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 Correos: Duración de mi 'noviazgo'.- Mariana

020. Irse de la Obra
mariana :

Fui numeraria por 3.5 años, desde los 16.5 hasta los 20.  Me encantó encontrar un sitio como este, donde podemos intercambiar experiencias, sobre todo con gente que aún esta dentro...

Me sorprende que hayan tantas cosas que no supieran antes de hacerse de la Obra.  Yo llegué al centro en el que pité convencida de que tenía vocación de numeraria.  Solamente a comprobarlo y seguir mi camino, si ese era en realidad (asistía a un Colegio de la Obra y mi padre es supernumerario, aún cuando mi mamá es anti opus).  Entré directamente a hablar con el sacerdote y se lo platée.  En ese momento me sorprendió todo lo que sabía de mí y mi familia alguien a quien yo jamás habia visto, y que estaba oyendo por primera vez.  Yo estaba convencida de que esa era mi vocación, y fui superando los obtaculos con un razonamiento muy sencillo:  no voy a dejar de hacer la voluntad de Dios por pintarme las uñas (en ese momento, podía leerse:  por ponerme pantalones, por salir con mis amigas a reuniones con muchachos, etc.)...



Fue un camino de conocimiento propio muy rico.  Sabía perfectamente que todo lo que yo dijera iba a formar parte de mi record interno (el cual estaba disponible para cualquiera que estuviera a cargo, directa o indirectamente, de mi dirección espiritual), pero aprovechaba la dirección espiritual para hablar largo y tendido de muchas cosas y llorar de muchas más (siempre he sido y seré llorona, de hecho el día que le pedí que me casara al sacerdote que lo hizo, este me preguntó dos cosas:  ¿él te ha visto llorar? ¿y no se asusta?).

Fue así que fueron surgiendo algunos asuntos: 

1  Mi temperamento no permitía que yo me dedicara de lleno a labores de la obra:  si era numeraria tendria que tener SIEMPRE un trabajo externo.

2  La vida de familia me gustaba mucho, pero no soportaba el encierro (jamás pude completar una convivencia, a los sumo podía permanecer 7 días bajo ese régimen).

3  Una cosa era que Él me quisiera como numeraria y me hubiera trazado el camino para que eso se diera y otra, muy distinta, que yo tuviera que convencer a otras de hacer cosas que no querían

4  Nunca había sido amiguera, no iba a resultar de la noche a la mañana con una lista de 12 amigas a las que trataba y de las que daba cuenta todos los meses; menos aun cuando no podíamos coincidir en actividades de interés mutuo.

Así que, Dios me había hecho con un temperamento sobre el cual yo debía construir mi caracter, pero no me podía pedir nada que él no me hubiera dado.

Armar la última frase y convencerme de ella me tomó casi un año, por supuesto que recibí presiones, pero siempre lo interpreté como manifestaciones de cariño (no podían decirme si quieres irte, vete, así tan facilmente).  Todo el tiempo habia entendido que el vinculo jurídico no era definitivo y que mientras tanto la relación era de "Noviazgo", para conocernos y ver si el "Matrimonio" podía funcionar; así que me pareció razonable que intentaran convencerme de que funcionaría, si realmente me querían.

Tengo que reconocer que, todo el proceso se hizo más natural cuando cambiaron al capellán de mi centro.  El capellán con el que pité es una persona con la cual no le aconsejaría a nadie el recibir dirección espiritual, al cabo de los años intenté volver a llevarla con él y comprobé que seguramente tiene serios problemas...  así que ahora rezo mucho por él, pero no se me ocurre ni confesarme con él.

El nuevo capellán siempre fue y ha continuado siendo una persona con un trato especialmente cariñoso y sincero, y con un sentido común nada atrofiado.  De hecho, por temporadas he regresado a recibir su dirección espiritual, o a confesarme con él.  Fue el sacerdote que me casó.

Cuando ya todo estaba dicho (casí 5 meses antes del 19 de marzo), las dos partes acordamos que no teníamos interés particular en romper el vínculo; así que cada quien continuo con sus obligaciones y derechos.  Ese diciembre no hice convivencia, no tenía ningún sentido, pero aún así, fuí a la tertulia de año nuevo y a una tertulia de San Miguel con el Sacerdote que hacía cabeza en la región en aquel entonces.

Mi intención escribiendo todo esto es hacérselo saber a quienes efectivamente están viviendo su "Noviazgo" ahora...  No todos tienen que terminar en "Matrimonio", ni todos en pleito, ni todos en paz...

