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 Correos: Sobre liberalismo y cristianismo (II).- Fede

900. Sin clasificar
Fede :

Sobre liberalismo y cristianismo (II)

Querido José Tomás:

releyendo lo que envié, quisiera ahora haber escrito con más poso y mesura. Pero tenía poco más de una hora entre final de la jornada laboral oficial y comienzo del baño de los niños, y era eso o nada.

Ahora, me ha quedado hora y media "libre" (que mi mujer no se entere, que oficialmente en esta casa no existe tal cosa) y retomo el asunto.

No quiero debatir sobre el liberalismo. Ni en lo político, ni en lo económico. Lo he hecho otras veces, a varios niveles, con serie de conferencias en México incluidas, y he acabado agotado. Entre otras cosas, porque es casi inevitable -no siendo omniscientes ni pudiendo estar en todo- mezclar churras con merinas. En una ocasión, como relaté en relación con la "ignorancia culpable" de cierto director (4.12.2003), mi voluntad de aclarar las cosas me creó algún problema con esa persona cuando puse de manifiesto, directamente, mi disconformidad con el indoctrinamiento que estaba haciéndose en y desde la Obra, de forma consciente o no, en temas ideológicos y políticos.

Como en tantas cosas, creo que hay que distinguir la doctrina oficial de la Obra al respecto, que entiendo es que los miembros de la Prelatura tienen la misma libertad de opción política que cualquier otro cristiano, de la forma en que eso se concreta luego en la práctica. Porque, creo, ahí está el truco. Partiendo de los elementos básicos del argumentario que existe en la Obra para "reprimir" la disidencia o la crítica, bastaría apelar, según el caso, a tal o cual encíclica papal, carta pastoral del Obispo o escrito del Fundador para, interpretación oficial en mano, "facilitar" el descarte de ciertas opciones que, sin manipulación más o menos interesada o ignorancia culpable más o menos vencible en personas particulares, serían perfectamente legítimas. Si crees que puede haber algo más, bien podría haberlo, no digo que no.

A nivel más teórico me parece que las visiones pre-conceptuales permean el pensamiento, "lo que uno piensa" y lo que uno "ve", hasta niveles básicos y profundos, y dificultan no ya tanto razonar, cuanto inteligir bien lo que dice el otro. Y lo digo por ambas partes: la mía como "liberal" y la de "mis contendientes". El mundo mental y real de cada cual, las circunstancias de cada uno, pesan mucho y pueden desvirtuar o cambiar casi por completo el sentido de muchas cosas, sin mala intención por ninguna parte, y muchas veces sin que uno sepa muy bien si es o no es así, o por qué es así o deja de serlo. Pocas cosas son sólo blanco o negro: además de colores, hay también gris y matices de grises.

"No tengo", te decía, "credenciales políticas". No es del todo cierto. Aunque no sé si cabe considerarlo tal, en segundo curso de carrera universitaria me presenté candidato a las elecciones a representante de clase; no llegué muy lejos cuando dije que, aun siendo un sistema de representación, ante un conflicto irreconciliable entre la posición oficial de mi grupo y mi conciencia, decidiría en conciencia. (Muy lejos no llegué, pero casi, porque quedé quinto entre diez candidatos y salían elegidos sólo los cuatro más votados.) Práctica política, pues, no tengo, y hasta posiblemente esté genéticamente incapacitado para ella. Pero tengo algunas publicaciones donde intento aclarar conceptos sobre este asunto, incluidas mi tesis de doctorado en Filosofía y mi tesina en Economía (ésta, sobre el análisis económico de los fundamentos y límites de la acción colectiva).

Mi especialización intelectual ha ido, de hecho, por el lado de la Economía Política, la Filosofía Social, la Metodología de la Economía, la Historia del Pensamiento Económico... Aun a riesgo de parecer ya demasiados datos sobre mi persona, en estos momentos, además de dos cursos introductorios a Micro y Macroeconomía, uno de ellos en inglés, doy una asignatura optativa, en último curso de la licenciatura en Económicas, sobre "Economía del sector público y teoría de la elección social", que me obliga a precisar en estos temas y a definir posiciones. Pero mi vida intelectual está en cierto modo recortada voluntariamente para poder dedicarme a lo que constituye mi principal actividad, que no es la docencia universitaria, sino la traducción financiera, ya que por ahí entran los ingresos con los que básicamente contribuyo al sostenimiento familiar.

Eso no quiere decir que no traduzca, en mis "ratos libres", otras cosas de más enjundia, entre ellas obras de autores liberales como Murray N. Rothbard (parte de su "Historia del Pensamiento Económico" desde la perspectiva de la Escuela Austriaca de Economía, en dos volúmenes, que me parece una joya), Israel Kirzner ("Creatividad, capitalismo y justicia distributiva"), Bruno Leoni (parte de "La libertad y la ley") o del propio Hayek (la recopilación de entrevistas "Hayek sobre Hayek" y revisiones a varios tomos de sus obras completas, incluidos "Las vicisitudes del liberalismo", "La tendencia del pensamiento económico" y "Contra Keynes y Cambridge"; ahora estoy completamente "atascado" con una re-traducción de su monumental "Derecho, legislación y libertad"). También he traducido, sin publicar, obras de James M. Buchanan, Charles K. Rowley y otros autores más o menos liberales. Hay una obra de Waligorski, "The Political Theory of Conservative Economists", en la que hace muchas precisiones (no siempre plenamente acertadas, pero ayuda en todo caso al discernimiento) sobre qué es ser liberal en lo económico o en lo político, qué conservador, etc. Sólo definir, precisar, clarificar, clasificar..., ya es tarea ingente.

