Hola a todos,

leyendo lo último de Satur, en donde habla entre otras cosas de un numerario que conocía y que hablaba de los tipos de H. de P. que había. Este tipo de persona me ha recordado muchas anécdotas vividas por mí (no pité nunca, aunque yo era el canditato muchas veces, siempre estaba a tiro) en donde he encontrado un tema que se repetía mucho: la crueldad.

Si bien los del opus no se distinguen, me parece, por la pereza o la lujuria, sin embargo la Ira sería el pecado capital -supongo que otros distinguirán la avaricia, o cualquier otro- de esta gente. Paso a contar alguna: un numerario, que ahora es sacerdote de la obra, me contaba entre risas que él, junto con unos amigos, se apostaron en un bar a ver si le volcaban un helado en la cabeza al que pasara por allí. Dicho y hecho, uno de ellos, numerario también, le puso un cucurucho de helado en la cabeza a un chaval que estaba en el bar, y le dijo: "Ahora vete a lavarte al baño" y, contaba este numerario Enrique, ahora Don Enrique, entre risas "¡el tío se fue al baño sin decir nada!". Sin comentarios.

Otra más: llevaba yo trabajando dos años en la Semana de la Cultura Europea, como traductor, y la tercera vez, otro Enrique, organizador de la semana, dijo: "ya sé que te hace falta el dinero -estaba pagándome yo la carrera ¡en Pamplona! trabajando en lo que saliera- pero me he enterado que no vienes al UNIV, así que olvidate".

Una más: un médico supernumerario, que iba en un grupo en el que yo estaba también, de montaña -después murió, años después, en un accidente de monte-, me decía que a los que tuvieran Sida teníamos que encerrarles en campos de concentración para evitar el contagio "como hacen en Cuba" decía. Luego ya son anecdotillas, detalles, poca cosa, pero cuando las ves y oyes te ponen los pelos de punta: reirse de las monjas o de los otros grupos eclesiales por su cutrería, despreciar a lo feos, gordos, los poco inteligentes, a los agregados por parte de la clase de élite, a los pobres,... Me encantaría que el maestro Satur u otro, que ha conocido mejor todo el tinglado, contara sus anécdotas sobre LA CRUELDAD. Por terminar: si hacías un comentario del tipo "qué guapa es esta chica" delante de un numerario, la mirada era heladora y el reproche automático (escribo "qué guapa", y no una bestialidad o groseria, ojo), pero ante estas anécdotas sólo había risas y ningún reproche. Bueno, esto lo he vivido yo en persona.

ARI