Más incredulidad acerca de lo de Don Antonio Petit.- Exento
Fecha Friday, 18 May 2007
Tema 010. Testimonios


Amigos de esta increíble página:

Dando vueltas al concepto de “jerarca”, que pido prestado del completísimo artículo de Oráculo [El integrismo teológico del Opus Dei] publicado aquí el lunes pasado, me doy cuenta de un nuevo giro perverso en la tremenda trama del drama de Antonio Petit.

En mi anterior artículo hablé de la implacabilidad de una línea de mando que, tomando su origen en la persona y el decreto del prelado de la obra, Javier Echevarría, llegaba al vicario delegado en Barcelona, Antoni Pujals, pasando por la persona del vicario regional para España, Ramón Herrando. Duele decirlo, pero hay que denunciarlo (y este es el sitio más indicado), que aquí ha existido la implicación tácita de una cuarta persona que consintió penosamente en la dureza con que se gestó y se gestionó el asunto desde Roma, se ejecutó fríamente en Barcelona, y se alentó celosamente desde Madrid. El actual vicario secretario central de la prelatura, es decir, el responsable de la sección femenina de la obra y efectivo Número Tres de la jerarquía prelaticia, y por tanto, persona de la máxima confianza del prelado y su asesor directísimo, es Manuel Dacal, quien conocía a Antonio Petit casi como un hermano, puesto que Dacal, antes de ser llamado a Roma, fue durante muchísimos años el vicario delegado de la obra en Barcelona, donde vivía Antonio. Dacal, recordémoslo, fue sustituido por Antoni Pujals. Dacal, y Exento puede dar fe de ello, conocía de sobras la enorme belleza interior del alma de Antonio y era perfectamente consciente de la ilusión, empeño y dedicación con la que acometió tantos encargos como se le encomendaron, él quien nunca tuvo un no para nadie, a la hora que fuera.

Más aún, Dacal debió ser perfectamente consciente, mucho más que Echevarría, Herrando o Pujals juntos, del precario estado de salud de Antonio, por su condición de director de la delegación donde vivía Antonio, y porque no se le solían escapar detalles de la salud de la gente de la obra en Catalunya. De hecho, coincidían muchos domingos en Viaró, donde hacían deporte juntos (¡tantos partidos de frontón juntos, Manolo, para acabar tratándole así!).

Echevarría, Dacal, Herrando, Pujals. Triste hatajo de jerarcas. En fin, amigos, que no consigo salir de mi asombro con este tema. Aprovecho para agradecer a Marietta desde aquí, en nombre de todos los que nos hemos rebelado contra esta cuestión, todo lo que hizo por cuidar a Antonio en sus últimos meses. Su cariño de madre y hermana, auténtico bálsamo, y su sonrisa infatigable, consiguieron disolver con creces ese rejalgar agrio, ese celo amargo, con el que intentaron doblegar el espíritu libre de Antonio, un bálsamo que ayudó a Antonio a soportar esa larvada agonía que él venía experimentando desde hacía tiempo y que fueron sus últimos diez meses entre nosotros. Gracias, Marietta. A ti ya no te faltará ahora guía ni tutor… ¡Que suertaza tienen algunas!

Un saludo,

Exento









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