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Flavia :

Ortodoxias

Amigos:

Leo en la WEB, desde hace unos días sobre temas diversos que me resultan de interés (desigual, por cierto) y desearía comentar algo.

Empecemos por lo más anecdótico, y será por José Carlos (6/2), y sus inefables intervenciones:

¡Eureka!, José Carlos, encontraste un punto en el cual el Opus Dei y la voz oficial actual de la Iglesia acerca de temas sexuales se encuentran. Claro, que, como sabrás, respecto de la Iglesia, hay una cosa que se llama "juicio prudencial", y el cuerpo de las personas es templo de Dios, no puede ser manipulado, ni violentado, pues esa sacralidad es el fundamento de la antropología cristiana. Así que las cosas suelen ser más complejas que lo que se proclama, montado en el caballo "ganador" de la "ortodoxia", sobre todo cuando lo que habría que discutir no se discute, por ejemplo, qué hace el Opus Dei con los diez mandamientos, con los preceptos del Evangelio, para empezar. Eso sí, si para vos, lo que ha de ponerse en cuestión a la hora de hablar de ortodoxias y heterodoxias es el modo en que se consiguen muestras de semen con fines médicos, qué se yo, avanti José Carlos, que esa fineza de juicio muestra hasta dónde van los que tienen los puños "llenos de verdades".

Carmen Tapia, ipsissima verba.

Luego, me ha llamado la atención el tema de la carta que escribe Carmen Tapia, como prefacio a la nueva edición de su libro. No he visto tal nueva edición, por lo tanto, todas las referencias que tengo de la carta, son las que se han dado en la WEB.

Sólo quería comentar lo que sigue: probablemente Carmen Tapia sufra de un síndrome que no me resulta desconocido, a saber: ¿cómo compaginar la condición de católica, con la evaluación del Opus Dei que uno tiene, por vía directa?. Tal vez esa situación es más apremiante para Carmen Tapia por cuestiones de índole personal... Ahora... ¿Carmen Tapia ha dicho que lo escrito por ella en su libro no es verdad?... ¿o ha tratado de lavar la imagen del canonizado Escrivá, post festum?.

Me temo que, con o sin el "nuevo prefacio" de "Tras el Umbral", lo dicho, dicho está, y ya hay ríos de tinta que dicen, que decimos, desdichadamente, que Mons. Escrivá de Balaguer no parece ser el tipo de persona que uno supone candidato a ser canonizado.... lo demás, lo preguntará Dios, a la hora que a cada uno le toque, y en un lugar en el que el dinero, el poder (del miedo, por ejemplo), la intimidación, etc., no tienen ninguna relevancia... esperar a la eternidad entonces, será la cuestión para algunos. Así de fugaces son ciertas convenientes "ortodoxias".

Respecto de la experiencia creyente, y aún el sentido de pertenencia eclesial de los ex socios/as del Opus Dei.

Cuando salí de la Obra, sin tener casi contacto con ex miembros, pude sin embargo constatar que para los pocos de los que tenía noticias, su ruptura con la Obra, significó en muchos casos la ruptura con la fe.

Claro, no es nada sencillo desmontar el dispositivo de identificación entre Dios, la experiencia creyente católica, y la versión opusdeiana del asunto. Tal vez, (y ya son tantos), uno de los aspectos más nefastos de la Obra es el servirse de cosas legítimas y buenas, para fines ilegítimos y perjudiciales. Por ejemplo, la oración mental cotidiana, la frecuencia de los sacramentos, la devoción a la Virgen, son cosas, no sólo legítimas, también buenas, muy buenas. Pero esas mismas cosas, incorporadas, devoradas por la "religión" de Escrivá, terminan alienadas en la institución, terminan hipotecas a unos fines, como ya he dicho, "humanos, demasiado humanos".

Hablamos de los mismos fines y los mismos procedimientos y nociones institucionales que uno ha sentido como transmisores de muerte, no de vida, del Dios cuyo Rostro se ha desfigurado, hasta ser parte de la pesadilla de la Obra, así como las mismas prácticas de piedad que recuerdan persistentemente el contexto en el que fueron vividas, y todo lo que resultó cubierto, negado, justificado, en la vida de los seres humanos de carne y hueso, con excusas "sobrenaturales".

