Hola a todos,

Me había propuesto no escribir nada más acerca del tema de las acusaciones hechas con nombres y apellidos y de las arriesgadas suposiciones que hacen algunos en esta Web, entre otros Ana Azanza, pero el correo de la misma Ana de ayer miércoles y el de apoyo de Carmen Charo del mismo día, me mueven a escribir lo siguiente.

Carmen Ch., amiga queridísima, ya sabes que me da igual que disientas de mi forma de pensar hasta la estratosfera porque no voy a dejar de quererte ni voy a dejar de respetarte ni un pelo por ese motivo. Pero tampoco puedo quedarme callada, porque el que calla otorga, y ya sabes que yo otorgo lo justo… (quemada que se quedó una de tanto otorgar, qué le vamos a hacer…)...

Hay un par de párrafos de tu correo del miércoles que no comparto prácticamente nada, y son los siguientes:

El que no arriesga nada, no pierde nada. Y Ana ha puesto todo lo que tiene en la balanza, está ella al completo con todo lo que tiene frente al monstruo demoledor de la obra. Nadie ha dado más.  Veo en ella, lleno de vida, el mismo compromiso radical que le llevó a entregar su vida a Dios en el Opus Dei. Es merecedora de todo el respeto porque nadie ha dado más. Yo no he conocido a nadie que lleve hasta tal radicalidad su compromiso y su lealtad con un ideal.  Su valentía, su total ausencia de miedo, y su compromiso a muerte con la verdad nos debieran hacer pensar. Nadie está obligado a hacer lo que no puede, pero tampoco nos tiremos en plancha sobre quien vive a la intemperie por abrir camino a los demás.

Ana dice verdades como puño (…)Pero Ana ha dado la cara ante tanta mentira y abuso de forma heroica, riéndose del miedo, cosa que no hemos hecho ninguno. Por eso os pido respeto hacia su persona y comprensión para lo que puedan parecer o sean errores.

Estando de acuerdo en que el que no arriesga no pierde pero tampoco gana, no puedo compartir en absoluto que nadie ha dado más que Ana Azanza porque se ha puesto al completo con todo lo que tiene frente al monstruo demoledor que es el Opus Dei. Cuando leo esto me da la sensación de que estás hablando de Jesucristo Señor Nuestro, Carmen, en lugar de estar hablando de un ser humano normal y corriente… ¿Como es posible medir cuánto damos cada cual?. ¿Porqué se supone que da más el que dice más nombres?. ¿Porque se da por supuesto que el que dice menos nombres (o ningún nombre) es que tiene miedo?, ¿o que no quiere dar más?, ¿o darlo todo?. Para empezar, ¿porqué hay que darlo todo?. ¿Cuánto hay que dar?. Todo esto me está empezando a recordar demasiado mi paso por el Opus Dei, palabra; es el mismo planteamiento pero con los argumentos cambiados, algo así como el negativo de la foto… En los últimos días me da la sensación de estar viviendo en un mundo irreal, como los sueños, respecto a este tema.

Da la sensación una vez más como decía Elena, de que algunos solo contemplan una forma correcta de salir del Opus Dei (igual que los del Opus Dei solo contemplan una forma correcta de ser cristiano normal y corriente, la suya), y es la forma radical y rompedora. Esa es la correcta, la mejor, la más valiente, y los que no la adoptamos somos menos valientes, menos comprometidos con la verdad, menos dignos de respeto ¿?¿?¿?¿?. De las intenciones que hay en el corazón de cada uno cuando hace o dice (o no hace y/o no dice) algo, solo cada cual y Dios saben, y por lo tanto los demás no podemos entrar a juzgar. ¿Cómo sabemos el motivo por el que una persona no dice los datos concretos que tiene a menos que ella lo diga?. Y cuando lo dice, ¿porqué no le creemos a menos que diga lo que nosotros pensamos?. ¿Porque se da por supuesto que no se atreve a decirlos?, ¿o que no quiere arriesgar su bienestar o su trabajo?. ¿Porque no se nos ocurre pensar que quizás le encantaría decir su nombre y si no lo hace es porque para ella son más importantes los sentimientos de sus padres (por ejemplo) que sus ganas de decirlo?. Pero no, le ponemos la etiqueta de ‘menos valiente’ (por decirlo suave) que es más rápido, y a otra cosa.

Como ya he dicho que yo de lo único que estoy realmente segura es de lo que yo pienso, de lo que yo siento, de las intenciones que yo tengo, puedo concretar lo que estoy diciendo de la siguiente forma: no doy nombres aunque recuerdo muchos, porque no quiero. ¿Porque no quiero?: porque me parece que no ayuda en nada, y sin embargo daña de forma brutal el derecho a la intimidad de otras personas. También porque acusar a alguien de algo feo sin que esté presente y pueda decir qué pasaba por su cabeza y su corazón cuando hizo o dijo tal y cual, me parece poco ético. Además no me parece una Web, aunque sea la nuestra, el sitio de hacerlo. Ya he dicho que si la autoridad competente un día me dice que necesito dar datos concretos para que mi testimonio tenga validez, los daré, pero siempre que se me garantice un uso de los datos que yo doy que a mí me parezca aceptable. No me parece ético dar datos aquí y ahora y por eso no lo hago, aunque en ocasiones estoy muy tentada de hacerlo (sobre todo cuando entra alguno de la Prelatura diciendo chorradas varias). Doy mi nombre, mis apellidos, mi foto (2), mis opiniones. Pero solo las mías. No considero que yo sea más valiente que los demás por hacerlo. Lo hago porque pienso que debo hacerlo pero no me supone ningún esfuerzo porque no tengo miedo, lo que me hace pensar que quizás a otros que también lo hacen tampoco les supone ningún esfuerzo. No tengo el más mínimo miedo a represalia alguna, ni a la acción de las fuerzas del mal, ni al fuego abrasador del monstruo de las siete cabezas, por lo tanto no veo que esté demostrando ninguna valentía extra al hacerlo.

