I nuovi misteri sul boss nella cripta da cardinale

Il funerale di De Pedis, che non aveva ancora 36 anni, viene officiato da monsignor Piero Vergari, rettore della basilica. Quattro giorni dopo la morte violenta il corpo viene tumulato al Verano, ma il 23 marzo la vedova chiede la “estumulazione”. Poco tempo prima don Piero Vergari aveva scritto al cardinale Poletti, vicario di Roma, chiedendo l’autorizzazione per l’accoglimento nei sotterranei di Sant’Apollinare: “Il defunto è stato generoso nell’aiutare i poveri che frequentano la basilica, i sacerdoti e i seminaristi, e in suo suffragio la famiglia continuerà ad esercitare opere di carità…”. Il 24 aprile le spoglie di De Pedis, approdano in basilica.

Dal ’90 al ’97 solo Carla De Pedis possiede le chiavi del cancello che chiude la cappella nella cripta. Poi il caso esplode. Dichiara il novo rettore di Sant’Apollinare: “Se fosse accertato ciò che si dice di Enrico De Pedis, sarebbe imbarazzante”. E prosegue: “Non sta a noi scegliere le salme: questa si, questa la mandiamo via”.

Passano otto anni senza nuove. Anzi, l’unica è che quei gradini verso la cripta non possono più essere scesi. Lunedì “Chi l’ha visto?” aprirà un altro capitolo, il collegamento con la scomparsa di Emanuela Orlandi: il giorno in cui la ragazza, figlia di un dipendente vaticano, sparì (22 giugno 1983) era stata a lezione nel Pontificio Istituto di Musica Sacra, proprio nel palazzo di Sant’Apollinare. Un anonimo, pochi giorni fa, ha telefonato alla redazione di “Chi l’ha visto?”. “Volete risolvere il caso di Emanuela Orlandi? Guardate dentro la tomba di De Pedis…”

TRADUCCIÓN

Jefe de la Magliana está enterrado en la iglesia de San Apolinar “¿Quién lo ha visto?” reabre el caso: una pista sobre el caso Orlandi

Nuevos misterios sobre el boss en la cripta del cardenal

Corriere della Sera, 10 de septiembre de 2005

Andrea Garibaldi

Siempre ha estado allí la tumba de Enrico de Pedis, el sepulcro de uno de los jefes de la banda de la Magliana, en la cripta de San Apolinar, dentro de la basílica, a dos pasos de Piazza Navona y del Vaticano. ¿Está allí todavía? Sí, debería, aunque la iglesia resulta invisible bajo la estructura de madera de una prolongada restauración y el portón se entreabre sólo a la hora de la misa, pero la cripta no, desde hace ocho años es inaccesible, una puerta cierra la escalera. Historia romana, misterio romanísimo. La basílica de San Apolinar es una majestuosa iglesia del s. XVII. De Pedis es el hombre que atravesó, a sus órdenes, las dos fases de la banda de la Magliana, la de los secuestros, las apuestas, la droga; y después la de los negocios con Cosa Nostra, con la camorra, con los neofascistas y con Flavio Carboni, Francesco Pazienza, quizás la P2 de Gelli, el Banco Ambrosiano de Calvi, el Ior de Marcinkus... De Pedis, alias Renatino, fue muerto a tiros el viernes 2 de febrero, a la hora de la comida, en via del Pellegrino, Campo de’ Fiori...

La transmisión “¿Quién lo ha visto?” dirigida por Federica Sciarelli, reanuda el lunes este asunto poco claro, si sólo se piensa que según el derecho canónico “los cadáveres no se sepulten en la iglesia, a no ser que se trate del Romano Pontífice o de Cardenales o de Obispos”. La periodista Antonella Stocco reveló en el “Messaggero” la existencia de la tumba en la basílica, el 9 de julio de 1997. Primeramente llegó a la magistratura, el juez Andrea De Gasperis, encargó a la DIA investigarlo. Mientras tanto -dos años después de la sepultura- el Opus Dei adquirió el palacio que contiene la basílica.

El vínculo entre De Pedis y San Apolinar data del 1988, año de su matrimonio con Carla Di Giovanni, realizado precisamente en la basílica. En aquella ocasión -según la señora- Renatino dijo “El día que me ‘corresponda’, mejor que al cementerio me gustaría ser traído aquí...”

El funeral por De Pedis, que aún no tenía 36 años, fue oficiado por monseñor Piero Vergari, rector de la basílica. Cuatro días después de la violenta muerte, el cuerpo fue sepultado en el Verano, pero el 23 de marzo la viuda solicitó la “exhumación”. Poco tiempo antes don Piero Vergari había escrito al cardenal Poletti, vicario de Roma, solicitando la autorización para acogerlo en los subterráneos de San Apolinar: “El difunto ha sido generoso ayudando a los pobres que acuden a la basílica, los sacerdotes y los seminaristas, y en sufragio por él la familia continuará ejercitando obras de caridad...” El 24 de abril los restos de De Pedis llegaron a la basílica.

Desde el 90 al 97 sólo Carla De Pedis poseía la llave de la cancela que cierra la capilla de la cripta. Luego el caso se publica. Declara el nuevo rector de San Apolinar: “Si fuera cierto lo que se dice de Enrico De Pedis, sería embarazoso”. Y continúa: “No nos corresponde elegir los cadáveres: éste sí, éste lo echamos”.

Pasan ocho años sin noticias. Mejor dicho, la única es que ya no se pueden bajar los escalones hacia la cripta. El lunes “¿Quién lo ha visto?” abrirá otro capítulo, la relación con la desaparición de Emanuela Orlandi: el día en que la chica, hija de un empleado del vaticano, desapareció (22 de junio de 1983) había estado en una clase en el Pontificio Instituto de Música Sacra, precisamente en el palacio de San Apolinar. Un anónimo, hace pocos días, ha llamado por teléfono a la redacción de “¿Quién lo ha visto?” “¿Queréis resolver el caso de Emanuela Orlandi? Mirad dentro de la tumba de De Pedis...”