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 Correos: La piedra de toque.- Inocencio

125. Iglesia y Opus Dei
Inocencio :

Inesperadamente para la inmensa mayoría de los católicos, Benedicto XVI ha acabado –el reciente día de la Virgen del Pilar de 2006– con el letal y cruel secuestro durante décadas y de facto de la Misa tradicional. De confirmarse, esto ofrecería al Prelado del Opus Dei una oportunidad histórica para la Institución que preside de ser fiel, según alardea, a su Fundador...



La noticia ha evolucionado en unos pocos días. Primero apareció como cierta en más de 70 medios de comunicación. Después se comentó que sólo era un rumor sin fundamento e incluso se habló de un desmentido. Por fin, parece cierto que el anunciado Motu proprio papal saldrá antes de fin de año, y que se están perfilando, o mejor dicho, debatiendo los detalles. Se comenta que saldrá un indulto universal, de tal modo que cualquier Sacerdote pueda celebrarla salvo prohibición expresa de su obispo; y que algunos Cardenales propusieron que se pusiera un mínimo de 100 asistentes (!) y el Papa lo habría rebajado a 30.

      Para los lectores de opuslibros que no han conocido sino la Misa de Pablo VI, viene a cuento decir que la llamada Misa de san Pío V, o Misa tradicional, es en realidad una compilación mandada hacer por el santo papa para tener un canon principal para la Misa, dejando seguir aparte sólo las versiones de los ritos que entonces tenían más de 200 años de antigüedad. Pero esa Misa contiene elementos incluso del tiempo de los Apóstoles. Es interesante al respecto la lectura de las obras del prestigioso liturgista Mons. Klaus Gamber, por ejemplo, “La Reforma de la Liturgia Romana”, prologada por cierto por el entonces Cardenal Ratzinger. Cita, entre otros papas que han intervenido en su desarrollo a lo largo de la historia, a Dámaso I y san Gregorio Magno, de los siglos IV y VI respectivamente.


      Se ha escrito mucho sobre cómo el paso dado por Pablo VI al aprobar el Novus Ordo Missae fue de una temeridad increíble. Respecto al cambio realizado es interesante leer lo que los Cardenales Ottaviani, Prefecto del Santo Oficio (la actual Congregación para la Doctrina de la Fe) y Bacci le escribieron en el famoso “Breve examen crítico”: [1] “Aquí se ordena hacer tabla rasa de toda la teología de la Misa. En pocas palabras, se acerca a esa teología de los protestantes, que ya abolió y destruyó totalmente el Sacrificio de la Misa”. Sin embargo Pablo VI no sólo introdujo la Nueva Misa sino que impidió de hecho que la Misa de Pío XII (la misma de San Pio V –del siglo XVI
con algunas simplificaciones) se siguiera celebrando. Pero como el propio Cardenal Ratzinger reconoció: “no hay precedente en la Iglesia de que esté prohibido de hecho algo que no está derogado, porque no puede ser derogado".  Ottaviani y Bacci advirtieron al Papa diciendo también: “Como prueba (…) el examen crítico adjunto (…), obra de un escogido grupo de teólogos, liturgistas y pastores de almas, el Novus Ordo Missae (…) se aleja de manera impresionante de la Teología católica de la Santa Misa". Esto, como es sabido, supuso una rectificación parcial en los textos. También se sabe que hubo fuertes presiones para que no abundaran quienes dieran la cara ante una situación tan terriblemente amenazadora para la Iglesia; ver p. ej. los comentarios de Mons. Gamber. [2] De ahí procede en parte aquél “Nosotros obedeceremos” de Escrivá. Ottaviani y Bacci se refieren además a “los fieles que ya manifiestan que [las recientes reformas] les resultan insoportables". Posiblemente uno era el Fundador de la Obra, con quien el Cardenal Ottaviani tenía alguna relación. La aceptación del Novus Ordo por parte del Fundador puede que tuviera el mérito de la obediencia, pero fue una claudicación de su deber personal y más aún de pastor. En efecto, Ottaviani y Bacci  advierten:  De lo dicho es evidente que el Novus Ordo ya no quiere seguir expresando la Fe de Trento. A esta Fe, sin embargo, están vinculadas para siempre las conciencias de los católicos. Por consiguiente, después de promulgado el Novus Ordo, el verdadero católico, de cualquier condición u orden, se encuentra en la trágica necesidad de optar entre cosas opuestas entre sí”.