Esto no quiere decir que no comprenda las profundas heridas que muchos aquí llevamos (en mi caso particular no porque las haya hecho la Obra).  Creo que todos pasamos un sentimiento de pérdida y/o una pérdida del sentido que nunca antes habíamos sufrido.  ¿De que hablo?  Mi primer novio lo tuve después de cumplir 25 años.  Era un muchacho que físicamente me atraía como muy pocos hombres lo hacen, y con el que además había mucha química, pero al que realmente no conocia y que no tenía nada más que ofrecerme.  No había sido mi amigo, trabajaba en la misma empresa en un departamento con el que no teníamos ninguna relación.  Me invitó a salir, salimos.  Así como he sido siempre, valoré que perdía y que podía ganar y decidí que no quería perder el tiempo:  si quería ser mi novio, que fuera ya.  Se lo platée, nos hicimos novios y me duró menos de 2 meses.  Para ese entonces yo estaba convencida de que él lo único que quería era acostarse conmigo, y yo no era ninguna tonta.  Así que con toda la diplomacia del caso le plantée el hecho que que dejaramos el asunto por la paz, ya que yo no veía que el estuviera manifestando ningún interés serio por mí.  Asintió conmigo y quedamos en paz.  Tan en paz, que al salir de mi casa, esperé que arrancara su carro para irse, con tan mala suerte que no arrancó... así que tuve que pedirle a mi papá que le pasara corriente.  Esa relación que ahora puedo contar así de fácil, me tuvo casi dos años en un depresión horrorosa, con tratamiento y pastillas...  Yo estaba tan segura que no habría para mi nada como él (hay que ver que mi marido no me gusta tanto, ni me alborota las hormonas como ese tipo la hacía, pero tiene muchas cosas que en el plano de la convivencia diaria y de la vida en matrimonio, son, por mucho, más importantes).  Eso fue para mi una pérdida que me costó mucho superar, y como toda pérdida me hizo perder el sentido de la vida...

¿Qué tiene esto que ver?  Como he seguido en contacto con la Obra por temporadas, he conocido algunos casos.  Y ahora me viene a la mente el de una numeraria con casi 20 años en la Obra, pero muy joven.  Con una depresión medicada de más de 5 años, ella me daba el círculo y con ella hablaba...  Otra amiga mía de San Rafael (si se puede decir así, porque todos sabíamos que nunca iba a ser de la Obra) a la que atendía la directora del Centro (como a mi, inicialmente en esa temporada) tenía el encargo de "hacerla feliz", platicar con ella, hacer deporte juntas, averiguar que se le apetecia para pronerle planes de actividades.  Mi amiga y yo siempre tuvimos la impresión que todos en la Obra sabía que esta numeraría sería feliz, haciendo su propia vida al margen de la Obra, pero que tampoco tenían la intención de sacarla.  Así que, implicitamente, nos habían dado el encargo de hacerla descubrir que no tenía porque seguir afanandose en algo que no la hacía feliz.  Realmente fue muy duro ver como se esmeraba por vivir como la Obra lo exige y oirla decir que su vida no tenía sentido fuera de su vocación...  Por mucho que mi amiga hizo por hacerla reflexionar al respecto, y yo por mostrarle que la vida no se acaba con dejar de ser Numeraria, ella quiso seguir adelante.  Por este problema la habían traido de regreso de Roma, talvez el clima le sentaba mejor, al final la enviaron de regreso a su país.  Mi interpretación fue que querían facilitarle aún más la salida.  La visité al año siguiente y seguía en la Obra, un año más tarde llamé preguntando por ella para visitarla y me dijeron que estaba de curso anual.  No he vuelto a saber de ella, rezo todos los días porque los ojos de su alma estén ya abiertos a la luz por medio de la cual Dios quiere irradiar su alma.

No quiero decir que mi caso sea el típico, pero si puedo decir que de mi generación (más de 15, de las cuales solo quedan 2) hay 3 que regresaron a ser supernumerarias y al menos 3 más con las que he coincidido más adelante en la "Labor de San Rafael" (si se la puede llamar así...).  Desde que estoy casada no he tenido tiempo para frecuentar nuevamente la Obra.

Al principio dije que mi papá es supernumerario.  El, siempre, antes, durante y después de la Obra, ha respetado mis decisiones:  el me crió para ser una mujer de criterio y nunca a dudado de él.  Como un detalle de delicadeza, le comenté unas semanas antes del 19 de marzo, que me iba de la Obra, que para mí no había luz al final de ese camino y que había sido un tema suficientemente visto en presencia de Dios y con quienes llevaban mi dirección espiritual.  Hoy está muy contento de ser abuelo y de que mi hijo mayor (2 años) le diga que es su mejor amigo.

La luz al final del camino es algo muy importante, tan importante como mantener los ojos abiertos.  Siempre he pensado que el infierno no es más que

estar en el cielo
sabiendo que estas allí
y queriendo tener los ojos abiertos
pero manteniendolos cerrados para no dar tu brazo a torcer...

Esta frase es muy ambigua, pero Dios, en la oración personal, nos dice a cada uno si nuestro cielo está en la Obra o fuera de ella.  Y si está fuera, no seamos tontos, no nos ganemos el infierno por el camino difícil.

Me disculpo por la ortografía tengo al pequeño exigiendo mi atención.

Mariana




Publicado el Friday, 27 October 2006



 
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