Comentarios a correos de la web.- Gervasio
Fecha Wednesday, 06 June 2007
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


 

            En su correo de 4 de junio de 2007 La santidad del canonizado fundador del Opus Dei, Trinity presupone que en un acto de canonización queda comprometida la infalibilidad pontificia. Galeno Z en su La infalibilidad y las canonizaciones afirma que en las canonizaciones queda comprometida la infalibilidad papal. No me parece que sea así.

            En la teología católica la infalibilidad pontificia constituye un dogma según el cual, el Papa  está preservado de cometer un error cuando solemnemente promulga o declara la enseñanza dogmática en temas de fe y moral; no en otros temas. No constituye un tema de fe que Sanjosemaría o Santa Rita estén o dejen de estar en los cielos. ¿Qué tendrá eso que ver con la fe y la moral? De otro modo tendríamos que recitar en le credo: creo que están en el cielo Santa Rita y San Cosme, y San Emerenciano y etc. Eso no es de fe católica. Por otra parte, de numerus electorum non est disputandum. Lo propio sucede con las apariciones en Lourdes, que gozan del beneplácito eclesiástico. Creer que existieron esas apariciones no forma parte de la fe católica. Las aprobaciones eclesiásticas no significan infalibilidad de aquello que aprueban.

            Al respecto cabe recordar a Benedicto XIV: “Diximus praedictis revelationibus, etsi approbatis, non debere, nec posse a nobis adhiberi assensum fidei catholicae, sed tantum fidei humanae, iuxta regular prudetiae, iuxta queas praedictae revelaciones sunt probabiles et pie credibiles. Y en otra parte añade: Sequitur posse aliquem assensum revelationibus praedictis non praestare, et ab eis recedere, dummodo id fiat cum debita modestia, non sine ratione et citra contemptum” (De serv. Dei beat. Et canon., lib. II, cap. XXXII, n. 11; lib. III, cap. LIII, n. 15,).

         Una canonización es fruto de un proceso, en principio bien llevado. Del mismo modo, cuando el tribunal de la Rota romana declara nulo o válido un matrimonio no significa que esa declaración esté acompañada de infalibilidad.          

            2º. Leí en Opuslibros a alguien que se refería al Catecismo de la Obra, que si no llevo mal la cuenta, va por la séptima edición. Y consideraba que esos cambios en las sucesivas ediciones significaban un titubeo, una vacilación. Al respecto recuerdo una anécdota. Se hablaba delante de el fundador de si estaba o no preparada la siguiente edición del catecismo de la Obra.

            — ¿Cuándo saldrá la edición definitiva del catecismo?, le preguntó alguien al fundador.

            Y éste le respondió que edición definitiva no habría nunca. Que el catecismo pretende explicar pedagógicamente las constituciones. Y eso depende de las circunstancias de tiempo y de lugar.

            La inmutabilidad de las constituciones, estatutos, etc. es otro cantar.

            Relata recientemente Hormiguita en La confesión con sacerdotes del Opus Dei que “Cuando estaba en el opus dei, una vez, me confesé de "haberme confesado con un sacerdote que no era del opus dei". La cosa tiene gracia, ya que las constituciones de 1950 al respecto dicen en el artículo 263:

            Cada semana realicen la confesión sacramental ante los sacerdotes que les sean designados. Pero sepan todos que a cada cual le está permitido acudir libremente a cualquier sacerdote aprobado para confesión por el Ordinario del lugar, sin que esté obligado a dar cuentas a ningún Superior acerca de la confesión con él habida. Tal disposición sigue vigente, en virtud de la disposición transitoria primera de los estatutos de 1982.

            Como puede comprobarse la praxis seguida es la contraria: “Que no sepan que pueden confesarse con cualquier aprobado por el Ordinario y menos aun que no tienen que dar cuenta de haberlo hecho”.

            4º. Leí en un escrito publicado en la web que al fundador le gustaba exhibirse con los capisayos de prelado doméstico de Su Santidad.

            No me parece que sea así. En primer lugar, porque no es un distintivo importante. En segundo lugar porque se los había regalado Pablo VI. En tercer lugar porque pesaban mucho y eran un poco bastos. Ante el papa no tenía más remedio que utilizarlo en algunas ocasiones, como cuando lo recibió de rodillas —a puesta gayola, leí con gracia en la web — al ser inaugurado el Tiburtino.

            Su venganza era utilizarlo cuando una numeraria auxiliar hacía la fidelidad. Era un modo de denigrar esos capisayos que odiaba. Los utilizaba sólo con las personas menos importantes.

 

Gervasio









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