EL PODER DE VITRUVIO

   La prelatura personal del Opus Dei cuenta con una oficina de información en España, más conocida como  “Vitruvio” en ambientes periodísticos e internos, que cuenta con menos poder del que aparenta, aunque circule una leyenda sobre las muchas conexiones que tiene este gabinete de imagen y de prensa.

    Como el Opus Dei cuenta con dos ramas, una masculina y otra femenina, también existen dos oficinas de información, aunque la que suene sea la de varones y cuya dirección es  un chalet en la calle Vitruvio número 3 de Madrid, junto al Alto Estado Mayor de la Defensa y también de los Nuevos Ministerios. La presentación al exterior es inmejorable. El nombre con que se la conoce es el de la calle donde está situada. La femenina tiene el nombre de Zurbano.

   El fundador del Opus Dei, San Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás,  solía decir que existían 50.000 kilómetros de distancia entre ambas ramas, la masculina y la femenina. Y aquí no podía ser menos. Rara vez las mujeres del Opus Dei se han acercado a Vitruvio con motivo de la presentación de un libro. Se trataba de aparentar que funcionaban a la vez.  La realidad es muy distinta, aunque cuenten con un prelado, un vicario regional (consiliario) y directores de delegaciones comunes. Todos ellos son sacerdotes. Para que luego no hablen del poder clerical y presenten estadísticas sobre el número de presbíteros. Pocos pero mandan. Al frente de los principales lugares de gobierno se encuentran solo sacerdotes.

   Mis compañeros periodistas pensaban que el que “mandaba” en Vitruvio era Luis Gordon. Jamás un supernumerario –Luis Gordon lo era—ha tenido poder de mando en el Opus Dei. Eso sí, es un buen escaparate.  Su situación de casado hacía que algunos pensaran que en la Obra gobernaban también los casados. En realidad quien mandaba era Antonio Hernández Deus (numerario), que, a su vez, dependía del secretario de la Comisión Regional de Diego de León, 14, que durante mi etapa era el único amigo que me queda en la Obra. Se que ha cambiado y ahora es otro. Total que en el Opus solo mandan los numerarios.

   El secretario de la Comisión Regional es  un laico de quien depende orgánicamente la Oficina de Información del Opus Dei. Si embargo, el  máximo responsable de toda la Obra en España es Ramón Herrando y Prat de la Riba, un sacerdote con pocos años de ordenación. Como se ve, en uno y otro caso, uno es el que está en el escaparate: Luis Gordon o Manolo Garrido (numerario) y otros los que establecen directrices.

   En los casi treinta y dos años que estuve como responsable de información religiosa de una agencia de noticias, jamás se dirigió a mi Luis Gordon. Eso sí hablaba con el director de la agencia y desde él me llegaban las órdenes que transmitían los directores del Opus Dei a la opinión pública. Así, cuando se publicó el libro sobre el itinerario jurídico del Opus Dei,  la oficina de Vitruvio habló con mi jefe y le ofreció tres entrevistas: Fernando Ocáriz  (hoy vicario general de la prelatura, qué curioso),  Pedro Rodríguez  (decano de teología) y Valentín Gómez Iglesias, profesor de la universidad de Navarra. Ya entonces Ocáriz ocupaba un cargo en la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano, a cuyo frente estaba el hoy Benedicto XVI.

   Quise entrevistar a Fernando Ocáriz, pero no me dejaron. Mi jefe dijo que el asignado era Pedro Rodríguez. Naturalmente que antes de publicarse la entrevista fue revisada por los de Vitruvio. Al final me cambiaron todo. Son humillaciones de la profesión y señal del talante con que actúan los de la oficina de información. No cabe duda que tienen mucho poder. La mayor parte de las veces  los “vitruvianos” no tratan con los redactores de base.

   Pero los de Vitruvio tiene otras artes. Una vez vino a Madrid monseñor Alvaro del Portillo y tuvo lugar una “tertulia” (encuentro) abierto en el Colegio Retamar, situado en la zona residencial de Somosaguas. Tuve que pedir un día de permiso en mi trabajo para poder asistir. Sin embargo, la Oficina de Información había llevado a un grupo de periodistas a esta reunión y se sentaron en primera fila. La sorpresa fue mayúscula cuando al día siguiente leí una reseña de aquel acto en varios periódicos.  Eso sí, yo estaba entre el público.

   Durante ese mismo acto quise hacerle una pregunta al Padre (monseñor Álvaro del Portillo), pero el encargado de uno de los micrófonos no me dejó, pues –aseguró— ya había sido concedida la intervención a otra persona. Cuando se lo conté a mis compañeros lo que había sucedido no se lo explicaban, pues no era normal que su compañero de la agencia que era el decano de la información religiosa no había sido invitado.

   Los responsables de Vitruvio hacen informes sobre todo lo que se publica en torno a la Obra. Más de una vez echan una bronca. En muchos casos van acompañados hasta de recortes de lo que ha escrito el periodista. Y si no es al periodista que ha escrito la noticia, se dirigen a su jefe y la explican. Total que, para mí, los de Vitruvio son como una “mosca co….” que no permiten la más mínima desviación. Y si no, para eso están los encargados de la AOP  (Apostolado de la Opinión Pública) que para eso existen en los centros. Véase los “valientes” (por llamarles algo) que hacen comentarios en foros como www.religiondigital.com.

NACHO FERNANDEZ