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 Tus escritos: Primer curso anual. (Cap.3 de 'Lo que el Opus...').- Gustavo

010. Testimonios
Gustavo :

Primer curso anual

Cap.3 de 'Lo que el Opus se llevo'
Enviado por Gustavo el 11-2-2004

Los cursos anuales son una especie de "vacaciones" de los numerarios. Los numerarios no deben tener tiempo libre, ya que el tiempo "es gloria de Dios" y hay que trabajar -para santificar el trabajo, santificarse uno y santificar a los demás- (que locura ¡Mi Dios!!). Por eso en la Obra crearon esto. En los cursos anuales -cuya duración puede variar de tres semanas a cuarenta y cinco días- un grupo de numerarios permanecen casi encerrados en algún lugar apartado (léase campo o quinta) cursando materias de filosofía y teología, comúnmente llamadas "materias internas"...

En dichos cursos se busca que uno viva más tiempo "en familia" y haga mejor las normas "que es lo importante de los cursos anuales". Además se dan muchas "charlas de formación". Normalmente uno desea terminar estos cursos a los veinte días ya que se hacen un poco "pesados", es más, uno descansa mejor en su trabajo que en el estas actividades.

Nótese que un numerario que trabaje en su profesión y no en "tareas internas" debe contar por lo menos con esos días de vacaciones. Yo, a pesar de ejercer mi profesión, tenía suerte y contaba con un mes completo para dedicarlo a estos menesteres. Asi fue que partí para un campo situado a unos 150 kilómetros de la ciudad en que vivía, cuyos dueños eran unos supernumerarios que lo prestaban a tal fin.

El lugar no era de lo mejor, ya que era una casa de familia, que si bien grande, tuvo que adaptarse para que la ocuparan unas treinta personas. Se tuvo que "improvisar" un oratorio durante todo ese mes. Sin embargo, cómo todos éramos jóvenes y bien predispuestos, nadie se quejó.

El curso anual era de "vocaciones recientes, universitarias o profesionales". Dentro de los "nuevos" numerarios había gente procedente de todo el país. De todos ellos, al momento de irme de la Obra, quedaban solo dos: uno, actualmente en Cavabianca (Roma) -creo que se ordenó- y el otro, estudiando en los Estados Unidos. Es decir, 2 de 30. Bonito promedio ¿no?.

Algunos se "fueron" (o desaparecieron) al poco tiempo. Es más, no los volví a encontrar nunca. Otros perseveran un tiempo y se fueron "desvaneciendo" como las hojas de un árbol en otoño. Lo más gracioso de todo esto es que en el opus, no se hablan de estos temas. Nadie menciona que alguien se fue. Es más, a veces hasta se tiene miedo de preguntar por quien no se ve desde hace un tiempo. Y si se fue, nadie sabe a donde, ni cuando. Es como algo prohibido, como un tabú hablar de las vocaciones "perdidas" -en lenguaje opus, los que han "despitado"-...

Sin embargo en ese mismo curso anual, conocí a quien sería una de las personas más importantes en mi paso por el Opus, ya que fue -y es actualmente- un gran amigo mío. Obviamente este -Alex- también "despitó" dos años antes que yo por motivos que más adelante contaré.

Con Alex coincidimos en el Centro de Estudios y luego, solamente en los cursos anuales. Alex era -y es- muy gracioso y tenía -tiene- un espíritu crítico devastador. Lo raro con Alex es que siempre tuvimos una conexión especial. Sabíamos que entre nosotros podíamos hablar de cualquier cosa, sin miedo a que nos hiciéramos "correcciones fraternas". Alex no entendía como yo estaba dentro de la Obra y yo pensaba lo mismo de él. Es divertido saber que el tiempo nos dio la razón a los dos, contra todo pronóstico de los directores que nos tocaron en turno.

Como contaba, con Alex se hablaba de todo, inclusive de los "desaparecidos en acción". Su ida de la Obra me golpeó mucho, si bien en su momento también yo lo vi como un "traidor" a la causa.

Pero volvamos a mi primer curso anual. Las clases en ese curso eran de apologética y las daba un sacerdote numerario que conocí allí mismo. Para la mayoría de los concurrentes, que no vivíamos en un centro, se comenzaba a palpar lo que sería la vida dentro de uno. La convivencia con un grupo grande de personas, que no se conocen previamente, siempre es un tema difícil.

