¡Qué rarita he sido y qué normal soy ahora!

Karen, 2 de octubre de 2006

Llevo unos meses accediendo a esta página que encontré por casualidad y reconozco que estoy enganchada.

Fuí numeraria durante 4 años y gracias a dios me salí muy joven. De esto hace ya 10 años. Cuando comencé a leer vuestros escritos y cartas me sentí muy identificada con la mayoría de los testimonios, y me llevé una sorpresa. ¡Nunca hubiera pensado que tanta gente había pasado por lo mismo que yo! incluso por experiencias mucho peores.  Durante este tiempo dejé mi experiencia en el opus guardada en una especie de cajón y lo cerré con llave. No volví sobre ella y esto me hizo creer que todo estaba superado. Ahora reconozco que estaba engañada y que el daño está ahí y estará durante toda mi vida. Esto no significa que no sea felíz, ahora sé lo que es la felicidad, tengo pareja, hijos, un trabajo que me llena, amigos de verdad y... sobre todo hago lo que quiero. Pero la espinita sigue ahí. Por eso creo que escribiros servirá de cura en cierto modo.

También debo confesaros que tengo algo de síndrome de Estocolmo, y por lo que he leído, no soy la única. Tan hondo han calado las enseñanzas del opus que esto que estoy haciendo ahora mismo me parece una especie de traición, aunque sé que no lo es.

Mi testimonio es muy parecido al de tantas personas que aparecen en esta página, y por eso creo que no me extenderé demasiado sobre él. Baste decir que mi familia fue un caldo de cultivo para entrar y que desde muy pequeña, apenas 14 años, sufrí una táctica de acoso y derribo implacable, con frases como "está clarísimo que tienes vocación, yo la he visto", cuando yo no veía nada, y tardes enteras hablando hasta con 3 personas distintas. ¿Me quieren decir que eso no es abuso psicológico sobre un menor de edad? Yo no tenía mecanismos de defensa como los que puedo tener ahora. Algunas personas han escrito que no entienden de qué nos quejamos si se puede decir que no. Eso es fácil de decir cuando no has "mamado" el espíritu de la obra en tu familia, en tu tiempo libre, en tu colegio...si has estado inmersa en esa burbuja, puedo asegurar que se crean unos lazos de dependencia importantes, además de problemas de conciencia en torno a la falta de generosidad, el castigo eterno si no cumples con tu vocación y un largo etc.

Nunca me gustó el estilo de las numerarias, se escandalizaban de todo, yo siempre fuí espontánea y natural, y me dí cuenta de que en el opus no hay lugar para la espontaneidad, no te dejan ser tú mismo. Tampoco me gustaba su forma de vestir, algo decimonónica, no sé si ahora habrán cambiado. Aunque tuve la suerte de pitar con pantalones, siempre tenía que llevar al menos una talla más para no "marcar la figura", con lo que parecía un auténtico espantapájaros. Tampoco entendí nunca porque se reía todo el mundo a la vez en las tertulias o porqué se miraba extasiada una película del fundador, que por otro lado siempre me pareció bastante altivo y pagado de sí mismo.

Pero tengo que reconocer que he sacado algo en limpio de esos años. Ahora sé lo que es el opus, ahora tengo argumentos para defenderme de sus intentos de intrusión en la vida de mi familia, ahora entiendo a mis padres y por qué no me ayudaron a salir cuando mi estado de salud clamaba al cielo.

Por si sirve de ayuda a alguien quisiera decir que fuera de la obra la vida es maravillosa, que tal vez el haber estado dentro permita apreciarla aún más, cada día, cada mañana, sin serviam ni chorradas. En este momento soy muy feliz, con todas mis decisiones, aciertos y equivocaciones. Pero sobre todo soy feliz porque tengo una familia normal (mi marido y mis hijos), con besos, caricias, riñas y reconciliaciones, cumpleaños sin mañanitas (Agustina, ya ni me acordaba de eso, qué horror), y navidades en casa de la abuela, con primos, tíos, perros y matasuegras; una familia que si entrara en un medio de formación se asustaría o pensaría qué raro es todo eso. Ahora que lo pienso, qué rarita he sido y qué normal soy ahora.

Karen30