El Dios de Jesús, el Dios Viviente, se nos hace extraño y hasta hostil, pues es muy difícil sentir su misericordia, descubrir su Rostro verdadero, cuando en esas cuatro letras, "dios", se ha puesto, se ha reunido, tanto dolor, mentira e injusticia.

Dice bien Agustina (6/2), que en un tipo de experiencia como es la de haber pertenecido al Opus Dei, (en el marco de la individualidad de cada quien), los pasos y las etapas de "reconstrucción", para usar la feliz expresión de Aquilina, no están prefijados.

En mi caso, nunca se produjo un apartamiento de la fe, por cuestiones inherentes a mi historia, pero muchísimas veces he tenido que "volver a nacer", volver a descubrir una imagen de Dios, que tuviera el Rostro de Jesús, sus gestos, sus palabras, y no las tiranías y estrecheces de los idolillos del fanatismo opusino.

Reitero, el modo en que el Opus Dei se ha metido en la vida de los ex miembros, el poder de la institución sobre los mismos, está ligado a una manera de funcionamiento, y por ello, según las situaciones en las que cada uno de nosotros se encuentra, tal poder se "actualiza". Por eso es necesario comprender su "legalidad", sus "mecanismos", y así liberarse de esas ataduras.
Recuerdo que durante un año entero, después de un tiempo de gran tensión interior, me propuse "tomarme vacaciones de Dios"... ¿Qué significaba eso?. No "pensar" sobre Dios, no "examinarme", no hacer "propósitos", no tratar de "adquirir tal o cual virtud", sino hacer silencio, escuchar, hacer contacto con mis sentimientos, leyendo el Evangelio, figurándome con la imaginación, como recomienda Santa Teresa, las escenas de la vida de Jesús, de la Virgen. No discurrir, no resolver nada, dejarme estar en esa experiencia de permanecer con Él, sin imprimirle atributos, voluntades, deseos, mandatos, sin establecer mediaciones.


Me detenía en esa época, muy en particular, en aquellos pasajes bíblicos en los que el Señor pasa, pero no está del todo... en el que Dios revela su trascendencia, estando cerca, pero no dejándose limitar por nada ni por nadie. La lucha de Jacob con el ángel, Moisés en el Horeb, Elías en el Carmelo, en el Antiguo Testamento, entre otros pasajes; y en el Evangelio, esas escenas de espera, de reconocimiento, de peregrinación; como la de las santas mujeres, que no pueden correr la piedra del sepulcro, y están ahí sentadas, esperando a Jesús, diligentes, expectantes contra toda esperanza; o María Magdalena y Jesús en el Jardín lindero al sepulcro: ella reconoce al Señor porque Él pronuncia su nombre "María" (ese pasaje es mi preferido), María recupera su verdadero nombre porque es pronunciado con amor, con respeto,....o los discípulos de Emaús, que reconocen a Jesús al partir el Pan, pero deben primero abrirle su corazón en el camino, como a un amigo desconocido, que les brinda confianza, y al que después pueden llamar "El Señor".


En fin, supongo que muchos de nosotros, hemos de "purificar" nuestra imagen de Dios, nuestra "idea" de la experiencia creyente, como otras tantas cosas que hemos de sanar. Hemos de hacer lugar en nuestro interior para la libertad y la verdad, contra las funcionales "ortodoxias" que han encerrado al Señor en la prepotencia, en la egolatría, que han reducido al Señor a un ídolo, que no habla, ni ve, ni escucha, si no es por las vías que establecen sus sostenedores. Nada nuevo bajo, el sol, eso sí, formas nuevas, con todo, los ídolos siempre tienen los pies de barros, no importa cuán elaborado sea su diseño.