En concreto, yo podría estar de acuerdo, por ejemplo, con casi todo lo que dice Hayek, tenido por gran paladín liberal, y disentir sin embargo de tal o cual expresión suya (suponiendo que realmente fuera suya, que a veces se descubre que no dijo tal cosa, sino que fue su albacea literario quien lo redactó de forma tan desafortunada; y, siendo ciertamente suya, Hayek no era infalible, ¡faltaría más!, ni su potente visión era tan sinóptica o penetrante como para ver todos los matices, aunque viera muchos que los demás no vemos). Y Hayek, como todos, maduró con el tiempo (aunque su última obra, "La fatal arrogancia. Los errores del socialismo", no sea en mi opinión, por lo antes dicho, precisamente lo más granado de su pensamiento).

Es un ejemplo, entiéndase bien, pero quiero declarar formalmente, por si estuviese incurriendo en un error quizá invencible pero culpable, que ¡antes quiero ser cristiano que hayekiano o liberal!

Por eso evito si puedo el debate en general sobre las ideas y prefiero analizar propuestas, medidas, etc. concretas. Por centrarme en mis circunstancias, al margen de la ideología de cada Partido, puede haber propuestas políticas y económicas del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) que me parezcan acertadísimas y otras del Partido Popular (PP), en cambio, que me parezcan aberrantes. Y eso, tanto en lo político como en lo económico. La teoría de la elección pública, la teoría económica de la democracia (y de las dictaduras y la anarquía) y el análisis económico de la burocracia, entre otras ramas de la teoría económica, demuestran que los fundamentos últimos sobre los que cada Partido dice basar sus propuestas no se corresponden con las medidas adoptadas, porque el objetivo último no es cumplir las promesas del programa electoral, sino maximizar el número de votos en el mercado político para ganar las próximas elecciones, y no siempre son compatibles el fin teórico supuesto con el práctico efectivo. Esto, por supuesto, en una democracia con límites constitucionales bien definidos; en otras, y sobran ejemplos, maximizar votos, una vez en el poder, es irrelevante.

¿Qué debe primarse, la mayor o menor afinidad de la Doctrina Social de la Iglesia con la "ideología fundamental" del Partido, aunque luego ésta no se refleje en las "medidas políticas" adoptadas, o el mayor o menor acierto de estas últimas al margen de la primera? ¿Pueden criticarse o alabarse "en general", prescindiendo de quién dice qué, dónde y cuándo, el liberalismo o el socialismo? ¿O acaso lo que históricamente hay no son personas, partidos, movimientos, etc., que apelan a tal o cual ideología para justificar tal o cual medida política? Es más: si no hay forma de encajar o cuadrar teoría y práctica, ¿acaso no apelan unos y otros a la "renovación del pensamiento", la "refundación ideológica del partido" o, sencillamente, al imperativo de los hechos o las ineludibles circunstancias históricas?

¿Quién mereció alabanza: el hijo que dijo "ahora voy" y no fue, o el hijo que dijo "no voy" y luego fue? Las opciones fundamentales están muy bien, la "disposición habitual" o la "intención virtual" tienen mucho valor, pero los actos imperados por la voluntad son decisivos. La historia es un proceso hecho de la interacción de innumerables actos y decisiones personales. La fe sin obras es fe muerta. E igual que cabe error, cabe arrepentimiento. Y los últimos serán los primeros, y todo eso. Las paradojas siempre están ahí: "la vocación al Opus Dei no os saca del mundo", "la Obra está para servir a la Iglesia como la Iglesia quiere ser servida" y, repito, todo eso.

Personalmente, tiendo más hacia las ideas fundamentales y las medidas de política económica instrumentadas por personas que considero "liberales" que hacia las defendidas e instrumentadas por los que me parecen o se declaran "socialistas". Pero eso no quita que mi voto en las urnas, además de para expresar opciones "fundamentales", no pueda servir, con otra intención, para premiar o castigar la coherencia o falta de ella entre teoría y práctica política; es decir, para educar, en definitiva, a la clase gobernante, para dejar claro a los políticos (con mi voto, que podrá ser no obstante contrarrestado por un voto contrario nada meditado y por pura inercia) que el electorado idiota no es, aunque a menudo lo parezcamos.

Una cosa es procurar evitar vender la primogenitura por un plato de lentejas, entendido también en su sentido sobrenatural último, y otra hacer el juego al oportunismo, al político clientelista, al buscador de rentas políticas, al mercantilista, al polizón... se adscriba a la ideología a la que diga adscribirse o a otra; derechas o izquierdas, tanto me da. Eso, en la práctica; en la teoría, ya digo, mis afinidades están bastante definidas.

Bueno, se me ha pasado el tiempo. Lo dejo aquí. ¡Me has hecho caer en la horrible tentación de ponerme a "pensar" en vez de dedicarme, en pura lógica liberal-capitalista, al innoble afán de lucro personal, a la lamentable función de ganar dinero (es decir, a adquirir los medios para alimentar a mi familia, educar a mis hijos, tener un detallito con mi mujer, colaborar en la parroquia, ayudar a una ONG que opera en Bolivia, contribuir a cubrir el coste del libro publicado por el Colegio Mayor Guadaira de Sevilla sobre su 50º aniversario, que me llegó como "regalo" inesperado hace unos días, con indicación del número de cuenta a la que realizar la transferencia, y todo eso)!

¡Lejos de nosotros, pues, la funesta y nefasta manía de pensar!

Un fuerte abrazo,

fede


Publicado el Wednesday, 04 February 2004



 
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