Exi nunc, Fortea.- Luxindexborgia
Fecha Monday, 04 June 2007
Tema 900. Sin clasificar


Querido Daniel M.:

 

En tu escrito del otro día nos propones que también hablemos de lo bueno que tiene el Opus Dei®, no sólo de lo malo. Pero, date cuenta, eso no debe ser fácil cuando tú mismo acabas haciendo una lista precisa de los vicios institucionales (ocultación, incumplimientos...) y no diciendo nada en concreto de lo bueno.

 

Por otra parte, restas importancia probatoria a las críticas de índole personal contra la institución. Es como un juez que diera carpetazo a una instrucción por asesinato argumentando que haber sido cosido a puñaladas es una experiencia individual, que donde se ponga un buen caso de crímenes contra la Humanidad lo demás es perder el tiempo.

 

Finalmente, como autoridad independiente respecto a la santidad de Escrivá de Balaguer (el santo-Bala) nombras a Fortea, también padre y barbastrino, y transcribes una sesión de exorcismo (?) que dirigió este último en 2002.

 

Al hablar de Fortea nos refieres (aparte de la sesión mencionada de 2002) a un programa de la tele y a un artículo de un periódico. Vayamos por partes...



Yo también vi en la tele el programa (producido por El Mundo TV para la cadena española Antena 3; emitido el 22 de abril de 2006) de otra sesión de un aparente exorcismo, y desde entonces discuto el buen juicio de Fortea Cucurull y de que un espacio frívolo como 7 días, 7 noches (nombre del programa) sirva de predicatorio.

 

En dicha grabación lo más raro que se ve es a una joven capaz de alternar una vocecilla meliflua con un vozarrón semejante al eructo de un camionero fumador empedernido, cazallero y constipado. Si por eso está poseída entonces podemos concluir que todos los actores de doblaje tienen trato con Lucifer. La chica, tumbada sobre una colchoneta, se agita y patalea pero siempre con la precaución de no darse un golpe fuera de la protectora gomaespuma. Por lo que podemos concluir que una cosa es estar poseída y otra muy distinta estar tan tonta como para dejarse los talones como el culo de un mandril por ir contra la recia solería. Dicen que levitó (durante dos segundos, precisan) pero, en realidad, se limita a arquear la espalda e impulsarse con las piernas. Eso, o bien todos los fines de semana hay legión de jóvenes que levitan. Me refiero a los judokas que en los torneos buscan zafarse de las llaves de suelo haciendo lo mismo: arquear el espinazo e impulsarse con las piernas para, ganando espacio entre su cuerpo y el suelo, poder girarse.

 

Para dicha sesión el exorcista convocó a dos periodistas (José Manuel Vidal por parte de El Mundo y a otro, que nunca nombran, por parte de la agencia EFE) porque los necesitaba “para liberar a la chica” aunque el padre no aclara (ni ellos lo preguntan) cómo pueden ayudar; dice también el exorcista que prefiere el anonimato, pero, en cambio, acudió peinadito –y supongo que perfumado- al plató de Antena 3 para el, llamémosle así, debate posterior a la emisión de la mascarada.

 

Curiosamente, en el nuevo Rito de Exorcismo (Congregación del culto divino y disciplina de los sacramentos, 1999), y en el apartado De cosas adjuntas y acomodaciones, hay dos artículos (el 33 y 35) que, aplicados a este caso, resultan chocantes:

 

“Si es posible se harán los exorcismos [...] separados de la gente (multitud) [...]”.

 

Aunque, tal vez, el hecho de que la emisión fuera, naturalmente, en diferido o que sólo alcanzara un discreto índice de audiencia del 14,4% satisfaga el requerimiento de que estas cositas deben hacerse “separados de la gente (multitud)”.

 

El otro punto dice:

 

“Si se ve que hay que admitir para celebrar el exorcismo a algunos compañeros del atormentado [...] absténganse de cualquier oración de exorcismo, sea de petición o imperativa, las cuales solo han de ser usadas por el exorcista”.

 

Y, al respecto, en el artículo Marta, la poseída. El exorcismo que yo viví en Madrid (escrito por el mencionado José Manuel Vidal; publicado en Crónica –suplemento dominical del periódico El Mundo- el 22 de septiembre de 2002) dice el periodista:

«Fortea sale de la capilla y mi corazón se acelera, pensando qué puede ocurrir ahora sin la presencia tranquilizadora del exorcista. Pero no pasa nada. O sí. María, la madre, coge las riendas del rito y comienza a repetir las mismas o parecidas frases del exorcista. Con calma, pero con decisión, parece no dirigirse a su hija, sino al Maligno que la posee:

-En nombre de Cristo te ordeno que salir».

...Y sigue la madre convocando con autoridad a la Virgen de Fátima, al Creador, a Cristo y, por último, a san jorge. En fin, aquí hay un claro caso de instrusismo profesional pues, aparte de contravenir la disposición de que sólo el exorcista guiará el proceso, seguro que esta señora no está dada de alta en el IAE correspondiente a “exorcistas”.

 

Daniel, el padre Fortea no es ninguna autoridad y no sólo porque su voracidad de cámara y notoriedad resulte sospechosa.

 

El padre Fortea hace, a su capricho, de incidentes casuales demostraciones relevantes; vive ajeno a su tiempo; se expresa de forma, valga la paradoja, singularmente estereotipada; es, aparentemente, imperturbable; su imagen es extravagante; habla y entiende de todo; soporta con gusto sus, según dice, experiencias perceptivas singulares... En suma, rasgos de un trastorno de la personalidad (esquizotípico, para más señas).

