Hola a todos,

Ayer leí el escrito del pasado viernes de mi amigo escriBa que me dejó bastante tocada, la verdad. No porque salgan a relucir cosas nuevas que la puedan escandalizar a una, sino porque da tantos datos que las actuales aberraciones proselitistas del Opus Dei casi se tocan con la mano. La frase que se me venía a la cabeza una vez detrás de otra mientras leía el sustancioso escrito era: “cómo se puede caer tan bajo???”. No he encontrado respuesta. Es más me temo que todavía se puede caer más bajo, así que estemos preparados para escuchar más de este estilo… Solo me cabe la esperanza de que, como tantas veces ocurre en la vida, el Opus Dei tenga que tocar fondo antes de tirar para arriba, cosa que realmente sería de desear pero que tengo inmensas dudas de que vaya a ocurrir, porque la actitud que demuestran es arrogante, y desde la arrogancia es difícil cambiar nada. Al menos desde dentro.

Bueno, pues después de leer el escrito, Agustina nos recomiendaen una nota al correo de Un amigo leer un pequeño añadido a ese escrito que se publicó en la actualización del lunes. Y parte de este añadido me afecta personalmente, porque yo soy una de las que dejó el Opus Dei por iniciativa del mismo Opus Dei, o si lo queréis en castellano, porque me tiraron de una patada después de chuparme la sangre en nombre de Dios durante más de cinco años, porque un buen día "vieron las directoras" que no tenía vocación. Eso me convertiría al parecer en una de esas personas a las que se podría intentar acercar o incluso incluir sin su consentimiento en la Asociación de Cooperadores de la Prelatura, con la sana intención de que en algún momento yo decidiera ayudar económicamente o de alguna otra forma a la misma. Reconozco que el primer impulso ha sido decir algún taco, pero me he repuesto bastante bien y he optado por reírme…

Quiero aprovechar este escrito en este foro libre de opinión para adelantarle a los señores directores del Opus Dei incluido su Prelado lo que pienso al respecto de esta iniciativa que me consta que es cierta, por si en un momento de enajenación mental transitoria (Dios no lo quiera…) decidiesen incluirme a mi en esa Asociación antes de que les llegue la carta que voy a mandarles por correo certificado.

Estimado Prelado, Directores varios, Señoras, Señores,

NI SE LES OCURRA incluir a Mª Isabel Sala Roselló (después de casarme y por respeto a las costumbres del país de mi marido, Isabel Nath) en ninguna asociación que tenga directa o indirectamente la más mínima relación con el Opus Dei, marca registrada. No digan jamás que yo les autoricé a hacerlo, porque ni con enajenación mental transitoria o permanente lo haría. Y de incluirme después de saber por el presente escrito que yo me niego a que lo hagan, sepan que estarán cometiendo un delito con premeditación y alevosía, y que en el juzgado nos veremos las caras. Y en la TV posiblemente también, al menos la mía. Todo su entramado de contactos en los medios de comunicación me importan menos que nada; España sigue siendo un estado de derecho y hay medios de comunicación con mucha audiencia que no los pueden ni ver a ustedes y a su Prelatura, creanme.

Y por favor, no sean tan ingenuotes de pensar que aunque me incluyan en sus listas y Asociaciones varias no pasa nada porque no me voy a enterar. Tampoco se les podía pasar por la cabeza hace no tanto tiempo, que todos sus documentos secretos serían hoy públicos gracias a la Web Opuslibros. Gracias a Dios su cesta de manzanas podridas tiene bastantes sin gusano, así que no cometan errores de colegio, que antes se coge a un mentiroso que a un cojo.

Este escrito no pretende ser amenazante, solo informativo, para que una vez conocida mi posición al respecto puedan ustedes tomar libremente las decisiones que consideren más oportunas. Y responder por ellas.

Por cierto, alguna persona amable que me sugiera cómo mandar una carta al Prelado y al Consiliario de España (o como se llame ahora) para que haya más probabilidades de que la lea… Gracias…

Aclaradas las cosas, me queda solo desearos que paséis todos un buen día.

Un abrazo a cada uno,

Isabel Nath