Bienvenido a Opuslibros
Inicio - Buscar - Envíos - Temas - Enlaces - Tu cuenta - Libros silenciados - Documentos Internos

     Opuslibros
¡Gracias a Dios, nos fuimos
Ir a la web 'clásica'

· FAQ
· Quienes somos
· La trampa de la vocación
· Contacta con nosotros si...
· Si quieres ayudar económicamente...
· Política de cookies

     Ayuda a Opuslibros

Si quieres colaborar económicamente para el mantenimiento de Opuslibros, puedes hacerlo

desde aquí


     Cookies
Utilizamos cookies propias y de terceros para obtener datos estadísticos de la navegación de nuestros usuarios y mejorar nuestros servicios. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Puede obtener más información aquí

     Principal
· Home
· Archivo por fecha
· Buscar
· Enlaces Web
· Envíos (para publicar)
· Login/Logout
· Ver por Temas

     Login
Nickname

Password

Registrate aquí. De forma anónima puedes leerlo todo. Para enviar escritos o correos para publicar, debes registrarte con un apodo, con tus iniciales o con tu nombre.

     Webs amigas

Opus-Info

NOPUS DEI (USA)

ODAN (USA)

Blog de Ana Azanza

Blog de Maripaz

OpusLibre-Français

OpusFrei-Deutsch


 Correos: Amor: parada y fonda.- Kaiser

075. Afectividad, amistad, sexualidad
kaiser :

AMOR: PARADA Y FONDA.

Cuando vi pasar ante mí el escrito de Josito acerca del amor y el desamor y, en especial, ese farolillo rojo que lo cerraba preñado de destellos de escalofrío centelleando en la noche oscura de su alma: “rezo para que todos seamos felices aunque sin amor”, me encontraba como el viajero ignorado en una de esas estaciones de la periferia de ningún lugar, aguardando un tren que le regresara a casa, y escucha en el solitario andén por megafonía que el próximo convoy no tiene parada en esa estación. Así que, una vez asumido que la trepidación y el revuelo que su paso provocaba no iba conmigo y, aun recibido el destello hiriente de su farol, me dispuse a arrellanarme de nuevo en la bancada de granito frío envuelto en mis soledades...



Pero algo no ha debido suceder del todo como anunció el ferroviario megáfono, porque al poco de creerme entregado al plácido sueño, me sacudió bruscamente un resoplido infame de vapores, seguido de un pitido agudo y el chirriar de metales convincentemente cabreados. El tren había vuelto grupas y se encontraba ahora parado en el andén. Desde la cabecera me llegó con toda claridad un grito entre informativo y terminante: “¡Amor: parada y fonda!”. El tren que yo ignoraba por impropio de mí, no sólo tenía parada, sino que era obligado pernoctar en él.

Y aquí estoy, ante este folio en blanco, tratando de hacer bueno el billete con el que me comprometí a viajar con todos vosotros y a no quedarme aislado en la fría bancada de mi comodidad en ninguna estación olvidada.

Naturalmente, lo primero que me viene a la mente es toda una ristra de fórmulas, consejas y sentencias acerca del amor, el buen amor, el verdadero amor y todo eso; pero temo que ya se han dicho demasiadas cosas en esa línea y, más aún, temo que revelaré una naturaleza calcada de aquella impostada e impostora con la que aplicaba fórmulas, consejas y sentencias -¡con 19 años!- a los padres de mis alumnos. Eso a Josito no le va a ayudar. Primero, porque se las conoce y ya le llueve sobre mojado. Segundo, porque se quedan en generalidades y hay que ir a lo concreto. Tercero, porque el amor no se prepara ni se predispone. En lo que concierne al amor humano, cuando te alcanza de veras, es que te-arrea-una-ostia-que-pa-qué. Si uno ha llegado a tal insensibilidad que hasta eso se le hace una higa y cree que puede seguir viviendo en paz y felicidad, lo que necesita no son consejos ni palmadas en la espalda, sino mucha humildad, mucha paciencia y mucha confianza en un especialista.

