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 Tus escritos: Apuntes (VI): Sobre el escrito de Jacinto Choza.- Idiota

100. Aspectos sociológicos
idiota :

Querid@s amig@s:

En primer lugar, os deseo a todos feliz Año Nuevo. Ya me estaba yo acostumbrando al "dolce far niente" en OpusLibros, cuando el fabuloso escrito de Jacinto Choza viene a interrumpirlo. Después de haber leído algunas de las respuestas que ha recibido, constato con sorpresa que discrepo en lo que nadie parece discutir (1) y estoy de acuerdo con él en lo que muchos discrepan (2). Así pues, me permito hacer pública mi opinión en este escrito, que no pretende ser exhaustivo.

1. Discrepo en lo que nadie parece discutir: Jacinto intenta enmarcar la evolución ideológica (= del espíritu puro, según mi terminología) de la Obra en su contexto histórico sin tener en cuenta el libro, para mí clave, de Joan Estruch. En esa obra se constata que el ideal de la Obra que Jacinto describe como "la santificación en medio del mundo, en el trabajo cotidiano" no existió desde la fundación del Opus Dei, sino que se fue forjando con el tiempo; de hecho, tengo motivos (que ya he expuesto en escritos dispersos) para creer que, en su formulación actual, es posterior al Concilio Vaticano II. Así pues, mientras que para Jacinto "el carisma quedó ya completamente olvidado y sepultado por la alarma ante el caos de la [I]glesia", para mí hay dos "carismas": uno, del cual no sabemos casi nada (por "olvidado" y "sepultado"), que es el del Instituto Secular hasta 1958/1964 y otro, del que creemos saber casi todo (por haber sido objeto de "alternación", cf. Estruch), que es el que suscribe la actual Prelatura Personal desde 1958/1964. El libro de de Fuenmayor, Gómez-Iglesias e Illanes (¡qué a tiempo ha salido la recensión de Rocca!) es un estupendo ejercicio de "alternación" (ver mi escrito del 05.12.2005).

San Josemaría, en la conferencia que dio el 17 de diciembre de 1948, presenta los fines del Opus Dei de esta manera (es el texto que también cita Agustina):

El fin general del Instituto es la santificación de sus miembros, por la práctica de los consejos evangélicos y la observancia de las propias Constituciones. El específico es trabajar con todas sus fuerzas para que los intelectuales se adhieran a los preceptos y aun a los consejos de Cristo Nuestro Señor, y que los lleven a la práctica; y de este modo fomentar y difundir la vida de perfección en el siglo entre las demás clases de la sociedad civil y formar a hombres y mujeres para el ejercicio del apostolado en el mundo". (Escrivá, Societas Sacerdotalis Sanctae Crucis et Opus Dei, Romae, 1948, § 2.)

El Opus Dei, en su actual página web, los presenta de esta otra:

Su misión [= del Opus Dei] consiste en difundir el mensaje de que el trabajo y las circunstancias ordinarias son ocasión de encuentro con Dios, de servicio a los demás y de mejora de la sociedad. El Opus Dei colabora con las iglesias locales, ofreciendo medios de formación cristiana (clases, retiros, atención sacerdotal), dirigidos a personas que desean renovar su vida espiritual y su apostolado.

Se trata de "casi lo mismo", pero con distintos acentos. Por poner otro ejemplo: Mientras que para José María Hernández de Garnica (1956) la "santificación del trabajo" sólo se merece seis páginas al final de su libro Perfección y laicado, José Luis Illanes (1964) no tiene inconveniente en titular un artículo y luego un libro entero La santificación del trabajo, tema de nuestro tiempo. El análisis que hace Estruch de la evolución histórica de los índices analíticos de Camino es lo suficientemente genial como para que yo le deje amplia cancha, una vez dicho esto.

