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 Correos: ¿Libertad de qué?.- Conchi

070. Costumbres y Praxis
Conchi :

¿Libertad de qué?

Conchi, 22 de noviembre de 2006

 

De verdad que me alegro de que este chico, Cuatropes, sea tan libre, lo digo sinceramente, porque yo no lo fui. Os cuento algunas cosillas:

 

Estando en el centro al que me mandaron después del Centro de estudios, con unos 19 años, recibo una llamada de mi padre y me dice que me va a mandar dinero para que me compre lo que le decía. Yo no sabía a qué se refería. Resulta que cuando dejé en el despacho de la directora una carta para que la leyera antes de mandarla a mi familia, se le coló una nota en la que le preguntaba a ella si me podía comprar determinada ropa interior y una crema hidratante. Lo recuerdo y aún me sonrojo. Lo mismo que cuando dije de pasada un día que iba al hipermercado que iba a comprar este tipo de ropa y la subdirectora me dijo que no, que lo tenían que hablar en el consejo local. ¡Alucina, vecina! En el fondo, me estaba bien, por pardilla.

 

Hice una carrera de Letras en la que todo se basaba en la lectura de muuuuuuchas obras. Pues bien, por no poder leer la mayoría de ellas, suspendí tres asignaturas, cuando siempre tuve muy buenas notas. Os podéis imaginar la contradicción que es lo de suspender y santificar el estudio. Máxime, cuando en el mes de agosto, la Delegación decidía- en vista de que en la convocatoria de septiembre volvería a suspender- darme permiso para leer aquellas obras, que se demostraron absolutamente inocuas. Misterio: ¿Por qué durante el curso eran malas malísimas y en agosto las podía leer?

 

Más detalles sobre la libertad: cuando me lavaba la cabeza, se lo tenía que decir a la Directora, lo mismo que si me iba a poner a leer un rato considerable - una hora, por ejemplo- ídem en el caso de que quisiera ver cierto programa de la televisión, oír música, ir a la peluquería a cortarme el pelo cada mucho más tiempo que cualquier otra chica de mi edad...en fin, sería muy largo enumerar tantas y tantas muestras de libertad que, al menos yo, viví allá adentro.

 

Por cierto, que ahora que sale a relucir el tema de las peluquerías, me acuerdo de la obsesión de que nadie llevara el pelo rizado. Hubo una moda en que se llevaba el llamado “pelo frito”, una permanente tipo afro, (años 77-80, más o menos) y si alguna osaba aparecer con este modelo, al poco tiempo, la veías con su melena más lisa que la tabla de dormir, pues se veía con malos ojos que se llevara tan “desaliñado”. Supongo que sería porque “desdice del cargo y posición que ocupo”. Tema aparte es el de la ropa absolutamente monjil y cuasiuniformada.

 

Sin embrago, siempre me llamó la atención que nadie me dijera nada por llevar las uñas largas y pintadas de rojo torero...¿Alguien apunta alguna teoría al respecto?

 

Sí, sí, ya sé que todas estas cosas pueden ser nimiedades, pero, la gente cristiana corriente que anda por ahí, ¿es amonestada por su párroco por algo semejante o llama a su obispo para decirle si lee o no tal cosa, o le pregunta a su pareja si se pone el pelo asín o asán....? Si no lo has vivido, no te puedes ni imaginar hasta dónde llega el grado de libertad del que se disfruta en la Obra, al menos, los numerarios y agregados.

 

Parte positiva: que al salir, todo te gusta más que al resto de los mortales. ¿O no disfruta más un preso al salir de la cárcel?

 

Besos

Conchi




Publicado el Wednesday, 22 November 2006



 
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