La salida de un numerario.- Kaiser
Fecha Wednesday, 30 May 2007
Tema 040. Después de marcharse


Quisiera contestar a Mahm; pero son tantas las incógnitas acerca del modo en que salió su amigo que no sé bien por dónde empezar. Me quedo con el dato de la crisis vital que me hace suponer que su amigo no es de los que se sienten liberados, sino más bien de los que creen que no han sabido responder a la llamada.

Cuando un numerario abandona  así el Opus Dei la tarea de reconstrucción se le presenta tan grande que es fácil que sucumba ante la perspectiva. Hay además antes un tiempo de demolición. Es un tiempo duro y doloroso durante en el que no encontrará refugio en parte alguna. Su alma vivirá al raso y todos los recursos prefabricados que tuvo para sobrevivir son ahora piezas para el desguace. Pero la vida sigue y es preciso enfrentarla. Y esta evidencia añade un elemento más de angustia al día a día. Ensayar los gestos y poses de ayer se le antojará inútil y hasta doloroso. Adquirir nuevos gestos y poses, una claudicación. Todo aquello que antes menospreciaba habrá de adoptarlo ahora y la sola idea de ensayar nuevos modos de exhibirse le llenará de fatiga mucho antes de se haya decidido a vivir en sociedad.

Quebrados los lazos -artificiosos por demás- de amistad que pudiera haber tenido, acostumbrado a colgar del hilo de la dirección espiritual y material, le invadirá una sensación de desvalimiento y el recelo ante lo desconocido le llevará a buscar aún más la soledad como forma de alcanzar la quietud que considera imprescindible para encontrar reposo.

Ignoro otros elementos esenciales como la situación familiar, profesional o social, la edad, etc... Sin embargo, me atrevo a darle un par de recomendaciones:

- La primera, no lo dejes solo. Aunque sea eso, estar solo, lo que prefiera, procura hacerte ver. Es muy importante para alguien que se siente despreciado y por ello, se considera una escoria, alguien sin valor, que tenga a su lado quien le haga ver que no está en lo cierto y que le espera una vida llena de oportunidades para demostrar lo que vale.

-La segunda, sácalo a la calle. Con ayuda de amigos, como sea. A bailar, al cine, al monte... Si conoces sus aficiones, aquellas que hubo de abandonar al entrar, trata de que las vaya recobrando- Algún deporte. Anímale a practicarlo con los viejos amigos, o a ir juntos a ver partidos de su equipo preferido.

No le hables demasiado del Opus Dei. Seguro que él lo saca una y otra vez, pues hazle ver suavemente, con una sonrisa y cambiando de tema, que esa fue una etapa de su vida y que ahora hay que mirar hacia adelante y que hay muchas otras cosas que reclaman su atención. No sé si una de esas cosas eres precisamente tú; si es así, no le atosigues por ese lado. Aguarda pacientemente. Puede que seas lo más valioso con que cuenta ahora mismo aunque él no sepa verlo. En mi caso, habría sido así.

Kaiser









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