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 Tus escritos: DE REZOS Y PROFECÍAS.- Agustina

040. Después de marcharse
Agustina :

Desde un pueblo cercano a aquél del que Miguel de Cervantes no quería acordarse (algunos expertos quijotistas lo sitúan en Villanueva de los Infantes, Ciudad Real), he leído la actualización del lunes. Amandus, te envío un abrazo muy cariñoso por la pérdida de tu hermano y cuenta con nosotros para lo que necesites.

 

La pregunta de si seguimos rezando (Max, 20-X-06) los que fuimos de la Sociedad (Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz y Opus Dei), pensé -cuando la leí- que se trataba de sana curiosidad. Con las deducciones del pasado lunes (Max, 23-X-06) en base a lo que te contestaron, pienso ahora que no era una pregunta inocente. Perdona si parezco un poco dura o soy demasiado sincera, tampoco te lo tomes como algo personal; es mi respuesta a los católicos “oficiales” que en privado o en público se dirigen a la web para que “volvamos al buen camino”.

 

Da igual si rezamos o no, porque el tema de la web es el opusdei, no la vida interior de cada uno. Por eso no somos una web confesional que da doctrina para que vayamos al Cielo, ni organizamos viajes para aplaudir al Papa, ni aquí se calibra en mejor o peor persona a la que reza de la que no. Tampoco un testimonio es más creíble (lo explica mejor que yo E.B.E. en su escrito “Rezar después de irse”) porque su autor vaya a Misa todos los días que el de quien ha dejado de ir. En esta web importa la ‘experiencia opus’ que conlleva secuelas psíquicas, físicas, morales e incluso económicas, e importa recomponerlas, importa que otros no pasen por lo mismo: que la estafa no se repita, porque nadie –rece o no rece– merece que sus derechos humanos más elementales, sean pisoteados...



No es tema menor juzgarnos a los ex miembros del Opusdei según sean nuestras relaciones con Dios. Se ignora que sólo Dios puede ser juez justo e imparcial, ya que sólo él conoce el corazón humano. No es un tema menor porque, por ejemplo, en la Causa de Beatificación de Escrivá (donde el opus fue juez, testigo y parte), se justifica como motivo de exclusión de los testigos ‘críticos’ –la mayoría, ex miembros de la obra– porque "el recto sentido de la justicia confirma siempre la certeza de que en nada puede servir a la verdad quien no duda en ofender a la fe". (Documento de exclusión de importantes testigos). Y esa frase va dirigida a María Angustias Moreno, María del Carmen Tapia, Miguel Fisac, Antonio Pérez Tenessa y María Jesús Hereza, entre otros. Alguien que haya leído los libros o artículos de estos ex numerarios y ex numerarias jamás podrá afirmar que no dudan en ofender a la fe. Ninguno de ellos abjura de su fe. Critican al Opusdei y cuentan lo que vivieron junto al fundador, pero no dijeron ni escribieron absolutamente nada en contra de la fe. Los “jueces” de la Causa llegan a la conclusión de que sus testimonios no son válidos, no por lo que afirmaban –que ni los escucharon-, sino porque saben que critican al fundador y al Opusdei, y eso lo equiparan con “ofender a la fe”. Y para reafirmarse en su ofuscación, vienen a decir que qué se puede esperar de una que es lesbiana, de otro que se secularizó y se casó por lo civil, de otro que estaba en tratamiento psiquiátrico, de otra que manifiesta una evidente hostilidad contra el Opus Dei... Y no ven que tiene delante a un Secretario General de la Obra y también Consiliario de España; a la Secretaria General de la Asesoría de Venezuela que también fue miembro de la Asesoría central (Roma); a uno de los "primeros" (1935-1956) con los que Escrivá hizo el famoso "paso de los Pirineos, ni a una numeraria con años de servicio en consejos locales y en el trabajo de la administración... (Pronto colocaremos en la web el sumario de la Causa con las acusaciones de Javier Echevarría hacia cada uno de los que intentaron testificar).

 

A nosotros se nos pregunta si continuamos rezando; después, si nos mortificamos. Y luego habrá de seguir el interrogatorio y la obtención de datos para demostrar que con nuestras vidas “no dudamos en ofender la fe”: que si divorciados, que si madres solteras, que si casados civilmente, que si sacerdotes numerarios y agregados secularizados, que si gays o lesbianas, que si enfermos de sida (de cáncer no, de sida), que si con tratamiento psiquiátrico... Algo tiene que haber en nuestra contra para desacreditar nuestros testimonios críticos con la obra y la institución "lo encuentra" o si no, se lo inventa.

 

Esa falsa acusación es el error manido tan en boca de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz (también llamada Opus Dei), el que da pie a uno de sus slogan favoritos tras el que se parapetan: “Quien critica al Opus Dei ataca a la Iglesia”. Quien critica al fundador de los Legionarios de Cristo, por ser un pederasta, no está criticando a la Iglesia. Quien critica al opusdei por no guardar la confidencialidad en la dirección espiritual (ya no solo es una denuncia verbal de los ex miembros, se trata de una afirmación que consta en su propio documento interno “El silencio de oficio”), no está criticando a la Iglesia sino que está diciendo la verdad. Y esa crítica es necesaria porque además de ir en contra del Magisterio de la Iglesia –piedra de escándalo para los creyentes-, está recogida en el Código Penal –piedra de escándalo para el sentido común y la Justicia- y reñida con la ética y la moral.

