Despues del chaparrón que le cayó a Tomás por su artículo me parece que sobran comentarios. Fui de la obra desde los 17 hasta los 24 años y ahora tengo 30.

Era una de las poquísimas que se planteó hacer una carrera, no sin antes "sugerirme" que estudiara en el Centro superior de hostelería de Galicia. Pero gracias a Dios no me admitieron y sí lo hicieron en la universidad. Estudié Historia del Arte.

De aquellas (y hablo de 1994 más o menos) era rarísimo que una nax [numeraria auxiliar] estudiara una carrera pero yo quería hacerlo y allá que fui. Al mismo tiempo (todo esto lo miro desde una perspectiva de hace varios años) había una especie de afán interior porque las auxiliares no fuéramos bobas por así decirlo. Las tertulias nos las pasábamos en plan anécdotas de lo que me pasó cuando salí a tirar la basura... etc Patético. No sé si cambió mucho la cosa pero en mi centro de estudios éramos siete y dos hacíamos carrera. Las otras cinco Hostelería (Ciclo de FP).

No puedo cumplir mi sueño, que era ser profesora de la Universidad, porque mi vocación era ser nax pero curiosamente resulta que Dios no me quería en la Obra. Y yo no quería volver a casa porque sabía a lo que me exponía. Curiosamente (otro aplauso para el de Aquino) me sacaron por la puerta que se usaba para sacar la basura. No esperaron a que el tren arrancara.

Recuerdo ahora el día en que lo vi claro.Estaba con la delegada de las Nax de la región de Castilla (no sé ahora si el término es el más adecuado). Tenía frecuentes ataques de pánico y ansiedad generalizada así que tras mis dosis de pastillas y de contarle mi vida interior a media delegación,me dijeron:

"Vete al oratorio a ver que quiere el Señor de tí"

Y estando en el oratorio de lujo el Señor me dijo;

"¿No ves que ellas quieren que te vayas?"

Y aquí estoy. Con una carrera hecha. Con unas oposiciones de subalterno sacadas pero con bajas de meses por depresión. Si, y todo por miedo, porque no sé vivir.

Para mí esa es mi esclavitud. ¿Sabes?Todas las semanas tengo pesadillas con respecto al Opus y la pesadilla es simplemente que estoy allí de nuevo.

Gracias por todo lo que me cuesta vivir.

Gracias porque no pude ejercer lo que quería.

Gracias porque no tengo amigas ni amigos.

Gracias porque no confío en nada ni en nadie.

Gracias porque cuando el director del Instituto me llama a su despacho aún pienso que me van a hacer una corrección fraterna.

Gracias porque con 30 años tengo una mentalidad de 60.

Gracias porque somos del mundo y estamos en medio del mundo pero mi trabajo ideal sería estar en un sótano sóla ordenando libros.

Gracias porque no sé tratar con la gente.

Gracias por quedaros con lo mejor de mi vida.

Gracias porque Dios para mí es el gato que espera al ratón para atraparlo en cuanto salga de la ratonera.

Dales a todos las gracias de mi parte.

Irínida