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 Tus escritos: ¿Cuál de las dos caras del Opus Dei es la verdadera?.- Ruta de Aragón

010. Testimonios
Ruta de Aragon :

Muchas veces en los articulos de Opuslibros escribe gente que se preguntan y nos preguntan ¿puede ser el Opus Dei como se cuenta en opuslibros, es que hay varios Opus Dei?. Otros dicen yo conozco gente del opus dei y me parecen buena gente. Y acaban pidiendo que alguien les explique que es verdad ¿si la Opuslibros o lo que ellos han visto?.

 

Yo simplemente quería exponer y contrastar las siguientes ideas.

 

Es una idea clásica en el discernimiento vocacional de todo cristiano, la idea de que todo joven sea chico o chica debería plantearse: si tiene vocación y aptitudes para una vida consagrada y de una entrega mas radical a Dios como es el caso del sacerdocio, o bien ser monje, religioso, o numerario o agregado del opus dei por analogía; aunque ya sé que a muchos no les hace gracia la comparación, cosa que no entiendo. Es que un numerario o numeraria del opus dei o un agregado agregada ¿tienen algo que envidiar a una religiosa o religioso, en cuanto a castidad pobreza y obediencia?...



Los padres se plantean qué han de hacer para que sus hijos e hijas sean hombres y mujeres de una pieza y  ellos mismos han puesto a los hijos en situación de escuchar la llamada de la vocación a través de una educación profundamente cristiana. O sin saberlo ellos han puesto a los hijos en situación de escuchar esa llamada a través de una educación sacrificada para conseguir hombres y mujeres de verdad.

 

Otras veces los padres sin pretender dar una formación profundamente cristiana, o una educación sacrificada, se encuentran con la sorpresa de que un hijo o una hija toma la decisión de entregarse a dios a través de una vocación consagrada.

 

Y estas ideas de entrega a Dios la Iglesia reconoce que trasmiten paz y alegría.

 

Si Dios en definitiva como omnipotente que es, no necesita de nadie ni nada para actuar; ¿Por qué llama a su servicio a determinados hombres y mujeres?

 

Rezaré para que hagas lo que Dios te pida, le dirán al chico o chica que se acerque al Opus Dei. Y empieza la manipulación de Dios y de la vocación por parte del Opus Dei. Añadiendo una formula a lo divino: la felicidad de una persona que recibe la llamada de Dios esta en función de su respuesta. Cuanto más generosa sea esta respuesta mayor será su felicidad. El hombre tiene sed de Dios dirán los clásicos.

 

Y los padres que acercan sus hijos al opus Dei se preguntan .

 

¿Y SI SE EQUIVOCA MI HIJO O MI HIJA?

 

Y el Opus Dei le dará la siguiente respuesta a esos padres.

 

A estas alturas, ya hemos asumido la decisión de consagrarse a Dios de nuestro hijo, la valoramos –siquiera parcialmente– en lo positivo que tiene, e incluso entendemos que la edad no es un obstáculo para entregar la vida. Sólo nos queda una última duda: ¿y si, con el paso del tiempo, se da cuenta de que se ha equivocado? ¿No quedará, entonces, en inferioridad de condiciones con respecto a los de su entorno?

 

Esta cuestión requiere una respuesta diferenciada, en función de las circunstancias personales de cada uno. Sin duda, cuando alguien que ha tomado una decisión de compromiso decide volver atrás tras un periodo prolongado de tiempo –es difícil cuantificar, situémonos en la madurez–, los años transcurridos dejan una huella y, en ocasiones, condicionan el devenir de su vida. Pero eso no sucede únicamente con la vocación: pensemos en el caso de un matrimonio que, con el paso del tiempo, descubren una incompatibilidad; o en aquellos que al cabo de los años piensan haber equivocado su trayectoria profesional. El ser humano, por su propia naturaleza, es susceptible de acertar o de errar. Pero el miedo a equivocarse no puede suponer un freno a la hora de tomar decisiones. De ser así, nunca caminaríamos, ya que para andar es necesario poner un pie en el aire. Es cierto que la sociedad actual no ayuda a tomar decisiones, sobre todo si suponen un elevado grado de compromiso, y a mantenerlas hasta el final luchando contra los obstáculos que puedan aparecer. Por el contrario, la tendencia es a proteger al dubitativo, dejando siempre cubierta la retirada. En este siglo, Hernán Cortes hubiese sido tildado de loco por quemar sus naves. Pero no podemos olvidar que una de las características que marcan la frontera entre el adolescente y la persona madura es su capacidad para responder de las decisiones tomadas. Y no podemos consentir que nuestros hijos sean adolescentes de por vida.

 

No obstante, el caso anterior no es ni el más habitual ni el que más debe preocupar a un padre. Por eso, centraremos la cuestión en el temor a que el hijo o la hija que responde a la llamada de Dios no persevere en su decisión en un plazo más o menos corto. Parte de la argumentación anterior sigue siendo válida, ya que, en cualquier caso, todo avance implica un determinado grado de riesgo. Pero, además, existen otros argumentos que en ocasiones me he formulado y que no quisiera dejar pasar.

 

Por una parte, no debemos olvidar que la Iglesia es Madre, y que por lo tanto tiene ese mismo deseo de protección hacia sus hijos, tan propio de la condición maternal. Por eso, sea cual sea el camino elegido para la entrega a Dios, se establecen siempre unos periodos de prueba –por cierto, mucho más prolongados que la mayor parte de los noviazgos–, antes de los cuales no es posible tomar una decisión definitiva.

