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 Correos: El fraude de la Obra, desde otro ángulo.- E.B.E.

090. Espiritualidad y ascética
ebe :

Las cosas que cuenta Gervasio tienen un fondo terrible, aunque a primera vista puedan resultar graciosas o provocar alguna sonrisa. Son testimonialmente muy valiosas por haber vivido Gervasio cerca de Escrivá.

Vienen a confirmar que la Obra era algo muy distinto a lo que desde abajo se veía, o mejor dicho, a lo que desde arriba se mostraba.

Vienen a confirmar que el fundador se sirvió (usó) de muchas personas para su propio beneficio (la construcción de su institución) y que la Obra no venía principalmente a hacerle el bien a nadie sino a beneficiarse ella misma de los demás, para sus propios fines, supuestamente santos.

Esto está claro, por ejemplo, cuando habla de la santificación del trabajo, donde dice que (muchas veces) lo que afirma la Obra tiene validez (para ella) en la medida en que haga referencia a un beneficio propio. Lo de la santificación del trabajo como promoción universal para la propia vida de los miembros célibes, un completo engaño. Y es lo que uno sentía pero resultaba blasfemo pensar. Como en la Obra los sentimientos se reprimían, no eran considerados «testigos cualificados» y por lo tanto su testimonio no era un problema a nivel institucional.

«La razón de trabajar en un trabajo ordinario es por la Obra, para la Obra, con la Obra, hacia la Obra, según la Obra y con la Obra. Y lo que no es así, sobra. ¿Y qué es el mejor trabajo para la Obra? El que se realiza en las labores apostólicas de la Obra. En ellas los directores mandan. En ellas los directores deciden. En ellas los directores saben lo que es bueno y lo que es malo. Hay que trabajar para la Obra.»

Lo mismo se puede decir de la vocación laical. Otro cuento. Y por eso, la Obra no promocionaba para nada la laicidad entre sus miembros sino una completa obediencia y mentalidad propia de religiosos. ¿Lo laical? Sólo como «idea» pero no como realidad, y sólo en la medida en que conviniera a la Obra (por ejemplo, como excusa para funcionar de manera oculta).

Dramático cuando habla de los intelectuales y la Obra, en su último escrito. Otro engaño. Y van... ya unos cuantos, demasiados, porque son neurálgicos, hacen a la esencia de lo que la Obra supuestamente se trataba.

«El fundador no creía en los intelectuales. Le pasaba algo así como a lo que a Catalina la Grande de Rusia. (...) Su desprecio íntimo hacia los ilustrados no le impedía seguir pasándoles pensiones que le propiciaban un clima de opinión favorable.

»Cuando el fundador decía que había que ganarse a los intelectuales no se refería a que hay que entrar en su terreno de juego, que es azaroso, resbaladizo y proclive a doctrinas poco sanas. Se refería a que hay que tenerlos de nuestra parte. (...)»

»Cuando se refería a que “sois libérrimos en estos campos” se refería a un margen muy estrecho de libertad».

Una verdadera tomadura de pelo, para decirlo suavemente.

Y para el caso de la moda, la misma receta, el mismo cuento. No sólo es una pérdida de tiempo la Opus Dei, sino que además muchas personas perdieron años irrecuperables de su vida. Por eso es un fraude y no tiene justificación admisible, aunque se la pueda decorar con las excusas más inteligentes y cautivadoras.

Claro, así se entienden muchas cosas. Pero… ¡hubieran avisado antes!... podría recriminárseles a los directores y al mismo Escrivá. Claro que si hubieran avisado, ¿quién entraba en la Obra? Esta es la mala fe, el dolo imposible de negar.

La Obra es un tremendo fraude.

Este doble estándar que muchos percibían sin haber vivido cerca del fundador, se confirma una vez más a través de quienes sí vivieron cerca de él, como Gervasio.

Saludos,
E.B.E.




Publicado el Wednesday, 11 April 2007



 
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