No solo se daban clases de "apologética" y charlas "doctrinales" en las que nos enseñaban a hacer "proselitismo". Efectivamente, se nos "adiestraba" en el "arte" de conseguir vocaciones. Se nos hacia conocer aspectos del "espíritu" del Opus, de la familia del fundador -de su madre y padre, de tía Carmen (hombre, que esta mujer sería buenísima, muy santa y educada, pero que fea que era!!!. Uno entiende por que no se casó nunca...).

Se contaban anécdotas de "labores" de la Obra y del Padre y de cosas relacionadas con la misma. Además -y para mi desconcierto- también teníamos clases de "buenos modales". Yo no lo podía creer. No es que yo sea el Príncipe Felipe, pero de allí a que nos tuvieran que enseñar como comer en la mesa, me pareció un disparate y casi un insulto. Recordar que todos éramos universitarios o profesionales jóvenes, de clase media o media alta. Pero en el Opus les encanta este tipo de cosas, ¿qué se le va a hacer?. Por lo menos era más divertido que las clases de latín!!

De más esta decir que me sentí ridículo en dicho lugar. La comunicación con el exterior era casi imposible. No había teléfono al alcance de los numerarios (los Directores sí lo tenían). Además no estaba bien visto hacer llamadas o tratar de conocer las ciudades cercanas porque "saca a la gente del curso anual" y por que "era de mal espíritu". Es decir, estabamos aislados.

Para demostrar el nivel de dichos cursos anuales sirve de muestra un botón: la "gran cosa" que puede hacer un numerario es tener una "tertulia pirata". ¿Qué es esto? Nada más y nada menos que no irse a dormir a horario y tener una reunión -quizás con alguna cerveza en el mejor de los casos- con otros numerarios hablando de temas triviales, generalmente relacionados con - obviamente- la obra. Igual al otro día se madrugaba, ya que en los cursos estos el horario comienza a las 6.45 o 7.00 horas.

Las actividades del día se reparten en deportes y horario de clase. La consigna es, como ya mencioné, estar todo el día ocupado. Como se verá, en los cursos anuales posteriores en los que uno rinde materias (y debe estudiarlas) el resultado es que uno se cansa mas que durante el año. Otra forma de tener a la gente "ocupada" para que no piense sobre donde esta.

Ese curso anual, por ser el primero, es mas bien "light". El director de dicho curso era uno de los primeros numerarios de la región -numerario Top-. Años después me enteré que se encontraba procesado y no podía salir del país por un escándalo bancario. Casi nada, y motivo suficiente para que se "perdiera" la beatificación del fundador en Roma.

A pesar de todo, volví "renovado", con la cabeza más opus que nunca y con ganas de seguir -a contrapelo- peleando la vocación y queriendo ver a Esteban Mernabo, a quien -me enteré- habián cambiado de centro.

Asi fue que me cambiaron de director, esta vez me tocó en suerte Mariano G. Tengo que reconocer que el año que comenzaba fue, quizás, uno de los más mediocres que viví, pero sin embargo fue el año en el que estuve mas entusiasmado con la obra. Mariano G. resultó ser una gran persona, mas "brutón" y menos sutil que Mernabo. En mi caso yo siempre agradecí la sinceridad y me parece que el siempre fue sincero conmigo.

Ese año debía prepararme para hacer el Centro de Estudios, por lo que al poco tiempo me llego la orden por parte del vocal de vocal de San Miguel (a quien después conocí como "Terminator" ya que todos los "trabajos sucios" relacionados con la desvinculación de numerarios se los encargaban a él). Me dijo: "Gustavo, a partir de la semana que viene sos adscrito de ..... y vas a vivir allí". Yo protesté ya que el barrio donde quedaba la nueva residencia me quedaba lejos y puse algún que otro pero más, siendo el más importante que debería despertarme a las cinco de la mañana para llegar a tiempo a mi trabajo y hacer los normas de la mañana (Misa y Oración). A nadie le importo.

