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 Correos: Fin de las vacaciones, puesta al día de lo publicado.- Armando

060. Libertad, coacción, control
Armando :

 Las vacaciones han llegado a su fin, en el transcurso de las mismas he tenido la oportunidad de conocer a algunas lectoras y  lectores de esta página; han sido momentos muy entrañables en los cuales he aprendido mucho y sobre todo, he desmontado muchas cosas en las cuales creía. Los fantasmas del pasado han sido superados y puedo decir que las pesadillas han desaparecido del todo. Agradezco a todas y a todos los que me permitieron un poco de su tiempo para poder departir con cada uno, así también a los que estuvieron pendientes de mi viaje y me acompañaron por el “ciberespacio”, preocupándose por mi paradero.

 

La vuelta ha supuesto ponerme al día en lo que se ha publicado durante mi ausencia en opuslibros. Me he encontrado con la sorpresa muy grata de un debate intenso sobre la inocencia de los que en su día tuvieron cargos de gobierno en la Obra. Jacinto nos ilustra magistralmente sobre el tema y como alguien ha dicho muy acertadamente, son textos que hay que leer una y otra vez, reflexionarlos y trabajarlos. La analogía de los personajes contemporáneos que hace Jacinto me parece brillante porque arroja mucha luz a lo que hemos venido discutiendo y leyendo en la web. Como bien dice el autor, no es un análisis histórico, pero al colocar históricamente la figura del fundador en relación a otros personajes contemporáneos suyos, nos permite tener una perspectiva que sale del ámbito del Opus Dei, para colocarlo dentro de la generalidad de la sociedad de su momento.

 

Enumerar la copiosa información que ha sido publicada en la web resulta una tarea titánica, porque la riqueza de contenidos es monumental. Pero quiero detenerme en unos cuantos artículos para centrarme en uno a quien quiero responder con mucho respeto.

 

Rocaberti trata un tema crucial y es el del miedo, no sé si antes se ha escrito algo al respecto, pero es evidente que muchas cosas las hicimos sencillamente por no disgustar, por evitarnos la amonestación de rigor sobre todo –en mi caso-, los constantes interrogatorios a los que era sometido por cualquier falta. El ir de dirección a la habitación del sacerdote y nuevamente realizar ese trayecto de vuelta, era agobiante, por más que uno quisiera pensar que tenía nervios de acero, esos momentos eran tortuosos y el resultado era quedar totalmente agotado ante tanta pregunta, tanta insistencia en hacer que uno dijera lo que ellos querían escuchar. Y es precisamente sobre el tema del miedo lo que también convendría profundizar, para superar esa etapa que queda en el fondo del ser y que es difícil dejar atrás.

 

Ruta de Aragón detalla en su escrito el “código de honor”. Él lo refiere a los centros de numerarios, pero también en los centros de agregados se presentaba ese fenómeno. En los momentos en que alguno era sometido a los interrogatorios que he descrito someramente en el párrafo anterior, los demás del grupo se replegaban y dejaban al susodicho completamente solo. Las tertulias eran terribles en un ambiente así, el poco caso que te hacían o la censura constante a lo que dijeras eran las formas de darte a entender que estabas mal.

 

Aquí he enumerado dos momentos negativos si se quiere, pero en ningún momento los describo con rencor, ni con amargura, sino simplemente como hechos reales que sucedieron. Igual con la subjetividad que comporta el que sea una parte la que cuente su versión y no sea posible escuchar a la otra, no obstante es un hecho real y por tanto, parte importante de la vida que no puede ser negada, ocultada o endulzada con palabras positivas. Y es precisamente aquí donde quiero comentar y responder el artículo de exnume cuando nos exhorta a que seamos positivos, que nos acordemos de lo bueno y dejemos a un lado lo malo.

