La familia del Opus Dei.- Carocha
Fecha Wednesday, 06 June 2007
Tema 070. Costumbres y Praxis


Yo asistí un día a un episodio que es ciertamente esclarecedor del tipo de mentalidad que conducía a aberraciones totales como las administraciones y todo lo que con ellas se relaciona.

Una numeraria jovencísima quedó encargada de una administración durante los meses de verano. Aparentemente, todo le iba hilarantemente mal, porque no entendía nada de las adorables “tareas del hogar”. Comentario de la directora de la casa, exasperadísima - y en público: “Pero, que te enseñó tu madre?” Esto pasó, no hace diez generaciones, sino en 1980.

El Opus Dei tiene una relación, por lo menos difícil, con el tiempo: es lo que escribió Borges  y recordaba Jacinto Choza:  la libertad, la imprevisibilidad, el error y su corrección o no, quedan excluidos, sobran.

El relato de lo que dicen que pasó desde la fundación “sobrenatural” del Opus Dei no es verdaderamente historia, ni siquiera un simulacro de historia: es un relato mágico, un supuesto dictado de la divinidad, donde por lo tanto no caben lo que son aspectos centrales - y tal vez los realmente interesantes - de la vida humana: las regresiones, la marginalidad, los equívocos, la polémica. Había un sacerdote al que le gustaba decir que agradecía mucho que las “publicaciones internas” no trajeran nada de negativo porque, de contrario, ni las leería, las echaría directamente a la basura – y hacía el gesto, como con asco, con dos dedos de la mano derecha, sobre la “mesa de las meditaciones”. (Y era escritor - es decir: escribía).

El fundador entendió la vida y el mundo en un momento, en un sitio, de un modo. Después de eso, parece haber perdido contacto con la realidad, como el fraile de doscientos años – pero Escrivá nunca acordó, y de ahí las administraciones y su esforzado y controlador staff – entre otras muchas cosas. No, no hay nada para agradecer, Gervasio,  librarse de las administraciones fue un alivio mutuo: y, además, todo (o casi todo, que “vivir todos los días cansa”)  se hacía para Dios, nada para los hombres – o para las mujeres, for that matter.

Pero la verdad, como intuyes muy bien, es que muchas mujeres han perdido irremediablemente (hay ritmos irrecuperables) la oportunidad de hacer otras cosas ciertamente más interesantes, por no decir más característicamente humanas, porque, somewhere over the rainbow, existían unas personas extrañas y descapacitadas, o por lo menos muy poco inteligentes, a las que había que tratar muy bien – de lo contrario se acordarían de “la rubia a la que habían dejado” (sic) y la responsabilidad era mía, que no había fregado, o cocinado, o planchado, como debía.

Saludos,
carochinha







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