¿Estoy poniendo menos carne en el asador por este motivo?. Yo creo que no. Tengo un horario aterrador, y a pesar de él dedico muchas horas a leer lo que escribís los demás, a escribir lo que me parece que debo escribir, a contestar correos varios, a entrar al chat a ayudar en lo que pueda. A costa de mi poquísimo tiempo libre, ese que uno dedica a hacer las cosas que le gustan. Pienso que es complicado decir que no estoy poniendo toda la carne en el asador. Y no soy la más chachi de la pandilla, me consta que hay muchos en situaciones similares o peores que la mía que hacen lo mismo que yo o más.

Pienso que lo realmente importante para andar esta vida es intentar hacer las cosas de forma inteligente, no solo valiente. O no solo provocadora. O no solo destructora. Hay que saber ponderar nuestras acciones y omisiones, y ver con cuales de ellas podemos hacer más bien, o al menos un mal menor. Te puedo asegurar que para mí es infinitamente más fácil empezar a dar datos y nombres que escribir y describir situaciones concretas sin darlos. Decir todos los nombres que recuerdo no me da el más mínimo miedo, con lo cual si los dijese no estaría mostrando valentía alguna. Esto se puede extrapolar.

Ana ha escrito aportaciones muy brillantes para esta Web (me perdonáis que no las busque, pero no me da tiempo; además hay muchas), hablando claro y llamando a las cosas por su nombre. Ya dije que me parece de agradecer y yo personalmente se lo agradezco, pero eso no justifica una supuesta carta blanca para tirar al pato cada dos por tres.

Dices que Ana se compromete a muerte con la verdad y que esto nos debería hacer pensar. Yo no sé con que se compromete porque no la conozco tanto, pero sé que recientemente ha hecho extrañas conjeturas acerca de la muerte de algunas personas, y también recientemente Unamigo se las ha tirado por el suelo demostrando que lo que ella argumentaba era del todo falso. De momento no he leído por ninguna parte un reconocimiento de que esto sea así, una disculpa, ni nada que se le asemeje si lo leemos con buena intención. No solo eso, arremete ahora con otros nombres y similares argumentos. A mí eso me resulta cuanto menos sorprendente, y contradictorio con ese afán de dar datos a troche y moche para sacar a relucir la verdad, convertida en el bien más absoluto para alcanzar el cual puede uno pasar por encima de cualquier cosa e incluso de cualquier persona. ¿Qué pasa, que lo que contamos sin dar nombres concretos no parece cierto?, ¿que se duda de toda afirmación que no lleve nombre y dos apellidos colgando?. Y al contrario, ¿el hecho de añadir nombres y apellidos a nuestras afirmaciones las hace ciertas?. Me parece que Unamigo ha dejado claro que no, que los nombres y apellidos no son garantía de veracidad.

En eso que mencionas del compromiso radical y etc sí estoy bastante de acuerdo, aunque pienso que cometido un error y conocidas sus consecuencias, lo sabio quizás sería rectificar para no volver a caer en lo mismo. No creo en radicalismos, suelen ser bastantes destructivos; como muestra un botón. Y poco respetuosos y poco amantes de la libertad de los demás. Respecto a los ideales, me parece que la crítica y revisión periódica de los mismos es altamente recomendable para todos. Además de estar enfrascados en la pelea por los ideales, de vez en cuando es interesante levantar la vista y mirar alrededor y al horizonte, porque si no existe un riesgo importante de perder la perspectiva y las referencias y, por ejemplo, seguir peleando cuando la guerra se ha terminado (eso cuentan que paso en algunos lugares de España al acabar la guerra civil…).

Lo de que Ana vive a la intemperie para abrirnos camino a los demás, me gustaría que me lo explicases un poco más Carmen, porque de verdad que no entiendo para nada a qué te refieres… Estoy convencida de que nada de lo que dice o arriesga lo hace para abrirme a mi camino alguno, por ejemplo. Para abrir camino a otros lo desconozco. Y yo personalmente no me he tirado en plancha encima de nadie, de Ana tampoco, solo he defendido la fama de alguien que ha sido atacado de forma injusta (Jacinto Choza) y he criticado el método empleado para hacerlo, que no es la primera vez que se utiliza precisamente, ni la primera vez que yo lo critico tampoco.

Que Ana dice verdades como puños es cierto, eso nadie lo duda (creo), y pienso que es bueno que lo haga. Yo también me identifico con algunas de las cosas que dice, y otras aunque no las haya vivido me parecen muy plausibles conociendo de cerca el modus operandi del Opus Dei. El miedo que ha tenido que vencer lo desconozco, y lo heroico de su forma de actuar también, seguramente mucho, pero eso no la justifica para esparcir bulos infundados o fundados que lastiman la fama de otros. Eso es lo único que me parece que se está cuestionando aquí. Pienso que salvo algún mosqueo puntual y bastante comprensible, nadie se ha dirigido a ella con falta de respeto a su persona, pero cuando respetas a alguien esperas una cierta reciprocidad: que te respete a ti, a tu familia, a tus amigos, a tus intenciones, a tus sentimientos, a la veracidad de lo que cuentas y la forma en que lo haces, a tu forma de vivir la vida, que de entrada no es mejor ni peor que la suya, es diferente…

Pero ocurre que cuando uno siembra vientos, a veces recoge tempestades... That’s all falks!.

Un abrazo para cada uno (en especial uno muy grande para Carmen Charo),

Isabel Nath