Querido Trucha:

Soy uno de esos que citas al final de tu correspondencia cuando escribes eso de “No bastará la queja anónima, ni la lectura agradable de la vida en la Obra por parte del gracioso de turno…”. Pues aquí me tienes: soy uno de los graciosos de turno.

Cuentan que en un pueblo de Castilla un cura gustaba de subirse a uno de esos púlpitos elevados, de los que se asciende por una escalera de caracol, y soltaba unas soflamas de padre y señor mío. El hombre se acaloraba, gritaba, derrochaba gestos de actor, de auténtico histrión, llegando incluso a representar las escenas que contaba. Un día estaba hablando sobre Santiago el Apóstol… el hombre a gritos tenía a la feligresía pasmada con el santo….”¡¡¡Y ENTONCES SANTIAGO SE FUE A LUCHAR CONTRA LOS MOROOOOOOSSSSS!!!, ¿Y QUÉ HACE SANTIAGO?, ¿SABÉIS LO QUE HIZO?.¡¡¡PUES SE SUBIÓ AL CABALLO!!! (en ese momento el cura da un salto y se sube a la barandilla imitando al apóstol y se pone a brincar en ella como un loco)…”¡¡¡¡A LA GUERRAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!! ¡¡¡AJJJJJJJJJJJJ!!!.

Una ancianita que oye el alarido del sacerdote le pregunta desde el banco “¿eso dijo Santiago?”. Y el cura la mira sentado en la barandilla y le dice:

-         Calla, sarracena, que Santiago no se pilló un güevo al subir al caballo...

Bueno, Trucha, tú te has subido al pulpito de orejas y has echado una soflama incendiaria, apocalíptica, histriónica y pasote total. Te has pillado no un güevo, los dos. Los dos güevillos, y bien pillados.

Desconcierta el tono que escribes, parece que te has leído las obras completas de Unamuno, o te has metido un chute de las arengas del General Millán Astrain, o las dos cosas a la vez: una prosa algo, no sé, barroca, de funcionario. Eso de “Estimados fundadores y colaboradores de esta valiosísima página: me dirijo a ustedes con el propósito de mostrarles mi mas sincera gratitud por la fructífera a la par que curativa labor que con animo conciliador ejercen; Y que a tantos ha librado de las destructoras fauces de esta organización, mostrando sin ambages el verdadero leit-motiv de esta tan favorecida institución eclesial, que subyace bajo los extravagantes y peculiares sucesos y comportamientos de los miembros de la citada organización pero que por su carácter inicuo difícilmente sería descubierto por cualquiera con un mínimo de  salud mental…”… Chico, Trucha, me parece muy rebuscado.

Y el caso es que comienzas bien, así como muy suave, muy formalito, muy Versalles, pero joder luego, ¡cómo cascas!. Y eso que nunca has pertenecido a la opus –la verdad que para no haber pertenecido la conoces muy bien, parece que tienes la cruz de palo.

Y es que tas pasao con tanta mayúscula de tío indignado en la barandilla…

“Así, debo decir, la profunda INDIGNACIÓN que me ocasiona la casi INEXISTENCIA o al menos en un grado de importancia que lo convierta en el verdadero hilo conductor de los escritos aquí presentes, de una PETICIÓN de PERDÓN HACIA TODOS AQUELLOS JOVENES CUYAS VIDAS DESTROZARON PARA SIEMPRE...”…. Hombreee, para siempre, para siempre, la verdad es que no, la mayoría se va arreglando más o menos su historia y viven su vida, incluso muchos de esos jóvenes nos miran y recuerdan con cariño. Quiero decir que ni los que estuvimos dentro, ni los que están dentro, así, tal y como tú indicas, éramos una panda de hijos de la gran puta esféricos.

Por otra parte, Trucha, si te hubieses leído bien las correspondencias de orejas, verás que muchos hemos pedido perdón por los daños que hubiésemos podido hacer a esas personas. Yo lo hice, y en varias ocasiones (y no busco la referencia porque se cuentan por cienes los escritos míos y no estoy para buscar nada. Lo buscas tú). Y me consta que muchos bastantes también lo han hecho. Pero tú, ¿qué quieres?, ¿que andemos cada semana con el rollo de pedir perdón a la peña? Pues nos cargamos la página.

Además, no sé el puntazo que te ha dado, broncas, que eres un broncas. ¿Qué es eso de andar a gritos con esa repetición de “nadie dejó la obra ante la indignación… nadie consideró jugar con el destino de un niño…. nadie denunció lo ofensivo… nadie se horrorizó ante la locura… NADIE SE MARCHÓ ANTE EL MALÉVOLO Y FICTICIO MONTAJE ESCÉNICO…”, y más adelante hablas de “vender  el alma al diablo”, “delirios de falta de conciencia y autoexigencia”… y después de tralla y tralla, de acojonar al personal con todo tipo males, das el salto, te subes a la barandilla y ¡¡¡AJJJJJJJJJJJJJ!!!... ¡!!

“No bastará con una corta carta de queja dirigida a las altas instancias de la Iglesia, por los atropellos sufridos  y en la que nunca se menciona que ustedes también llegarían a participara  en éstos activamente posteriormente: ¡no! Serán necesarios mil y un informes detallados y serios que deberán ser enviados hasta el hastío”...

¡¡¡Hala, tócate los cojones: mil y un informes detallados!!!... que los haga tu abuela, Trucha.

Y no contento con esta soflama te largas un final –es donde te pillas el segundo cojoncillo– que dices: “Y sólo así, tal vez, todos aquellos cuyas vidas destrozaron ora por la consecución de una nueva incorporación a la Obra y en consecuencia y en la mayoría de casos, un malvado más en esta tierra ora por la persecución, chantaje, y abusos varios ejercidos sobre los apetecibles futuros miembros, podrán perdonarles”.

Macho, vaya párrafo: quien te entienda que te compre.

Y, ya puesto a tirarme de la amoto, me da en la nariz, amigo trucha, que tú sí eres de la opus. Pata negra.

Puede ser que me confunda –como la noche a otros-, pero algo huele a podrido en Dinamarca. Tú quieres cargarte la página. Y si no es así, pues lo tienes muy fácil: envía los mil informes que hay en esta página y denúncialos a las instancias de la Iglesia… ¡ánimo, trucha!.

Satur