      Don Álvaro pidió un indulto, motivado en su edad avanzada, para que el Presidente General de la Obra pudiera seguir celebrando según el Rito anterior, lo que le fue concedido. También resistió el Fundador hasta el último momento a cada uno de los pasos de la progresiva implantación de la nueva Misa por la Santa Sede: posición de los altares, Canon en voz baja, selección exclusiva del Canon Romano –modificado en las palabras de la Consagración–, uso del latín para evitar las traducciones dudosas –como el “por todos” en vez de “por muchos”–, confección por parte de algunos sacerdotes de Madrid del Misal Iberoamericano con la intención de adelantarse a las traducciones oficiales, posturas de los fieles en la Misa, selección de la respuesta de los fieles tras la Consagración, etc.. Además aconsejó vivamente que cuando celebraran la nueva Misa añadieran por lo bajo las oraciones de la Misa tradicional. Y prohibió las concelebraciones.

      Ya mirando al futuro y por tanto dejando un testamento a sus sucesores ordenó que se guardaran los misales, pues llegaría un día en que se volverían a usar. Y en otras ocasiones en tertulias con gentes de la Obra describía el desmantelamiento de la Liturgia tradicional como el derribo de los sillares de una catedral y anunciaba que tendrían que ser los de la Obra quienes penosamente los cargarían sobre sus hombros para colocarlos de nuevo en su lugar.

      Pues bien, contra casi todo pronóstico, y si se confirma la noticia que ha tenido amplísimo eco en los medios, Benedicto XVI ha firmado un Motu Proprio que declara el derecho de los sacerdotes a decir la Misa tridentina. Así pues, ahora tiene la oportunidad don Javier de ser fiel al Fundador permitiendo la Santa Misa tradicional en la Obra como quería y pronosticaba el Fundador. Dada la importancia capital y –nunca mejor dicho– crucial de la cuestión, esa será la piedra de toque de la fidelidad del Prelado actual al Fundador.

      ¿Que hará el Prelado? Se me ocurren cuatro alternativas.

1.      Nada: dejar que cada uno ejerza la libertad concedida por el Pontífice para todos los sacerdotes.

2.      Ser fiel al Fundador: preparar altares, ornamentos, misales del altar y de los fieles para fomentar, apoyándose en la autoridad del Fundador, la celebración mayoritaria de la Misa Tradicional.

3.      Prohibir por escrito a los sacerdotes celebrar la Misa tradicional.

4.      Ser políticamente correcto: aconsejar (¿imperativamente?) que los sacerdotes hagan lo que hace el Papa: es decir seguir celebrando la nueva Misa.

      La tónica de estos años permite pensar en que la tercera o la cuarta alternativa –quizás más presumiblemente– será la elegida. De confirmarse la noticia, intentaría enviar un artículo más elaborado, motivado y con contexto, sobre todo para los que, como escribo arriba, no han conocido la Misa tradicional.

 



[1] Alfredo Card. Ottaviani y Antonio Card. Bacci, “Breve examen crítico del ‘Novus Ordo Missae’(Edición bilingüe con el original latino), Editorial Iction, Buenos Aires, 1980, 109 páginas,

[2] Mons. Klaus Gamber, “The Reform of the Roman Liturgy”, p. 64. Editoriales Una Voce Press, San Juan Capistrano, California y The Foundation for Catholic Reform, P.O. Box 255, Harrison, New York, 10528, 1993, p. 64.

 




Publicado el Wednesday, 18 October 2006



 
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