¿Lo bueno del Opus Dei?.- Luxindexborgia
Fecha Monday, 14 May 2007
Tema 060. Libertad, coacción, control


Epi, te quejas de que los testimonios de esta página no sirven para hacerse una idea cabal de la Obra pues sólo se cuenta lo malo y no lo bueno, “que es lo más abundante”.

Es cierto que en esta página abundan los testimonios personales y que toda realidad siempre es más compleja de lo que aparenta. Pero, como de sobra sabes, también esta página es compleja. De hecho, aquí mismo puedes leer La vida cotidiana en el Opus Dei de Elena Longo, que es una aséptica narración que con la frialdad de los prontuarios detalla la vida opusina (¿he dicho vida?). Es decir, lo que allí se cuenta, y como se cuenta, no es malo ni bueno, sencillamente, es exacto.

Hace poco leía los sobrecogedores relatos de varios hibakusha –sobrevivientes de la bomba atómica de Hiroshima y Nagasaki-. Todos ellos, naturalmente, se lamentaban de la hecatombe y sus secuelas. Varios, y es lo que me sorprendió, mencionaban el hipnótico esplendor, el singular colorido, de aquel devastador hongo. Pero ninguno justificaba por aquella pasajera belleza el mal causado, mal que aún hoy perdura.

A mi parecer, lo bueno del Opus Dei®, si lo tuviere, sería como el fugaz espectáculo de aquel hongo, y reivindicarlo es tan provocador como pretender persuadir a los hibakusha de que, en realidad, se lo pasaron bomba. Aunque admito, Epi, que mi contestación es una provocadora exageración a tu provocadora reivindicación.

En cuanto a que “lo importante es que todos los que nos salimos lo hicimos libremente: pudimos sentirnos más o menos presionados, pero a nadie le pusieron una pistola en la nuca para que se fuese” ("o para que se quedase", deberías añadir) te diré que una pistola no, pero que hay otras armas de coacción de mayor eficacia a veces. Me refiero a la palabra; la censura y autocensura; la delirante delación de las llamadas correcciones fraternas, que convierten las relaciones familiares en una asfixiante caldo policíaco; o, en cuanto a la vocación de los adolescentes se refiere, la reducción de la llamada gracia de estado de los directores a una simple prueba de carga: si pasados los años sigues dentro es que tenías vocación, si estás hecho un trapo es que no tenías vocación...

Por otra parte, tratándose del Opus Dei, protestarle al Vaticano lo encuentro apropiado, pues elevar el escrito a la Nasa o a la Renfe sospecho que tendría, si cabe, aún menos resultado. Y otra cosa, Epi, no toda víctima es victimista.

En fin, en los procesos psicológicos de recomposición la reconciliación tiene su sitio, ¡pero la reconciliación con la vida! Si queremos aprender del pasado, si el pasado es una lección, conviene recordar los incontables e inútiles propósitos de entonces; ¡tantas nimiedades a vida o muerte!; la confusión entre sopor y felicidad; la delatora intención de ser los demás; la concesión de espejitos para retenernos; la mentira; la inconfesable vergüenza de nosotros mismos... En suma, lo que precedía al sueño: la amarga certeza de ser malo.

Luxindex y Yo









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