 

Dice él:

 

«No soy ningún showman ni quiero publicidad. Si estáis aquí es porque os necesito para liberar a la chica. Tendréis que ser muy prudentes. No podréis dar pista alguna que permita la identificación ni de la muchacha ni de su madre. Preferiría que tampoco me nombraseis a mí, pero acepto ese sacrificio en aras de una mayor credibilidad».

 

No es ningún showman, pero llama la atención la dramática iluminación que emplea en las numerosas, numerosísimas, fotos personales que ilustran su blog y sus, ¡hasta tres!, páginas-web; llama la atención también que para ser alguien que no quiere publicidad no dé abasto a tanta entrevista, presentaciones de películas (El Exorcismo De Emily Rose), presentaciones de su autobiografía, convoque a periodistas para filmar sus espectáculos y, siempre, se manifieste recurriendo a términos tan reveladores como los que, como ejemplos, subrayo a continuación:

 

«Hoy me he ido a confesar. Digamos que ya tocaba. No diré dónde, ni con quien. No sea que alguien piense que bajo tortura le puede sacar lo que he dicho. Hoy día los paparazzis son capaces de todo».

 

«La vida no está exenta de sus peligros, sólo la inconsciencia hace que sigamos mirando adelante, a la cámara, sin mayor preocupación».

 

Le preguntan: «Los santos no escribieron autobiografías, ¿por qué usted sí? 

- Quizá no tuvieron una vida tan interesante como la mía». Contesta este narciso de 39 años.

 

Daniel, hablemos ahora de la sesión del año 2002 que citas o transcribes, la sesión en la que Fortea, dirigiéndose al demonio Zabulón que poseía a la pobre (o farsante) chica, se encomienda a Josemaría Escrivá de Balaguer.

 

El texto, admítelo, describe el carácter de Zabulón de una manera que lo asemeja más a un duendecillo gamberro del bosque que a un repugnante ser del averno. En qué quedamos, ¿el demonio es consecuente o inconsecuente? Lo mismo prefiere que se dude de su existencia, para tener mayor margen de maniobra, que posee a una chavala y convoca a la prensa para que se sepa de que realmente existe (él, no la chavala); lo mismo es la personificación de todo mal que resulta un tipo malísimo pero, eso sí, que va con la verdad por delante. ¡Malo pero honrao!

 

Fortea nos dice:

 

«Otra cosa interesante de observar es que cuando a un demonio se le ordena en el nombre de Jesús que responda a una pregunta, una de dos, o se calla o si responde dice la verdad. Desde luego, si se insiste en el nombre de Jesús acaba diciendo la verdad, porque a veces la primera respuesta puede ser cualquier cosa».

 

Analicemos esto. Ante la primera pregunta, el demonio actúa así:

 

1-      Se calla.

2-      Dice la verdad.

3-      Contesta cualquier cosa.

 

Bien pensado, y dado que decir “cualquier cosa” incluye mentir, ¿qué opción queda fuera? ¡Menuda síntesis aquella que incluye todo! Esto me recuerda a aquel cartógrafo que por querer reflejar todo no quedó satisfecho hasta que reprodujo a escala 1:1 el mapamundi. Pero... ¿para eso no teníamos ya el propio mundo? Y digo yo ahora, si puede callar, decir la verdad, o mentir... ¿entonces? Bueno, no seamos tiquismiquis, el caso es que con esta improvisada  master class de exorcismo ya sabemos como interrogar al Maligno:

 

1-      La primera pregunta es ociosa, no vale para nada (pues puede callar, decir la verdad, o contestar cualquier cosa).

2-      Basta con repetir la pregunta, y entonces... desembucha sin freno, ¡fijo! De ahí que, ahora lo entiendo, los exorcismos sean tan pesados. Todo se duplica, todo se duplica.

 

El caso es que Fortea, y aquí viene el meollo, invocó al santo Bala y Zabulón le espetó que ése ni era santo, ni era . Fortea, entonces, se vio en la angustiosa tesitura de creer a Zabu (malo pero honrao) o a la Santa Madre Iglesia (buena pero... bueno, eso, la Santa Madre Iglesia).

 

El asunto para Fortea debió ser peliagudo. Zabu siempre dice la verdad (aunque sea a la segunda) y, por otra parte, la Iglesia decía que el santo Bala era un modelo a imitar... ¡qué intriga!

 

Lástima que la solución al enigma no esté a la altura de las expectativas, pues la distinción entre santo de facto y de iure con la que Fortea pretende resolverlo es de un cursi y tontorrona jerigonza que resulta frustrante.

 

Daniel, compañero, te confesaré algo: yo no dudo de la existencia del Maligno (¿cómo dudar de lo que no se piensa ni importa?). Ahora bien, tampoco dudo de que leer a Fortea es perder miserablemente el tiempo. En cambio, creo que a la madre de esa atormentada criatura (me refiero ahora a la posesa, no a la madre del padre Fortea) le hubiese venido bien hace años, cuando su hija era su dulce hijita y no un hostil camionero ocasional, haber leído un poemita de Alfonso Costafreda que se publicó en el premonitorio Suicidios y otras muertes (1974).

 

instrucción

 

Y tú me preguntaste,

¿qué hay en el centro de la tierra?

¿Hay casas diminutas rodeadas de fuego

donde arden los niños no obedientes,

traviesos en la escuela?

 

Seis años, dulces, seis años dulces,

poblados ya de pútrida enseñanza.

 

 

Pido, finalmente, disculpas a los que lean esto y piensen que poco tiene que ver con el asunto que aquí nos trae: el Opus Dei®. Yo creo, en cambio, que la mejor manera de que un pez sepa lo que es el agua es sacarlo de ella.

 

Daniel, para ti, y esta vez sin segundas, un fuerte abrazo.







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