va a un aula de chicos de 12 años y le pide al chaval más alto su chándal. ¡¡¡Y se lo pone!!!.

 

Nunca olvidaré la figura de Zás introduciéndose en el bosque, las perneras del  pantalón del chándal hasta más arriba de los tobillos, la goma de la cintura en las axilas, las mangas hasta los codos, la cazadora sin abrochar, enseñando una camiseta interior blanca de tirantes… y marcando paquetín .

 

Hablando de bosques… allí hay muchas plantas trepadoras. Son plantas que no pueden valerse por sí mismas para mantenerse tiesas y necesitan cualquier soporte y así subsistir: con poco les basta. En los bosques, como en algunas instituciones –los colegios también– hay poco espacio vital y no todo el mundo alcanza la luz necesaria para crecer. Y en eso están las trepadoras: compiten con su propio soporte para alcanzar la luz y los nutrientes.

 

Igual que la luz en el bosque es un recurso escaso, el ser director, o subdirector, o jefe de estudios, o encargado de autobuses, o delegado del departamento de Artes Plásticas, también es un bien escaso: sólo puede llegar uno. Los colegios son estructuras piramidales, con pocos puestos en la cúspide, y una manera de acceder a ellos es TREPANDO.

 

En realidad es la propia organización la que fomenta el trepismo y el peloteo, más o menos camuflado, más o menos maquillado, más o menos burdo… pero lo fomenta. Y el trepa de turno lo sabe.

 

Sucede , sin encambio, que en los colegios de los que hablamos, el trepa tiene que tener unas condiciones que sólo se dan en esos bosques. El trepa debe de ser piadoso, encomendar y hacer que encomienden, el trepa tiene rosario, también conoce a qué hora comen los de dirección y, discretamente, se lapa a esa mesa al menos dos días por semana, a poder ser en día fijo. El trepa no falla a un retiro mensual, incluso prepara la mesa de meditaciones, coloca el crucifijo , previo beso piadoso antes de depositarlo sobre la mesa, enciende las velas y lee el libro de lectura espiritual… es sabido que en los primeros veinte minutos de los retiros mensuales en los colegios no está ni el Tato.

 

El trepa asiste a todos los COF, los FERTS, las EPMP (Escuela para padres muy preparados), normalmente con su esposa que, curiosamente, suele estar en muy mal plan y con cara de Pepiño Blanco cuando habla del PP. El trepa pregunta, toma apuntes, sonríe mucho y si le mean dice que llueve.

 

El trepa tiene agenda con foto del Padre y sabe decir Pax , así con x contundente, y no Pas, como los pringaos. Porque los pringaos dice “pas”. Y en las convivencias pregunta por la intención especial.

 

El trepa es de los pocos supernumerarios que saben cantar “Una rosa me diste, y desde entonces…”, incluso la de “Adelante sin miedo no miréis patrás…”, y cosas así. El trepa da taconazos a la orden de ya… pero a la vez…

 

A la vez el trepa necesita llevarse bien con los coleguis, estar allí, cercano y amigacho, porque sin ellos no podría ascender. Son la base donde apoyarse y tomar impulso. Y eso significa darles confianza, aparentar que estamos en el mismo barco, que somos un equipo.

 

Detrás de un trepilla y de un trincón hay mucha mentira, mucha adulación, mucha falsedad y usan todos sus dones, que los tienen, con el sólo objetivo de estar allí, en la pomada.

 

Satur

 

 

Siguiente>>







Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=10172