Me he quedado horrorizado por el triste final de Antonio Petit y lo menos que puedo hacer para compensar la tremenda injusticia que el Opus Dei ha cometido con él es aportar los pocos recuerdos que de él tengo.

 

Le conocí el curso 1964-65, yo iba por el piso de universitarios de General Oráa 5, en Madrid y él creo que estaba en uno próximo, en la calle Padilla, casi esquina con Serrano; de hecho, a ese piso le llamaban "Serrano" y al nuestro "el 5", pues había otro en el 26 de la misma calle. Los tres eran donde los numerarios del ces (centro de estudios) ejercían la "labor de S. Rafael" (captación)

 

Eran los "tiempos dorados" del Opus en España, ahora esos tres pisos se han cerrado y el ces vive una lánguida existencia.

 

Antonio Petit era un "entusiasta" del Opus y nos servía de ejemplo a los demás; pronto hizo la oblación y entró en el cl (consejo local = grupo de directores). Creo que el director de "Serrano" era un estudiante de últimos cursos de Arquitectura, un "prelatureitor" llamado Pepe S.

 

Coincidí con Antonio Petit en algún curso anual y puedo asegurar que seguía siendo un ejemplo de seguimiento fiel del "espíritu" del Opus Dei.

 

Yo marché a otra ciudad, dependiente de otra delegación (distrito) de la región de España y 12 años más tarde, en Agosto de 1976, dejé de pertenecer al Opus Dei.

 

No sabía que Antonio Petit se había ordenado pero no me extraña, dada su trayectoria y su sincera "entrega" al Opus Dei.

 

De lo que se dice respecto al comportamiento del Opus Dei en los últimos años y últimos meses de la vida de Antonio Petit no puedo decir más que no me extraña, pues similares casos he vivido en mi vida y en mi mismo. He tenido la suerte de poder ayudar a otro sacerdote numerario cuando también, como Antonio Petit, dejó el Opus Dei pero no quería dejar su sacerdocio y buscaba un obispo que le acogiese.

 

En varios escritos de este "site" he visto cómo se insiste en que el Opus Dei debe de reformarse y corregir sus errores; creo que no debe hacerlo y no lo hará, no sólo por obedecer a lo que su fundador dejó dicho, sino porque esa será la única forma de que desaparezca, víctima de su propia intolerancia, rigidez, soberbia y separación de la realidad.

 

Si vivir es cambiar, substituir lo viejo por lo nuevo, adaptarse al entorno, la segura manera de perecer es quedarse quieto, estático, inamovible, sin renovarse. De esa guisa, el Opus Dei será barrido por el viento de la vida y sólo será un capítulo bochornoso y esperemos que breve, en la Historia de la Iglesia Católica.

 

Antonio, ¿qué te han tenido que hacer los que tú, tan fielmente, serviste para que te fueras?

De él se podría decir lo que de El Cid: "¡Qué buen vasallo si hubiera un buen señor!". D. E. P.

 

Harto