Dos vivencias personales quiero compartir, inmediatamente posteriores a mi salida:

- en mi primera confesión con un sacerdote que no era del Opus Dei, un sacerdote mayor, formador él, religioso de los Cooperadores Parroquiales, luego de que yo me hube acusado de mis pecados, me dijo: "¡Hija mía!. Sos muy buena fiscal, pero estamos en una confesión, no en un juicio". He de comentar que desde mi primera confesión, a las 6 o 7 años, hasta mi salida a los 20 años, sólo me había confesado con sacerdotes de la Obra - sólo una vez, estando todavía dentro y con mucha inquietud interior, me confesé con un sacerdote de "fuera" (¿fuera de qué?), y me ligué el reto del caso-. Aquel breve y espontáneo comentario del experimentado sacerdote, me hizo ver cómo en la Obra todo es "judicializado", también la vida sacramental, también la confesión, y de la "gracia de Dios", ni noticias.

- respecto de las Normas de piedad, cuando salí, no las seguí haciendo tal cual, pero no dejé de rezar, eso sí, fue impresionante, en el sentido cabal del término, vivir la oración sin sentir la "obligación". Enseguida aprendí a rezar el Oficio Divino, la Liturgia de las Horas, que es hoy mi modo cotidiano de orar, en unión con la Iglesia Universal, santificando las horas del día. Luego, la oración y las prácticas de piedad son para la Obra instrumentos de disciplinamiento, por eso, poder vivirlas en libertad, es una verdadera conquista, y no siempre es fácil o simple.

Lo dicho no significa que la experiencia creyente de todos los miembros de la Obra sea una falsedad, o cuestiones por el estilo.


Lo que afirmo es que la vida espiritual, las prácticas de piedad, la vida sacramental, son instrumentalizadas institucionalmente en la Obra, para disciplinar, para cohesionar, para uniformar, etc., y que este modus operandi es propio del Opus Dei, y constituye una deformación de la vida creyente. Lo que en cada individuo excede este diseño, ocurre por la gracia de Dios y la calidad de las personas, pero no por mor de las doctrinas y praxis de la Obra al respecto.

En fin, quería comentar estas cosas, pues cada día constato que tantos temas que han sido y son claves para mí, en mi tarea de reconstrucción de los efectos nocivos de la experiencia del Opus Dei, van apareciendo, se van comunicando y discutiendo en la WEB, se va aportando claridad sobre ellos, y esta constatación me anima a seguir andando en la vida, y me despierta una inmensa gratitud por todo lo que cada uno de nosotros y nosotras ponemos, en los escritos, en los correos, en los diversos modos de la participación, y por supuesto, un gratitud muy señalada para la cotidiana labor de los orejas.

Copio más abajo una bendición atribuida a esa gran mujer celta, mujer de Dios, que fue Santa Brígida de Kildare, para todos los que estamos en búsqueda, para todos los que hemos de andar mucho, para encontrar, no el camino, si no al caminante, en la conciencia de que la "vía recta", la tan mentada "ortodoxia", puede hallarse en un "corazón ancho", que hace lugar para todos, que mira al mundo y cuanto hay en él, con una mirada amorosa, como aquella que el Señor dirigió a tantas y tantos en esta tierra: "Que los pobres bailen con los ángeles".


Ex corde
Flavia


Bendición atribuida a Santa Brígida de Kildare (A.D. 523).

"Quisiera un enorme lago de fina cerveza
digna de un rey de reyes.
Quisiera una mesa con las mejores viandas
digna de la familia celestial.

Que la cerveza se haga con los frutos de la fe
y que las viandas sean amor que perdona.

Invitaré a los pobres a mi festín
porque ellos son los hijos de Dios.
Invitaré a los enfermos a mi festín
porque ellos son la alegría de Dios.
Dejad que los pobres se sienten al lado de Jesús
y que los pobres bailen con los ángeles.

Dios bendiga a los pobres,
Dios bendiga a los enfermos,
y que Dios bendiga a los hombres todos.
Dios bendiga nuestro alimento,
Dios bendiga nuestra bebida,
Que Dios abrace los lugares todos."



Publicado el Monday, 09 February 2004



 
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