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 Tus escritos: El último texto de nuestro teólogo. (Quién me ha visto... Cap.12).- Satur

070. Costumbres y Praxis
Satur :

El último texto de nuestro teólogo, guía y padre espiritual Antonio Ruiz Retegui titulado "Dar la vida por los amigos" ha sido, para mí, un auténtico fogonazo de magnesio en las retinas de mis pupilas. Selecciono unos párrafos que me dejaron especialmente, no sé, con el eje roto.

"Una vez me vino una persona a "informarme" de una hermana nuestra. Decía que sentía la necesidad de darme esa información en conciencia. O sea, como si la conciencia la impulsara a hablar. Pues bien, la información que tenía que darme era que esa hermana nuestra era una mentirosa y una vaga. Esto es una barbaridad. No se puede dar ese tipo de comunicaciones a otras personas. Eso es difamar. Y hay que resistirse a la difamación...

Esto ha de ser así aunque seamos directores. Es posible que en alguna ocasión nos llegue un supernumerario y nos diga cosas de otras personas. La inmensa mayoría de las veces en que las personas hablan de otras lo hacen mal. Hay un impulso muy perverso, enraizado en el corazón que es la crítica, la difamación, la comunicación de detalles más o menos negativos de otras personas.

Una vez me vino una supernumeraria para decirme, por indicación de su directora, que su esposo veía a veces películas inconvenientes por la noche. Me parece monstruoso, contrario a la naturaleza de las cosas, y que por tanto ninguna conveniencia superior puede justificar, que una esposa, que comparte la intimidad con su esposo, lo denuncie. Lo que se debe hacer es decirlo a él, y luego callar."


Lo de "informar" así, a pelo, impelido por la "conciencia", es algo muy habitual, pero mucho, en las personas de la obra del opus. Yo mismo informaba movido siempre por ese buen espíritu que anima a la delación fraterna. Ruiz no habla de la corrección fraterna; trata del que, socapa de estar haciendo la charla, o haciendo una confidencia en un ámbito de confianza y colegui, te suelta un dardo envenenado sobre actitudes, modos o procederes de un tercero. Una chivateo, un cotilleo de aldeanos, una difamación provocada por la envidia, por los celos, por esas cosas sucias y feas que todos tenemos sembradas dentro. Eso de chivarse pasa dentro de la opus y fuera -fuera digamos que con más mala uva, a degüello y sin ir de buena persona (a veces)-, pero es que dentro se hace en nombre de la preocupación por la santidad toda de mis hermanos todos, porque veo bullir la sangre de Cristo en esa alma, pobrina. Y vas y dices:

- Poyales es muy apostólico, de verdad, y se le ve un tipo entregado, pero es muy superficial, se queda en la epidermis de los asuntos, es frívolo, y eso la gente de su grupo lo nota... se debería preparar mejor las cosas, estudiar más, leer libros que le formen, y no andar leyendo siempre el Marca y citar folletitos de Mundo Cristiano Juvenil en las charlas del curso anual.

O sea, que Poyales es más tonto que mear en un porrón. Allí no puedes decir eso de "hazle una corrección fraterna" porque si es tonto es tonto, y donde no hay mata no hay patata.

Lo de las supernumararias chivatas y pedorras, con indicación de la directora o sin indicación de la directora, eso es epidémico. Allí tuve el flash: me vivieron chuzos de recuerdos, a cada cual más pintoresco, ridículo y, en ocasiones, tristes. Se hace y mucho, y eso no lo para ni Isidoro Zorzano cuando se peló al cero el cabolo, colegui, tronco, pil pil.

Retegui cuenta lo del esposo que ve penículas inconvenientes -vete tú a saber qué entendía la señora esposa y su directora por penícula inconveniente, dudo mucho que fuese "El Castillo de Metesaca"; ¿quizás sería "Pili y mili en el Oeste" o " Sisí Empelatriz"? (que lleva unos escotes, como si dijéramos, tipo hucha de Caja Laboral). ¡¡¡Cuánta tontería, Dios mío!!!.