En el caso del Opus Dei, no es que se arrase con cualquier forma de afectividad hasta el punto de quedar uno anulado de por vida para establecer relaciones con nadie en las que estén implicados los sentimientos. Es que hemos tocado con los dedos el mayor -¡el más grande!- de los amores que concebirse puedan; pero, claro, eso sólo dentro. Una vez fuera, no veas qué cara se te queda de tonto tirado en el arroyo. La capacidad de amar -es decir, amar concretamente a alguien, sea padre, madre, hermano, amigo o amante- no es que esté manipulada, es que ha quedado como el planeta Tierra tras un cataclismo nuclear masivo: calcinada. No hay desprogramación posible. Todo ha de ser a base de bemoles y desde cero. Fuera caparazones, fuera armaduras, fuera la idea de “fuera”. Estamos dentro. Esta vez sí. Dentro de nuestra propia piel, pero dentro también de nuestro mundo, el verdadero mundo, en el que quienes nos rodean son efectivamente semejantes. El amor que podamos encontrar en adelante no es un sucedáneo de amor. Amar a nuestros familiares y amigos, los nuestros de verdad, no es algo que les debamos ofrecer superficialmente para que las cosas encajen. El afecto que nos provoque un niño, una anciana impedida a la puerta de la parroquia con la que cruzas la mirada, la persona que acompasa sus pasos a los tuyos inesperada y perturbadoramente, lejos de ser un síntoma de fragilidad de carácter, constituyen los hilos que te atan a la vida (la vida que Dios nos dio y en la que nos quiere vivos). Son fragmentos de lo humano que están reclamando respuesta a lo que de humano tenemos dentro. Y, lejos de ahogarlos o reprimirlos por imprevistos, inquietantes, inesperados o perturbadores, debemos hacerle hueco en nuestro interior e implicarnos poco a poco en su reclamo para de ese modo ir reconstruyendo el tejido de nuestro ser-en-el-mundo-real.

Los numerarios, y supongo que las numerarias, viven con la convicción de que los sentimientos amorosos son algo despreciable. De ahí que mi actitud haya ido ignorar el asunto, como se ignora ese tren que sabemos que no nos ha de llevar a ninguna parte. Despreciar los sentimientos amorosos está en la línea del buen espíritu. Cerrarles el paso es obligado. Considerarlos de tono menor, de buen tono. Yo me he visto así, ahora mismo, retratado pese a los años transcurridos al paso del ercancías que me ha arrollado con ese farolillo destellante arrojando sobre mi ciega cripta emocional la chispa que ha prendido el gas inflamable que ocultaba: creerse feliz cerrado al amor... ¿Cabe mayor desgracia? Felicitarse de arrastrar la condición de un mineral. Gozarse muerto en vida. Josito, agárrate a cualquiera de las muchas cosas que te han dicho y te dirán. Basta con una. Aférrate a ella y recupera el hilo de tu condición de persona como la lapa recupera el hilo que le une a la roca que le da alimento y cobijo. No es un consejo. Es imperativo lo que te digo. Ni un segundo más de resignación. Te espero a este lado del andén para agradecerte que con el tren que has plantado ante mis narices me hayas despertado de tan largo sueño y me hayas dado ocasión de abandonar la incómoda bancada de granito y emprender de una vez el camino de regreso a casa.

Kaiser




Publicado el Monday, 10 April 2006



 
     Enlaces Relacionados
· Más Acerca de 075. Afectividad, amistad, sexualidad


Noticia más leída sobre 075. Afectividad, amistad, sexualidad:
La seducción de los adolescentes.- Spiderman


     Opciones

 Versión imprimible  Versión imprimible

 Respuestas y referencias a este artículo






Web site powered by PHP-Nuke

All logos and trademarks in this site are property of their respective owner. The comments are property of their posters, all the rest by me

Web site engine code is Copyright © 2003 by PHP-Nuke. All Rights Reserved. PHP-Nuke is Free Software released under the GNU/GPL license.
Página Generada en: 0.235 Segundos