Comentarios a correos.- Gervasio
Fecha Monday, 11 June 2007
Tema 900. Sin clasificar


Comentarios a Correos

Gervasio

 

            1º. Beto en 2-6-07, en Las capas blancas  habla de que en el Opus Dei se pensó utilizar capas blancas en algunos actos de la vida de familia, que parece concretar en las tertulias. Nachof en 6-6-07,  en Sólo hubo dos supernumerarios internos  habla de  que “los numerarios del Opus Dei llegaron a usar una especie de túnicas durante el acto de la bendición con el Santísimo en los Centros de la Obra”.

            A mí lo que me suena es lo siguiente. Al fundador se le pasó por la cabeza la posibilidad de que los numerarios utilizasen unas vestes para rezar las preces de la Obra; esas que empiezan con un: ad Trinitatem Beatissimam, etc. Para eso; no para tertulias. Las tertulias no se prestan a solemnidades.  Pero esa idea nunca se llevó a la práctica, como tampoco se llevó a la práctica lo de que algunos  agregados tuviesen como profesión  vocacional ser fámulos.  Eso quedó para las féminas. Cabe imaginar —si ya era difícil llegar puntual a las preces a las 14.25—  la dificultad añadida de encasquetarse previamente unas vestes. ¡Lo que nos perdimos! Numerarios despeinados como consecuencia de introducir  la veste por la cabeza, a toda prisa. El espectáculo hubiera sido de traca. De lo  sublime a lo ridículo  hay sólo un paso. No sé lo que les hubiese tocado vestir a las numerarias. ¿Qué os parece unos pendientes con el sello de la Obra?

            En cuanto al uso de una “especie de túnicas” durante el acto de bendición con el Santísimo me imagino que se continuará haciendo. Menda las ha visto utilizar  en Villa Tevere —a los acólitos— muchas veces, efectivamente durante la bendición con el Santísimo, pero sólo en el oratorio de Santa María, que es el único que se presta a celebrar funciones solemnes. Se introdujo esa práctica por los años sesenta. Y el fundador la justificaba en razón de la dignidad del culto. A los monaguillos también se les pone un capisayo en las liturgias más solemnes. El fundador aseguraba que lo nuestro sería  algo secular, laico, inspirado  en las vestes académicas que usan los profesores universitarios para sus solemnidades. La verdad es que no resulta muy convincente, porque esas vestes académicas están inspiradas a su vez en los trajes eclesiásticos: toga, esclavina y birrete. Las togas que yo recuerdo eran negras y llegaban hasta la rodilla. Con ellas se usaba corbata, curiosamente uniforme, y camisa blanca, pero no esclavina, ni bonete. Cuando se quieren utilizar togas que sirvan para una pluralidad de personas —colegios de abogados, universidades y así— se recurre siempre al mismo truco: paños muy ricos, pero una toga amplia parecida a un poncho, que lo mismo vale para un gordo que para un flaco, para un alto que para un bajo.

            Metidos ya en oratorios, hubo una época en que el cura que pasaba a decir misa a un oratorio de mujeres lo hacía acompañado de un acólito varón del Opus Dei, que vestía de calle. Se acabó suprimiendo porque daba lugar a demasiadas anécdotas chuscas.

            Y ya metidos en tema de oratorios, disiento de la opinión de que la multiplicidad de oratorios esparcidos por Villa Tevere no sirven para nada. Valen para que los curas digan misa. En Villa Tevere hay una altísima concentración de sacerdotes por metro cuadrado. Si no, habría que recurrir a la galería de altares.

            Y puestos ya a desbarrar. ¿Qué se puede pedir de reformas litúrgicas ni de nada a unas estancias canijas que apestan a grasa de animal quemada y de las que se sale con los ojos enrojecidos por los humos del incienso y los humores corporales? Y a veces la estancia tiene una cortinilla detrás, dando lugar a una salita-oratorio. ¡Que falta de ventilación! ¡Qué claustrofobia! No es que no aceptasen las reformas litúrgicas, que dice Dionisio —que eso es lo de menos—, sino las normas del ayuntamiento sobre  salubridad. Hubo uno —un norteamericano, lo recuerdo— que se vio obligado pedir la baja por ese motivo. Tenía el síndrome de clase turista en los oratorios de las casas de la Obra. Y encima quieren competir en semana santa con catedrales e iglesias  como ´Dios manda. Nunca contemplé tal quiero y no puedo. Y además dando lecciones de cómo debe ser el culto divino. ¡Qué audacia! ¡Dios y audacia! Pero sobre todo, audacia.

              

            2º. En su correo de 8-6-07 Dionisio en su Sobre la admirable forma que tiene la Obra de tratar a los ex se plantea un caso —narrado por Rafas en 4-6.07— en el que duda de si efectivamente el ex en cuestión fue tratado bien o mal.

            Entiendo que el trato recibido depende de lo que indique el decreto de desvinculación: que se le trate bien, que se le trate mal, que se le trate muy mal. Se pueden dar instrucciones muy concretas al respecto. En el caso narrado por Rafas resulta verosímil lo primero, como el propio Dionisio sugiere. En ocasiones conviene tratar bien al que abandona, en razón de su posición social o de otras circunstancias. Yo diría que es algo parecido a lo que sucede con las fiestas: las hay de tipo A, B, y C.

            Recuerdo un caso en el que el fundador dijo:

            - ¡A ese me lo tratáis bien!

 

            3º. En su escrito de 28-5-07 Ebe dice que En la Opus Dei, no es un tema menor el de la «dirección espiritual». Y no me refiero al aspecto moral del asunto. Sin el modo de dirección espiritual vigente, la estructura de la Obra se viene abajo. Porque en la Obra la dirección espiritual no es otra cosa que la estructura de gobierno (pues realmente dirección espiritual no la hay).

                Estoy de acuerdo al cien por cien. El Opus Dei se sustenta desde hace años en controlar el pensamiento, la afectividad y la conducta  de los individuos que se prestan a ello. Esa tarea está confiada a los que mandan  y se hace a favor de la institución; no del individuo. Sin esa que llaman dirección espiritual se van al garete. La verdad es que con ella también, aunque con otro desenlace.

 

Gervasio









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