Datos para una historia.- Harto
Fecha Friday, 18 May 2007
Tema 010. Testimonios


Ha caído en mis pecadoras manos una hojita con la oración por la beatificación de un piadoso católico irlandés llamado Frank Duff (1889-1980), fundador de la Legión de María.

 

Lo extraordinario del caso es que, leyendo la brevísima biografía de este dublinés que viene en la hojita, me he encontrado con lo siguiente (traducción literal): “…en 1916 (ojo al dato), a los 27 años, publicó su primera obrita ‘¿Podemos ser santos?’. En ella expresaba una de las más fuertes convicciones de su vida, a saber: que todos sin excepción están llamados a ser santos y que por medio de nuestra fe católica tenemos a nuestra disposición todos los medios necesarios para conseguirlo” ¿Os suena?

 

Esto está publicado 12 años ANTES de que “el santo fundador”, que aún se llamaba D. José Escriba, tuviera la famosa “visión” del 2 de Octubre de 1928 en la cual “vio todo” el Opus Dei, incluida (supongo) la llamada a la santidad universal.

 

No digo yo que, el posteriormente llamado Excelentísimo e Ilustrísimo Monseñor Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás, Marqués (no auténtico) de Peralta, haya leído (no sabía inglés) el folleto de Frank Duff y se le ocurriera apropiarse de la idea, sino que es un hecho histórico irrefutable que esas ideas YA ESTABAN PUBLICADAS 12 años antes de “verlo” él.

 

Creo que fue en 1968, durante una “tertulia con el Padre” en el centro de estudios del, entonces llamado, Colegio Mayor Internacional de la Santa Cruz, luego conocido como Montalbán, que se me ocurrió hacerle una pregunta (maldita la hora) sobre el padre Poveda (fundador de la Institución Teresiana) que era conocido suyo en Madrid. ¡Menuda la armó!: que si no se habían copiado el uno al otro; que si D. Pedro (Poveda) era un “santo varón” (esto para él quería decir “un tonto”) que fue muerto por los rojos (republicanos); que si nosotros (el Opus Dei) éramos distintos (ambas instituciones en ese momento,1968, creo que eran los dos únicos Institutos Seculares reconocidos por la Iglesia Romana). Bueno, se puso furioso. Yo, y casi todos los presentes, nos quedamos helados: nunca antes habíamos visto al Padre en ese estado. Luego me enteré que eso era habitual en él.

 

 D. Javier (Echevarría) y D. Florencio (Sánchez-Bella) me lanzaban unas miradas que, de ser rayos, me hubieran partido el cuerpo como la espada de láser de Obi Uan-Kenobi. Huelga decir que ya nunca jamás le volví a hacer ninguna pregunta en mi vida.

 

Si hubiera sabido entonces lo que ahora sé, le hubiera regalado una copia del folletito de Frank Duff: “Mire, Padre, lo que dice éste DOCE AÑOS ANTES de que usted “lo viera” todo claro; qué santo varón ¿verdad?”.

 

¡Entonces sí que la iba a armar buena!

                                                                                     Harto









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