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 Correos: Supernumerarias: una de orientación sexual.- Brisas

078. Supernumerarios_as
Brisas :

Supernumerarias: una de orientación sexual

La educación sexual que recibíamos las supernumerarias en la obra no era lo que se pueda decir ¿extensa? ¿clara?. Aparte del consejo de cambiar de cadena cada vez que se viese un beso (no fraterno), no ir al cine si no estábamos seguras de que la película era tipo "La casa de la pradera", no estar, esto para las solteras, con un chico a solas en el coche, o sea, como los Grupos de Operaciones Especiales de la policía, tirarte del coche en marcha. ¡Ah!, y cuidado con la nocturnidad y las copitas. Como resultado de eso, y llevada por una deformación, he de confesar que en el médico he hecho los ridículos más espantosos.

Cada X tiempo, no sé a los demás miembros de la Prelatura, a las supernumerarias nos daba el círculo el sacerdote. Recuerdo que en una de estas ocasiones, cuando llegamos al centro nos dice la directora: "Hoy la charla es sobre educación sexual" (juraría que no utilizó el término "educación sexual", sino cualquier eufemismo que no supusiese pronunciar la palabra sexo) ¡Toma ya!, pensé yo. Y me procuré un sitio hacia el fondo de la sala porque di por seguro que nos íbamos a poner coloradas. Y sí que me puse colorada, os cuento.

Empezó el círculo. El sacerdote hablaba, y bla, bla, bla. Yo esperaba lo de la educación sexual y solamente se hablaba de la generosidad para recibir los hijos, no cegar las fuentes de la vida, que la cama matrimonial era, como decía nuestro santo fundador, un altar (me consta que para algunas sí lo era, pero altar del sacrificio) y bla, bla, bla. O sea, lo de siempre. Aunque pensándolo bien, no creo que hubiese el más mínimo problema, porque empezaba a las cuatro de la tarde y la que más y la que menos era presa de una modorrilla que te hace oír muy lejana cualquier voz.

Lo único que me quedó claro de toda la charla fue una cosa y que se agarre todo el mundo al asiento:

Si un matrimonio no tiene hijos pasado no sé cuánto tiempo, después de hacerse las pruebas de esterilidad la mujer y comprobar que no es la culpable, puede ir al médico el marido. Entonces como lo que se le va a analizar al marido es el semen pues no se puede permitir que se haga de otra forma que de la siguiente manera (todavía me ruborizo, pero no por mojigata, sino por vergüenza ajena):


Para poder obtener el semen del marido no se puede hacer más que mediante una relación sexual con su mujer (en este momento nos despertamos todas). Y entonces se tiene que utilizar un preservativo (ya nos enderazamos en los asientos), pero el preservativo no puede estar tal y como viene de la farmacia, no, hay que hacerle unos agujeritos, porque no vaya a ser que ese día Dios quiera que el estéril no lo sea tanto.

Mi imaginación, que es bastante peliculera, empezó a imaginarse el marrón:

- Mire doctor, venimos porque hace cinco años que nos hemos casado y no tenemos hijos.
- Bien
- ¿Se ha mirado usted, señora?
- Si, si, yo estoy bien, pero puede que aquí, mi adorado tormento (su adorado tormento ligeramente lívido), sea estéril
- Ah, pues vamos a hacerle un análisis de semen.
- Mire doctor, antes de que diga nada, tiene que dejarnos una habitación, un preservativo y un alfiler.
- ¿Comorrrrrrrrrrrrrrrr?
- Ay, sí, nosotros nos podemos cegar las fuentes de la vida.
- ¿Pero no vienen aquí porque existe la sospecha más que fundada de que su marido pueda ser estéeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeril?
- Ya, doctor, pero ¿y si hoy se produce un milagro y no lo es?

Y ya mi imaginación se quedó paralizada, porque no debía seguir por esos derroteros. ¿Habría algún matrimonio capaz de hacer eso?

Y yo me hago una pregunta que Don Brenhauer, el cura, el que vive en el centro de Luis Mernabo, no nos aclaró. ¿En que momento se pincha el preservativo?

Brisas


Publicado el Thursday, 05 February 2004



 
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