 

En este sentido creo que los artículos de Oráculo y Jacinto arrojan datos importantes para discrepar sobre la actitud que nos recomiendas. Parto del hecho que es tu opinión la cual respeto pero no comparto. Y te diré por qué. Me acuerdo que en algunas tertulias se nos permitía opinar o tratar sobre temas que no fueran precisamente apostólicos, es decir de la situación actual del país y cosas así; yo por profesión o por carácter o ambas cosas, siempre solía ser muy crítico en muchas situaciones tanto a nivel local como internacional. Especialmente con el tema de la geopolítica después del 11 de septiembre. Pues bien, un numerario ya mayor solía decirme que no fuera tan negativo, que solo señalara lo positivo, porque el decir lo negativo era demostración de poca presencia de Dios.

 

A esto pregunto ¿la realidad está compuesta únicamente de hechos positivos?, si la respuesta es no ¿lo negativo –lo que algunos denominan así- al ser parte de esos hechos, debe ser anulada para explicar en forma gratificante los acontecimientos?. Es decir, en la realidad misma se presentan ambos factores, no es dable uno sin la presencia del otro. Y si lo que se desea es explicar una vivencia, es obvio que lo que llamamos negativo florezca también como parte esencial de ese hecho.

 

Por otra parte, a esta página hemos acudido muchos –por lo menos yo puedo decirlo de mi mismo- en busca de ayuda. En mi caso no pensé que fuera eso lo que buscaba pero la he encontrado. Ese proceso de adaptación a la nueva realidad que nos ha tocado hacer frente al dejar la Obra, comporta una depuración de la memoria, un sacar todo aquello que nos oprimió interiormente durante años y que no podíamos decir porque decirlo significaba falta de visión sobrenatural. Años y años para muchos exnume, callando, tragando y aguantando en silencio todo aquello que querían expresar y no podían. Entonces, aunque comprendo tu inquietud no puedo estar de acuerdo en secundar esa especie de censura que sugieres en tu mail.

 

La lectura de tu texto me hizo recordar a ese numerario mayor que siempre corregía mi forma de explicar las cosas y al confrontar tu texto, con los de Oráculo y Jacinto me vienen las siguientes preguntas: ¿El pedir hablar solo de lo bueno que vivimos dentro significa que aún debemos seguir sujetos a los parámetros que se viven en la Obra a pesar que ya estamos fuera de ella?. ¿Tan interiorizado teníamos lo de no hablar mal de “nuestra madre guapa la Obra” que aún estando fuera lo vivimos como si aún estuviéramos en la institución?.

 

En el artículo de Jacinto se nos dice que hay una especie de inocencia en los directores cuando actúan dentro, pero ¿y ya estando fuera?. Creo que en la situación actual no hay tales de poder argumentar inocencia en nuestras acciones para con otros, especialmente para los que escriben en esta web, porque sabemos muchas cosas que antes ignorábamos. El “problema” está que hemos hecho nuestras muchas indicaciones recibidas que aún las reproducimos en nuestro actuar, en nuestro decir y en la forma de ver las cosas. Seguimos ceñidos a lo que en los ámbitos sociales se denomina “lo políticamente correcto” que en la Obra lo traducen en  “es de mal espíritu hablar de la Obra y/o de los directores”. De ahí derivan los llamados a no ser negativos, a no hablar con tanta amargura y un sin fin de reflexiones para salvaguardar la integridad de la Obra y así asegurar que no se habla mal de ella.

 

Desde mi punto de vista, lo más importante es que cada quien se exprese como desea, siempre y cuando se respeten los principios de la educación y la urbanidad, pero dar indicaciones de cómo debe escribir cada uno y qué temas puede tocar y que no, pienso que ya es otra cosa. Claro, el tema en concreto acá es el Opus, pero dentro de ese límite, lo que atañe al mismo puede ser expresado como a cada quien le parezca. Piensa exnume que muchos escriben para sacar lo que llevan dentro, para decir lo que no pueden decir a nadie, por lo cual te ruego comprensión para con ellos y si algún artículo no te gusta, deja de leerlo.

 

Con todo respeto te digo esto, no ha sido mi intención ofenderte ni corregirte la plana, sencillamente darte algunos puntos para la reflexión.

 

Un abrazo

 

Armando




Publicado el Friday, 26 January 2007



 
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