El gran problema que surge no es, pues, de espíritu, sino de praxis: El Opus Dei ha cambiado su espíritu, pero ha conservado intacta su praxis. Por poner un ejemplo: Si se leen los Artículos del Postulador de la causa de beatificación de Isidoro Zorzano, que son de 1948, es casi imposible advertir diferencias entre la praxis atribuida a éste y la praxis que se vive hoy en día. Existen dos graves consecuencias de esta fundamental paradoja: la separación entre espíritu y praxis (ver mi escrito de 25.02.2005) y la ocultación de esa separación ante propios y extraños. El resultado es sobrecogedor: en los miembros situados entre cúpula y base se produce una escisión dolorosísima entre espíritu y praxis que, a causa de la desinformación existente, es imposible objetivar; en el resto de los miembros se produce una gran incomprensión hacia las personas que sufren y/o que se van y el público en general se pregunta con Satur: ¿Alguien sabe qué es el Opus Dei?

2. Estoy de acuerdo con Jacinto en lo que muchos discrepan: Según Estruch, "toda la obra de monseñor Escrivá de Balaguer constituye una ilustración extraordinaria y fascinante del clásico axioma weberiano de las 'consecuencias no previstas' de una acción". En el caso presente, está claro que al abandonar el modelo de instituto secular y sustituirlo por el de lo que llegaría a ser el de prelatura personal, introdujo la escisión entre espíritu nuevo y praxis vieja, sin pensar en las consecuencias que ya en el Evangelio se predicen para quien obra así: "Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, el vino se derrama y los odres se pierden. ¡No, el vino nuevo se pone en odres nuevos, y así ambos se conservan!" (Mt 9, 17). Así pues, desde un punto de vista histórico hay que apoyar e incluso ampliar la tesis de Jacinto, a saber, que la cúpula del Opus Dei ha actuado en casi todo el tiempo no sólo con la inocencia que "es la mera y crasa ignorancia del mal" sino con la que es la "mera y crasa ignorancia" de las consecuencias no previstas de las propias decisiones (en el sentido de "no saber", pero también quizá en el de "no querer saber" del inglés).

De todas maneras, si analizamos nuestra propia experiencia de "inocencia como ignorancia", no nos resultará difícil darle la razón a Jacinto. Creo que todos los que hemos pasado cierto tiempo en la Obra (y en esta página no faltan quienes han estado veinte años y más) somos conscientes de que todo lo que dijimos e hicimos lo dijimos e hicimos con la mejor de las intenciones y con la más crasa ignorancia de sus implicaciones psicológicas, teológicas y canónicas. Por poner otro ejemplo: hace poco leí el libro de Ana Azanza y, a mi modo de ver, su testimonio confirma el argumento en toda la línea.

Con respecto a los directores, tampoco es difícil imaginarse lo que ya escribí hace casi dos años (25.02.2005):

Y, si lo miramos bien, comprobaremos que, en la mayoría de los casos, los directores eran buenas personas y lo hacían con la mejor intención del mundo (avalada por documentos como las citadas glosas) y "por nuestro bien", quizás siguiendo el viejo refrán que asegura que "quien bien te quiere, te hará llorar". ¡Nos habrán visto llorar y habrán pensado que nos estaban queriendo mucho!

En ese mismo escrito explico mi comprensión de cómo se llega a paradojas y contradicciones entre espíritu (nuevo) y praxis (vieja), sin tener la más mínima idea de cuál es el origen histórico del desaguisado. Tal comprensión se basa de modo implícito en un doble dogma tan importante o más que el del origen divino de la Obra: es el dogma de la continuidad histórica del espíritu que encuentra su realización práctica en el dogma de la continuidad "ontológica", necesaria, entre espíritu y praxis. Este dogma implícito se demuestra, por ejemplo, en el absoluto y total convencimiento del numerario de que vive una vida "secular" "en medio del mundo" a pesar de todas tener todas las pruebas en contra (cf. mi escrito de 29.08.2005 sobre 'los monjes' del Opus Dei).

Con esto no me cierro a la posibilidad de que haya directores cínicos, que encuentren deleite en el ejercicio abusivo de su poder (cf. mi escrito de 10.07.2005 sobre abuso espiritual); pero está claro que, aunque alguno de ellos llegara a hacer la charla con cualquiera de nosotros, ninguno se podría arrogar el derecho de juzgarlo y/o condenarlo (en aplicación de mi escrito de 14.09.2005).

Y, colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Con un efusivo abrazo para Jacinto y para tod@s

Idiota

 

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Publicado el Wednesday, 10 January 2007



 
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