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 Correos: LAS COSAS PERDIDAS BUSCAN A SU DUEÑO.- Satur

060. Libertad, coacción, control
Satur :

Cuatropes dice de sí mismo que es un numerario de número o “indio”, presume de haber leído la wels sin poblemas de ningún tipo. Más aún todavía ya, afirma “que todos somos absolutamente distintos y que en contra de todo lo que he podido leer, tenemos toda la libertad del mundo, y si os contara mi vida os lo creeríais al momento. (No lo hago por no escandalizaros, no “porque no me dejen”).

 

Tela con Cuatropes. Si dice que puede escandalizar a los Orejas es que el tío se las trae… ¡¡¡anda que no hay testimonios aquí que dejan en mantillas al mismísimo Pedro Mármol, protagonista de los Pichapiedra!!!. No diré nombres, o sí… ¡yo mismo!.

 

Cuatropes no se corta e insiste “siempre he leído los libros que me ha apetecido, he ido al cine cuando he querido, he asistido a todas las celebraciones familiares y de mis amigos; bodas, comuniones, bautizos, etc. Y he estado con ellos cuando me ha parecido”. Ahora se entiende que seas de “número” o “indio”, cualquiera te pone a ti una pluma para que seas “jefe” (lo de pluma va sin segundas, conste)...



Pero ojo con el mayordomo, que tiene largo el maromo. En su último escrito titulado “ ¡Qué bello es vivir!” (vivir como tú vives, manguta, que llevas 20 añitos viviendo de que te cagas, que sabemos lo que es eso. ¿Quién te limpia la habitación?, ¿quién te lava y plancha la ropa?, ¿quién te sirve la comida?, ¿quién atiende el teléfono y abre la puerta de tu casa?, ¿dónde pasas tus treinta días de curso anual?....). Y allí en “¡Qué bello es vivir!” se tira el moco al escribir “me encanta como decía J.P.II, que por lo menos – y espero que todos estemos de acuerdo en esto- pues ha sido un gran santo, me parece que estamos llegando al diálogo.”

 

Éste no es Cuatropes, es Zetapes: Dialogo. Paz. Amor y Socorrismo.

 

Y, ya puesto en el diálogo, nos “encomienda” (es que lo llevan en la sangre) y asegura que no estamos condenados, que Dios lo perdona todo y que si patatín que si patatán.

 

Pues muy bien, majete. Dialoga con tus directores y les dices que eliminen los textos de San Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás donde nos pone a caldo perejil, todas esas profecías del rejalgar y de que no da una perra gorda por nosotros, pobres desgraciados. Y, de paso, dialoga con ellos sobre el asunto del secreto de confesión y del secreto de oficio. Y lo del proselitismo a saco, a por el número, a por los 500, como sea y ya.

 

Empieza por allí, Cuatropes. Dialoga, que verás dónde terminas.

 

Cuando uno es institucional, pues es institucional. Ya sea de la Opus, de la Clarisas de Cotatuero, del PSOE, del PP, o de cualquier partido político, asociación u organización más o menos ideologizadas. Incluso Corporaciones de Banca, Constructoras, Holdings, buscan que vivas según su “estilo” Y si estás en ella, pues obedeces, o callas si las cosas del líder no te gustan, o te tapas la nariz, o miras para otro lado, o te haces el muerto.

 

Porque la institución da seguridad, calor y cariño solidario. Es el pesebre.

 

Cuatropes, se puede vivir en una contradicción constante y no darse cuenta de nada. Y pensar que eres libre. ¡Gran paradoja: afirmar que eres libre en un mundo donde la libertad no es la tuya, te la dan hecha, diseñada, formulada, normativizada y reglada!.

 

Gran paradoja. Y a mi en el colegio me ensañaron que no debía de hacerme nunca paradojas… ¿ o no era”paradoja” la palabra ?. Bueno, da igual. Ya me entiendo.

 

La libertad es otra cosa. La libertad es un campo donde puedes sembrar cualquier cosa… pero hay que sembrar algo. Libertad es elegir. Muchos de nosotros elegimos entregar nuestra vida a Dios en la opus por amor. Así fue. Y sembramos. Y resulta que la cosecha interior no daba los frutos que debía de dar, es más, a veces no daba nada, malas hierbas y todo malamente. Quizás no era el tipo de siembra para ese campo, el mío… y lo decías. Pero, ¡ay! – aquí está el problema – a la opus , que sabe que ése tipo de tierra no es para ese tipo de siembra, no le interesa perder terreno, hectáreas, aunque se queden en barbecho, y te dice que “no hombre, que no, que es que no tienes fe, que te falta visión sobrenatural, que la gracia de Dios lo puede todo”… y, venga, palante.

 

Y un día te das cuenta que eres tú solito el que debes tomar la decisión. Y la tomas; y te quedas sin Papá Agricultor, sin tractores John Deere, sin riego por aspersión, con rastrojos y lleno de caracoles.

 

Bueno, así es la vida. Y poco a poco siembras otra cosa – a veces, al principio de esa soledad, te equivocas y no aciertas -, pero vas tentando por aquí y por allá y sí, salen frutos: los míos.

 

Son más pequeños, como las fresas silvestres… ¡hombre, no son los melones planetarios de la opus, ni los pepinos enormes y exagerados, ni los nabos rotundos, ni las zanahorias de aspecto gigantesco, ni los bosques frondosos, ni los frutales amenos y regalados!... lo nuestro es otra cosa. Pero es “mi cosa”.

 

Cuando era profe de primaria, es de lo único que fui profe, leíamos un libro en clase donde el protagonista decía “las cosas perdidas buscan a su dueño”. La frase tenía su encanto. Y es cierta. A veces, “la cosa perdida” es uno mismo. Un buen termómetro de nuestra libertad es, precisamente, saber a quién pertenecemos. Yo lo tengo claro. Mi dueño tiene nombre de mujer. Y espiritualmente nombre de Hombre.

 

Pero no tiene nombre de institución, de funcionario que da la receta sabida, el formulario a rellenar.

 

Cuatropes, dialoga con tu dueño. Y mucha suerte.

 

Satur

 

 




Publicado el Monday, 20 November 2006



 
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