Me ha llamado la atención una noticia que daba la web oficial del Opus Dei el pasado 23 de febrero, sobre una iniciativa emprendida en Internet por el grupo Educativo COAS. Ahí puede leerse que en los colegios promovidos según las orientaciones de san Josemaría, siempre tratan de mantener un orden en el que primero son los padres, después l@s profesores/as y, finalmente, l@s alumn@s.

            Quienes conozcan de cerca la realidad de esos colegios, no tendrán mucha dificultad para advertir que nada es más lejano a ese ideario. En la Obra suelen decir que son colegios promovidos por padres responsables; cuando en realidad son promovidos por la institución, que crea sociedades interpuestas para que figuren como titulares. Pero ahí los padres no mandan nada; sólo están para aportar las fuertes sumas que han de abonar para tener a sus hijos en esos colegios. Y, teniendo en cuenta que el criterio determinante para mantener a los hijos ahí es disponer de ingresos suficientes, esos padres no suelen interesarse por la formación cristiana, siendo bastante reticentes ante los intentos de adoctrinamiento que realizan las correspondientes directivas.

            Tampoco pintan demasiado l@s profesores/as. En cuanto llevan un tiempo y han sido testigos de actuaciones cristianamente incoherentes, se inhiben y o acaban marchándose o, si no les queda más remedio que quedarse para sobrevivir, permanecen calcinad@s y resignad@s a poner cara de póker cada vez que l@s directiv@s les vienen con una de sus soflamas.

            Entonces, ¿son l@s alumn@s lo primero? Tampoco. Lo primero son los intereses institucionales, porque lo que buscan de es@ alumn@s es captarles para la Obra.

            Y así, una institución que en términos mayoritarios ha renunciado al apostolado personal de sus miembros y al apostolado corporativo con jóvenes, limitándose a intentar captar adolescentes y niñ@s; una institución que ha puesto sus esperanzas de vocaciones en las que puedan conseguir en los colegios, va comprobando día tras día la esterilidad de sus esfuerzos. Al no vivir lo que enseñaba su Fundador, se encuentran cada día más quemados.

            Lo que me asombra es que, a pesar de que no les salen las cuentan desde hace muchos años, no rectifiquen. Las campañas del Prelado acerca de las 500 vocaciones demuestran que son conscientes del problema. Pero ellos prosiguen en el sostenella y no enmendalla. ¿Por cuánto tiempo?

                                                           Trinity