 

En segundo lugar, pienso que si en el transcurso de ese tiempo mi hija o mi hijo descubre que el camino iniciado no es su verdadera vocación, tengo presente que:

 

1.– No ha fracasado. Jesús nos ha dicho que nadie que dé un vaso de agua a un discípulo suyo quedará sin recompensa. Mucho más si lo que se está dispuesto a entregar es la propia vida.

 

2.– Ha sido generoso. En un momento de su vida, ha aparcado sus proyectos, sus objetivos humanos –lícitos–, y ha decidido poner toda su vida en manos de su Padre Dios, con total disponibilidad. Esa entrega constituye un rasgo de suprema generosidad. Y, puedes estar seguro, Dios no se deja ganar en generosidad.

 

3.– Ha crecido en vida interior. A lo largo de todo el tiempo transcurrido desde que tomó la decisión de seguir la llamada, ha intensificado el trato con Dios: ha tomado por costumbre hablar con su Padre; contarle sus alegrías y penas; desahogar en Él sus preocupaciones y agobios; darle gracias de manera habitual por todo lo bueno; pedirle perdón por sus errores; acudir a Él en busca de la fuerza que precisa docenas de veces a lo largo de la jornada. En definitiva, casi sin darse cuenta, se ha convertido en alma de oración. Con una adecuada ayuda, y con el ejercicio de su voluntad, ese hábito de hablar con Dios ante cualquier circunstancia le acompañará durante toda su vida. Es decir, habrá adquirido un barniz que le llevará a estar en contacto permanente con el mejor Consejero, con el mejor Amigo, ante cualquier circunstancia de su vida.

 

4.– Ha luchado y ha adquirido virtudes humanas. La entrega de la propia vida supone, ya desde el primer momento, el ejercicio continuado de las virtudes humanas: fortaleza y reciedumbre para vivir contra corriente; sinceridad total para dejarse moldear a la medida del Señor; generosidad para dejar de lado todo aquello que estorbe a la vocación... y tantas otras que han ido saliendo y saldrán a lo largo de estas páginas. Ese ejercicio continuado, y más en una etapa de formación de la persona como es la adolescencia, genera la asunción de las virtudes, que quedan incorporadas a la propia personalidad para siempre.

 

Como padres experimentados, sabemos que determinados hábitos buenos –virtudes– se adquieren con mayor facilidad en una edad que en otra. Si mi hijo no ha aprendido a ser ordenado con tres, cuatro o cinco años, será más complicado que adquiera el hábito del orden a los dieciocho. Es como andar en bicicleta: es más fácil aprender en la infancia que en la madurez.

 

De manera similar, el fortalecimiento de esas virtudes, su consolidación y, lo que es fundamental, su asunción razonada –el hábito y el porqué– se produce en la época adolescente. Durante esos años, la persona es aún maleable, muy vulnerable a determinados peligros pero, paralelamente, susceptible de fortalecer las componentes más positivas de su personalidad. Después, será cuestión de seguir ejercitándose.

 

5.– Ha recibido una profunda formación cristiana. De forma paralela –y necesaria– al crecimiento de la vida interior, se va recibiendo una profunda formación que abarca diversos aspectos –ascética, doctrinal, espiritual...–, y que supone un fundamento excepcional para toda la vida, con independencia de cuales sean las circunstancias que rodeen a la persona.

 

6.– Además, y como padres lo que sigue no deja de tener una importancia significativa, mi hija o mi hijo habrán pasado una etapa tan crítica como la adolescencia en un ambiente inmejorable.

 

Ahora, querido lector, te propongo una prueba: intenta olvidar por un momento el contexto de estas líneas; prescinde de todo lo que has leído. Cuando te encuentres en esa disposición, relee únicamente los seis puntos anteriores. Imagínate a tu hija, a tu hijo, adornado con esas seis cualidades. Y respóndete, si eres capaz, que no las deseas para ellos. ¿No sientes el impulso de preguntar “donde hay que firmar”?

 

Esto anterior es lo que dirá el Opus Dei.

 

Y yo me pregunto ¿a cuantos miembros consagrados del Opus dei se les explica esto así? A mi desde luego no me lo explicaron.

 

Y acaba lo que dice el Opus Dei y yo comprendo que a mucha gente le parezca bonito y diga como puede ser que algo así sea malo y algunas veces diabólico.

 

Y hay que decirles a esa gente que, de visita todos o casi todos somos encantadores. Y que muchos vendedores no te dan lo que te han vendido.

Y decirles. En el Opus dei hay directores directoras y sacerdotes neurotiquisimos, con auténticos trastornos psicológicos y afectivos ejerciendo de directores y directoras y de directores espirituales.

 

Miembros del Opus Dei que son auténticos animales en privado. Creo que esto es fruto de las neurosis y de los trastornos afectivos que padecen. Autenticas estrategias de tortura psicológica propias de Gulags y de campos de concentración.

 

Y todo lo anterior con la guinda de la famosa frase de Don Alvaro del Portillo que se decia en mi tiempo “ Hijos míos sed imprudentes que para prudente ya esta el Pade (Prelado)”  Me hago una pregunta ¿ Se le puede decir mayor barbaridad a gente que sufre de neurosis y trastornos afectivos?

 

Y a las neurosis que cabalgan por los órganos de gobierno del Opus Dei haya que añadir lo que explica E.B.E en su articulo de 4-5-07 Deliver us from Evil  hablando de la moral corporativa que lo tapa todo bajo el manto de la caridad.

 

Tal vez por eso haya dos visiones del Opus Dei y mucha gente pregunte en Opus libros ¿cuál de las dos es la verdadera?.

 

Espero haber ayudado a que la gente se aclare un poco mas.

 

Que Dios os cuide.

 

Ruta de Aragón




Publicado el Monday, 14 May 2007



 
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