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 Correos: Un párrafo de Malachi Martin sobre la persecución de 1951.- Inocencio

125. Iglesia y Opus Dei
Inocencio :

Querid@s tod@s:

Sobre los interesantes escritos acerca de si hubo o no personas de la Institución involucradas en la persecución a la Obra en 1951, yo siempre he oído que “buscaron un Judas y no lo encontraron,” y nunca he escuchado (ni leído) ni fuera ni dentro la menor alusión a “quinta columna” alguna. Sobre esa cuestión, creo que merece la pena añadir lo que puede leerse en la página 507, Nota 4 al Capítulo 10, del magnífico libro (una historia de la Compañía de Jesús) por Malachi Martin, titulado “The Jesuits. The Society of Jesus and the Betrayal of the Roman Catholic Church,” publicado por Touchstone, una filial de Simon & Schuster, en 1987 en Nueva York. Quizá venga a cuento explicar quien es el autor.

Malachi Martin, jesuita que dejó posteriormente la Orden, estudioso de Sagradas Escrituras y lenguas orientales, fue entre otras cosas secretario particular del Cardenal suizo Augustin Bea, S. J., que fue a su vez un importante consejero de los papas Pío XII, Juan XXIII y Pablo VI. De Malachi Martin ha comentado Ricardo de la Cierva, en uno de sus libros de historia de la Iglesia reciente, que es “probablemente la persona que mejor conoce la historia de la Iglesia en la segunda mitad del siglo XX.” Autor de numerosos y muy esclarecedores libros, fue asesinado en 2000 por un cazatalentos en Nueva York, donde vivía. Posiblemente se quería eliminar a un hombre que denuncia en sus libros varios asesinatos o intentos de asesinato, como por ejemplo el de don Loris Capovila, secretario del papa Juan XXIII, por orden del Arzobispo Achille Silvestrini; el del papa Juan Pablo por orden de la Masonería Internacional, por un grupo de estadounidenses, británicos y franceses, en el que estaba incluido Henry Kissinger (al que Martin llama ahi Ralph Channing, que puede leerse RapHl ChaNNING); el de Juan Pablo I por un patriarca ortodoxo ruso, gracias a un gas venenoso procedente del KGB, al que hace muchos años ha estado vinculada parte de la jerarquía ortodoxa rusa. También advierte de la presencia de masones en altos cargos eclesiásticos, haciendo en uno de sus libros un conseguido perfil del Cardenal Casaroli en ese sentido; y de otros conocidos personajes.

Puede que lo más interesante sea su terrible aviso con una detallada descripción, de la celebración el 29 de junio de 1963 de una ceremonia de entronización del príncipe de las tinieblas en la capilla de san Pablo del Vaticano, en sintonía horaria con una ceremonia satánica en Chicago. Merece la pena leer los libros de Malachi Martin, aunque sólo unos pocos están traducidos al español. En concreto, “El último Papa,” publicado por Planeta; “Las llaves de esta Sangre,” publicado por una editorial mexicana; y quizás alguno más. Es muy sencillo comprar casi todos sus libros en Internet: http://www.amazon.com/.

Si me pusieran en la difícil coyuntura de salvar un libro de los de ese autor de un incendio, como suele decirse a veces de los cuadros de El Prado, el elegido sería “Vatican.” Aunque el personaje merece un texto más largo, y de hecho hay semblanzas en Internet sobre él, paso a copiar, con una traducción del inglés posiblemente “macarrónica,” el párrafo citado antes, sobre la persecución de la Obra en 1951:

“Ya durante la Segunda Guerra Mundial, Pío XII estaba preocupado por las desviaciones doctrinales de algunos jesuitas. Algunos comentaristas fechan la desilusión de Pío con la Compañía a mediados de los años 1940, y en concreto a la amarga oposición mantenida por algunos jesuitas a una nueva institución, los Padres [sic] de la Santa Cruz y Opus Dei, fundada por un sacerdote español, José-María Escrivá y Balaguer. Según se sabe, una ola de calumnias y difamación inundó los pasillos del Vaticano desde España justamente después del final de la Segunda Guerra Mundial, que tenía como objetivo el Opus Dei. Finalmente, un informe escrito llegó a la mesa de trabajo de Pío XII. Sus más cercanos colaboradores oyeron a Pío gritar en alta voz con indignación, una vez que hubo leído el calumnioso escrito: “Chi a mai pensato una tale infamia!” La campaña de denigración cesó casi inmediatamente. Lo que molestaba a Pío, como hizo notar a Augustin Bea, S. J., fue que eran precisamente tales viles calumnias las que los primeros enemigos de la Sociedad [de Jesús] habían usado en el siglo XVI. Que los jesuitas, o algunos jesuitas, usaran precisamente esa táctica soterrada contra otra organización naciente de la Iglesia fue lo que disgustaba a Pío. El Opus Dei, hay que admitirlo, era entonces, y lo es cuarenta años después [en 1987] más que antes el auténtico rival de la Sociedad [de Jesús] en tener el orgullo de estar cerca del corazón del papado.”

Hasta aquí el texto de Malachi Martin. Sobre esa maniobra decía don Álvaro en una tertulia aparecida en Crónica, que estaba (no es literal) "muy bien calculada, era como una daga apuntando al corazón, y sólo faltaba apretar." Sobre la acusación, era en concreto de promiscuidad entre mujeres y varones en la Obra (siento no tener a mano una referencia, pero cuadra con la pretendida separación de las dos Secciones. Aunque lo de echar al Fundador era para aplicar lo de “heriré al pastor y se dispersará el rebaño”). La citada acusación era falsa y muy injusta, ya que, como le oí a un sacerdote mayor de la Obra en 2005: “Nunca ha pasado nada.” Eso, en mi opinión, y sin entrar en cuestiones de la gracia de Dios, honra al Fundador de la Obra, y a sus hijas e hijos. Como también dice mucho a favor de todos ellos el hecho que no se encontrara ningún Judas. Son cosas muy hermosas, y es una pena que algo tan prometedor como la Obra se haya corrompido desde hace muchas décadas por una serie de factores, entre los que destacaría la terquedad para no rectificar y la impaciencia por hacer muchas más cosas de las que se podía razonablemente (y con fe en Dios y sólo en Dios) esperar.

Saludos cordiales,

Inocencio 30 marzo 2006




Publicado el Friday, 31 March 2006



 
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