 

Quiero hacer una referencia a María Jesús Hereza, ex numeraria, que he citado anteriormente entre los excluidos a testificar sobre la Causa de Escrivá, para que conozcamos algo sobre ella. Lo considero un deber de justicia y una reparación por lo que la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz (también llamada Opus Dei),  la injurió. Es un breve recorte de prensa:

 

Más sobre la beatificación de Escrivá

María Jesús Hereza es una de las personas a las que, según el reportaje Un santo contrarreloj de EL PAÍS (domingo 12 de abril), los tribunales eclesiásticos no quisieron escuchar cuando se trató de recabar opiniones a favor o en contra de la beatificación del fundador del Opus Dei. No se me ocurre cuáles pudieron ser las razones para rechazar su testimonio, pues no sólo estuvo muy cerca y al servicio de Escrivá de Balaguer en una etapa de su vida, sino que fue una de las personas más íntegras que en mi ya larga vida he conocido. Agnóstico como soy, María Jesús Hereza me hizo más de una vez pensar que sí, que había santos. La recuerdo siempre sonriente, haciendo el bien, y así deben recordarla muchos de sus pacientes de Leganés, donde, ya retirada del Opus Dei, practicó la medicina y la caridad con tan generosa dedicación que los vecinos de aquella localidad pidieron y obtuvieron que se diese su nombre a un centro de salud que poco después de su muerte se inauguró allí.

Muchas veces he pensado que la fe no cambia la naturaleza de los que creen, pero sí potencia lo que de bueno o malo haya en ellos y que así como a los que son de mala condición los hace peores porque los hace hipócritas, a los que son como María Jesús Hereza los hace lo que decimos santos. Repito que no se me ocurre lo que pudiera haber contra ella para rechazar su testimonio a la hora de hablar de santidad.

 

Pablo Ortega Mateos

El País, 29-04-1992

 

Y llegamos a las “profecía de Escrivá” dirigida a los que dejamos la obra (Max 23-X-06). Efectivamente, el fundador investido de no se sabe qué revelación divina, no fue capaz sólo de amenazar con el infierno y con el abismo a quienes abandonaran su fundación, sino que se atrevió a dejar para la Historia y para el acervo de frases célebres, la siguiente: “¿y que me importa que me quieran a mí si no quieren a Dios nuestro Señor?” Frase que pronuncia cuando lee la carta de alguno de sus “hijos” pidiendo la dispensa. (Don Álvaro, Cartas de familia (1), n. 2. (Cfr. Cuadernos 11, pags 10-11). De nuevo el juicio temerario, la equiparación herética, el mismo error: “dejar la fundación = no querer a Jesucristo”, “dejar la obra = perder la fe”; “dejar la obra = dejar de rezar, dejar de creer, la perdición, la infelicidad de la vida terrena y probablemente de la eterna”... O sea, que los que dejamos la obra no somos de fiar. Esta es otra “herencia” de las enseñanzas de Escrivá, que la institución se ha encargado de repetir y propagar. Al preguntador no le gustaría que tuviera razón el fundador y “se alegra” de que recemos: esa sería la prueba de que somos buena gente.

 

Sobre las profecías de Escrivá habría mucho que hablar porque no acertó ni una. Yo cambiaría la palabra “profecía” por “refinada perversión”, expresión que se puede leer más adelante. Una de sus “refinadas perversiones” se la dedicó a Miguel Fisac, yo la escuché en persona de labios del arquitecto manchego. Ignacio Carrión la recogió en el diario “El País”:

 

Mártires

 

 

IGNACIO CARRIÓN

EL PAÍS - 23-04-1992

El arquitecto Miguel Fisac escribió días atrás en este periódico un artículo en torno a la beatificación del fundador del Opus Dei. Fisac perteneció a la obra durante 20 años. Un buen día la abandonó. A raíz de ello, los altos mandos de la organización religiosa convirtieron su fuga en una tocata insufrible de coacciones y golpes bajos dirigidos a quien sólo pretendía alejarse de ellos. Un hecho recordado por Miguel Fisac estremece por su refinada perversión. Cuando su hija de seis años murió, aparecieron el día del entierro en su casa dos sacerdotes del Opus que, en lugar de rezar un responso y decirle unas palabras de consuelo, hicieron extraños aspavientos y le dieron a entender, en voz baja, que esa muerte era una de las desgracias merecidas por el socio al haber abandonado el dichoso club. "Miguel va a sufrir mucho y va a ser un desgraciado", le había augurado con sobrenatural clarividencia el fundador del Opus en una carta dirigida a Fisac a través de su confesor.

 

No es de extrañar que el proceso acelerado de beatificación de Escrivá, en cuyos escritos, según denuncia Fisac, abundan las falsedades y mentiras sobre la vida del disidente, se considere polémico. Convendría averiguar si también es injurioso.

 

Me pregunto: ¿Serán piruetas como ésta las exigidas para que el varón brinque del suelo al altar sin que se le enreden las faldas de la sotana? ¿Será prueba irrefutable de milagro la paciencia de santo Job que ha demostrado Miguel Fisac y, con él, otros emancipados y después hostigados por la guardia pretoriana de monseñor?

 

Sería encomiable que, si esto es así, el Vaticano no sólo beatifique a monseñor Escrivá, sino que canonice también a los numerosos mártires de su pintoresca cofradía, en el mismo acto y a la misma hora.

 

Me parece que sería igual de improcedente establecer mi juicio sobre la honestidad y sinceridad de quienes quieren llevarnos al buen camino, si les repreguntara y me respondieran cuántas veces pecan contra la pureza a la semana, si solo o en compañía de otros. Así que no lo pregunto porque, como se despide el capitán Rhett Butler en “Lo que el viento se llevó”: sinceramente, me importa un bledo.

 

Abrazos,

Agustina López de los Mozos




Publicado el Wednesday, 25 October 2006



 
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