A mi me llamó una supernumeraria despechada con su novio, también supernumerario, recién cortada la relación de cinco años, cinco, y me contó de todo: un chulo, un creído, no hacía las normas, trataba mal a sus padres, un guarro, que parece mentira que sea de la Obra de Dios, una vergüenza para la Prelatura y para el género humano... La verdad es que tenía de razón, pero... ella se ha casado con un supernumerario y él, lo mismo. Lo mismo en que se ha casado, pero no con un supernumerario,¿eh?, con una supernumeraria que, supongo, ahora estará torrando a su directora, al cura, y al director del crápula, con historias para no dormir.

Otra supernumeraria, esta era íntima de una numeraria muyyyy santa, de las primeras, que le aconsejaba que se lo dijera al sacerdote de su marido, un sacerdote muyyyyyyy sonao, y este un día le dijo que me lo comentara a mi -entonces director muyyyyyyy atontado del supernumerario. Me llama llorando: "¡¡¡No te cases nunca, Satur, no te cases!!!. ¡¡¡Es todo una mentira, una jaula, una prisión!!!. Poyales me pega, me humilla, me, me, me... ¡¡¡MÉÉÉÉ!!!

- ¿Qué Poyales te pega?.

- Poyales es un tirano. ¡¡¡No sabéis quién es Poyales!!!. No es lo que parece, no, os tiene engañados

La verdad es que Poyales parecía el hermano gemelo de la Madre Teresa de Calcuta y costaba imaginárselo a mangazos con su señora. Pero, en fin, hablé con Poyales.

- Oye, Poyales, ¿qué tal con tu mujer que hace mucho que no me hablas de ella?

- Fantástico, supercalifragilístico espialidoso. Si no fuera por ella... la quiero como el primer día.

- Que suerte, Poyales, da muchas gracias a Dios, que eso es una suerte, campeón.

- Pues de sí.

- Bueno, de examen particular quiérela más, pero como espiritualmente. Encomiéndala mucho.

En fin, con su pan se lo coman. Grave asunto éste- de los más graves. Porque, como dice el de refrán, "si en el sexto no hay perdón y en el séptimo no hay rebaja, el Cielo va a estar lleno de paja"... Pero esto de la difamación, de la calumnia, de la suficiencia al juzgar, del mirar sin indulgencia, del no comprender, no perdonar, no amar... todas esas cosas que Dios sólo perdona si uno sabe perdonarlas de corazón, que dependen más de nosotros que de Dios, "cada vez que lo hicisteis con uno de estos...", todas esas cosas cuya solución pasa por nuestro corazón, y no por el maestro armero -institucionalizado o no-, huy, huy, huy, como el pájaro: allí sí que nos la jugamos.

Ahora nadie me llama. No me entero de nada; antes de seguida me enteraba de algo: contaban conmigo, con mi criterio, mi saber, mi sentido común, mi experiencia.

La Piedra y yo a veces discutimos, o nos enfadamos, incluso hay días que le partiría la columna vertebral. Son tonterías, pero sé que no irá a no sé qué convivencia y dirá que Satur cuando se enfada dice "¡¡¡mecagüen la madre que parió a Panete!!!", o "¡¡¡a que me voy a las misiones, ¿eh?, a que me voyyyyyyyyyyyyy!!!". Y yo descanso sólo de pensar que no tengo que ir a no sé quién a decirle que La Piedra me insulta y me llama " Pímpím", así, con acento en las dos íes.

- Anda, calla. Pimpím.

- ¿Cómo me has llamado?, ¿cómo me has llamado?

- PÍMPÍM, que eres un PÍMPÍM.

- ¿Pímpím yo?. Y tú tienes la enfermedad del tordo, a ver si te enteras, listilla, la enfermedad del tordo: cabeza pequeña y culo gordo... ¡¡¡Pimpina!!!.

Y así se nos hacen las tantas hasta el día siguiente,que no te acuerdas de nada. El amor, como decía Paul Jhonson, tiene una mala buena memoria.

La solución está en el Padrenuestro, es mi secreto. Lo rezo y medito a diario y allí le pido:... no me dejes caer en la tentación más líbrame de La Piedra. AMÉN. AMÉN.


Publicado el Sunday, 22 February 2004



 
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