Cuando uno "pita" le aconsejan a uno que es conveniente no contárselo a nadie pero "que si uno quiere lo puede hacer". Este tipo de indicaciones encubiertas -no lo cuentes, pero si quieres hazlo- se usan para decir que en la Obra hay "libertad".

Asi fue que tuve que decirles a mis padres que me iría a vivir a un centro de la Obra. Evidentemente les cayó muy mal. A pesar de eso me mude. La estancia en los Residencia tuvo una sola cosa buena: fue corta, sólo unos meses. Luego de allí volvería a "mi" centro, a hacer el curso anual y el Centro de Estudios

La residencia en la que viví es una casona antigua ubicada en una barrio "bien" de la ciudad. Mariano G. me acompaño hasta allí. Yo me sentía como un niño al que su padre esta a punto de dejar en el colegio. Nunca entendí porque Mariano G. me acompañó y no me dejo ir solo. De todas maneras me pareció un buen gesto. Al llegar a la Residencia me di cuenta de que no era precisamente lo que yo me imaginaba. Vivían allí solo ocho numerarios y casi el doble de "residentes". Los numerarios casi no estaban durante todo el día, asi que la casa pasaba casi a manos de los residentes. Los residentes -obviamente- formaban una especie de "banda" contraria a los numerarios que eran quienes los "controlaban". Claramente no había amistad entre ellos.

La residencia tenia un horario límite de llegada -creo que las 24.00 horas- y los residentes no contaban con llaves. Evidentemente tampoco estaba bien visto que los residentes durmieran afuera.

La participación de los residentes era casi nula en los actos de piedad -léase Santa Misa, meditaciones y bendiciones - y en los actos "familiares" - tertulias-.

La idea de hacer ir a un numerario a vivir a una residencia antes de pasar al Centro de estudios es que vea a diferencia entre los residentes y los numerarios y de esta manera, por contraste, aprenda a "apreciar" mejor los "detalles de cariño" de los segundos, ya que a los residentes poco y nada le importaban los demás. Estaban de paso y comot al vivian.

Me tocó compartir el cuarto con otro numerario y un residente. Del numerario no recuerdo su nombre completo. Nunca supe que paso con el mismo, pero se que dejó de pertenecer a la Obra, ya que después no lo vi mas. Allí comencé a ver lo que era que uno "abandonara" la Obra. A uno lo "borran", nadie habla más de uno y no se pregunta más acerca de el. Cuando pasaban los años y uno no veía mas a alguno por un tiempo, era preferible no preguntar. (Solo con Alex se podía hablar de estos temas...)

Creo que llevaba varios años en la Obra y parecía estar enfermo. Estudiaba ingeniería. Recuerdo que estaba muy deprimido -fue el primero que vi en ese estado, después me encontré muchos más, realmente el índice de numerarios deprimidos o con enfermedades psiquiátricas es altísimo-. Por las noches, dormido se sentaba y hablaba en la cama y demás. No era amigo de nadie en esa casa. A mi me daba mucha lástima, pero claramente la situación me sobrepasaba.

El otro que dormía en ese cuarto era el "pitable" de la casa. La verdad que le tenía bien tomado el tiempo al director, ya que a todas luces se veía que nunca iba a pedir al admisión a la obra, cosa que hasta el día de la fecha no ocurrió.

Comencé a sufrir el Opus Dei. Me levantaba todos los días a las 5.15 de la mañana -el resto se levantaba a las 6.15-. Desayunaba siempre solo y cenaba muchos días a la noche también en soledad. Realmente me sentí muy mal en esa casa y mi recuerdo de ese lugar no es el mejor. La misma casa da una impresión de casa de viejos, antigua y sin vida. De todas maneras trataba de prepararme ascéticamente los mejor posible para realizar el Centro de Estudios.

En la residencia vivía un numerario de origen coreano. El mismo sufría permanentemente discriminación por parte del director de la casa -proveniente de una "familia bien"-, que le llamaba medio en broma, medio en serio "chino asqueroso".

Lo bueno de esta experiencia es que fue corta, ya que al poco tiempo pasé al Centro de Estudios, -donde comprobé que se puede estar siempre peor-, pero esa es otra historia...


Publicado el Wednesday, 11 February 2004



 
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