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010. Testimonios
Merchelo :

Y sigo...
 
       Después de los ejercicios espirituales fuimos cuatro compañeras por el centro “one“, pero entre nosotras no hablábamos de lo que nuestras nuevas “amigas” nos decían. Mi “amiga” numeraria Pachi era muy divertida y yo le contaba mis cosas abiertamente. Había algo que me identificaba con las numerarias: su afabilidad,  su devoción, el pequeño oratorio tan pulcro con esa  entonación de luz cálida que matizaba los mármoles de colores, un crucifijo pequeño en el centro, sobre el sagrario dorado que brillaba con luz propia, de lo limpio que estaba. La verdad, que esa decoración me fascinaba más que el nuevo estilo de hormigón de los años 70 que me parecía más bien grotesco... Han tenido que pasar años para  que volviera a valorar que lo externo no importa para ser buen cristiano...
 
Bueno que las formas me envolvieron entonces, junto con el mensaje de ser cristianos corrientes que se santifican con su trabajo ordinario, y con mi docilidad característica, pedí la admisión. Luego supe que otras dos compañeras pitaron, estuvimos juntas en  el primer curso anual de nuevo en el Pinarillo y que ellas lo dejaron varios meses después.
 
A partir de ahí empezó la cuesta arriba, salpicada de algunos recuerdos divertidos y habiendo conocido a gente muy valiosa. Ahora caigo en la realidad de lo que pasaba con muchas chicas adscritas (al parecer, éramos aspirantes pero yo no sabía que era aspirante, sino que ya estaba dentro, y vivíamos con nuestros padres todavía. Nunca me dijeron que podría irme cuando quisiera, libremente, como se dice en el Catecismo de la Obra).  Muchas desaparecían de un curso anual a otro...
 
Como explica genialmente heavy y creo que nos ocurrió a todos, empezaron los tiquismiquis y las vueltas de tuerca: normas y mas normas, que me exprimían. No era precisamente la vida de una colegial adolescente...
      
A los que salimos, se nos debe decir, como a los marcianos ¡BIENVENIDO A LA TIERRA !  Y ten cuidado que los pasos los debes dar tú solito, construir tu vida con tu propia libertad,  Si necesitas apoyo, para eso tu familia.  Como eres un ser sociable ya encontrarás a alguien que te aguante, y hasta te quiera.  Yo tuve la suerte de que mis padres no perteneciesen a la prelatura y que no soy tímida para hacer nuevas relaciones. Porque todo lo que tuve antes y durante, lo perdí...
 
Perdonad por si mi relato no es lineal, salto de una cosa a otra, pero es que han sido muchos años sin hablar de ello y ahora se me agolpan los recuerdos.
 
Me levantaba a las 7 para hacer media hora de oración por la mañana y misa en una parroquia cercana. Después al colegio, vuelta a comer a casa, 15 minutos de lectura del evangelio y vuelta al cole, que estaba a un buen paseo. A las cinco y media, caminando tomar (no digo el palabro prohibido en Argentina y Uruguay), media hora de autobús para ir al piso mencionado a hacer la otra media de oración de la tarde, las normas semanales charla fraterna y confesión, meditaciones, charlas, círculos... El encargo de la “casa” fue planchar los pañitos del oratorio, que tenían cienes de pliegues. A todo esto tengo que decir que en casa de mis padres no ayudaba nada de nada, y me veían poco el pelo (no seas mala Agustina). Se supone que tenía que hacer los deberes del colegio, estudiar y hacer apostolado (llevar a gente, como sea). De nuevo caminar al autobús y dormir en casa de mis padres.
 
Mi entrega fue total a las ordenes que me iban dando, incluso empapelamos una habitación entre otra numeraria y yo... pero siempre había que dar más, siempre me sentía culpable de no dar la talla. Este sentido de culpabilidad me ha acompañado en mi vida y todavía lucho contra él.  Te daban una orden disfrazada en un eufemismo tipo... ”sería conveniente”..., “podrías”..., y ... ¡A hacerlo, para ganar la santidad! Ahora lo hago por mi familia y las personas que dependen de mi trabajo, porque quiero, que es la razón más natural.
 
Me hablaban de la familia de verdad, que no era la familia de sangre. Desde luego parece que se refieren a la de drácula. Que mi familia de verdad era el opus... Y yo me lo creía y lo trataba de digerir.
 
Todo allí está calculado para beneficio de la institución, disfrazada de Dios. Es verdad que en el fondo me siento dolida por los que mandan en la Iglesia por dejarnos de lado... Y ese desencantamiento nos ocurre a muchos. Aun así, hay personas de dentro de la Iglesia y fuera del opus, que se interesan por nosotros. Para los de dentro ya no existimos cuando nos vamos, a no ser que quieras seguir yendo, donde nadie te conozca, a recibir los "medios de formación". Y no se dan cuenta de que esos medios de formación y esa parafernalia, la letra muerta, ha tenido mucho o todo que ver con la salida. Los que habéis salido y seguís con mucha Fe, os admiro.  Lo mío no es nada, ya que cuando tuve la mayoría de edad para ir a vivir, lo dejé.  Y por tanto no he sufrido tanto. Pero mi fe se tambaleó. No me enseñaron razones para amar a Dios sino para temerlo. Fuera de la obra no había salvación así que ¿cómo iba a acercarme a ese Dios que me enviaba, con 18 años, al infierno?
 
Gracias a Agustina y a todos los colaboradores, que habéis puesto a nuestra disposición los libros prohibidos o silenciados, así como los testimonios que nos hacen llorar y reír....
 
Cuidaos mucho
Merchelo
 



Publicado el Monday, 18 September 2006



 
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