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 Correos: Lo esférico en Escrivá.- Satur

070. Costumbres y Praxis
Satur :

LO ESFÉRICO EN ESCRIVÁ

 

Por alusiones de Leonardo a mi escrito sobre el camafeo de ágata aclaro que en ningún momento justifico los excesos del oratorio del fundador de la opus. Lo que hago es una interpretación, que me da igual si es más o menos acertada, de esa manera de ser que lo abarca todo: gustos, gestos, modos de hablar, sentimientos… ¡todo!. Pero eso le pasa a Escrivá, a mi y don Leonardo. Y esa interpretación no “justifica” el pasote, el exceso y el derroche de horterismo que hay en esos oratorios. Del mismo modo que si se analiza las raíces de comportamientos de un carácter violento, o de una sexualidad difícil, o de un personalidad extraña, no se justifican las acciones de esas personas.

 

Quizás lo que le moleste a Leonardo es que la manera en la que escribo del fundador no es agria, ni es una enmienda a la totalidad de su ser… quizás le moleste que diga que, en ocasiones, me da lástima. Qué le vamos a hacer: Graham Green decía que si viéramos el fondo de todo tendríamos compasión hasta de las estrellas. Yo pienso lo mismo. No conozco el fondo de Escrivá, aunque se le intuye, y sí, me da pena… lo mismo me sucede con Martina Tudela, esa peazo de mujer, y conmigo mismo. Me miro por dentro y me doy pena. No es cuento: me miro y digo “machooooo, qué desastre de tío“. Y me va muy bien...



El cura de Ars decía “si uno se viera sin máscara, moriría”. La frasecilla se las trae. ¿Por qué si nos viéramos sin máscara moriríamos?, ¿porque nos veríamos deformes y espantosos?, ¿porque dentro de la máscara sólo encontraríamos vacío?. No lo sé, estamos en profundidades interiores muy difíciles de definir… Pero algo se intuye de lo que quiere decir… y esas máscaras, que en el caso de la opus son de Carnaval de Venecia, a mi me producen sentimientos que están muy lejos del odio, de la amargura o de la acritud. Hay tanto de mito, de conceptos indescifrables en la institución, de dobles lenguajes, de poca nitidez y claridad en sus interpretaciones –basta leer las últimas colaboraciones sobre el catecismo de la obra o sus estatutos , cuando estos tienen que ser claros, sencillos, sinceros y nítidos-  que al final a uno le importa tres puñetas qué es eso del opus dei, o de las virtudes heroicas de su fundador, o de la llamada universal a la santidad entendida la santidad como algo muy reglado, muy elitista y muy confuso.

 

Conviví con un numerario que se tenía por muy listo. Era hombre de sentencias, muy gentleman, algo dandi, y que se escuchaba a sí mismo. Le gustaba, antes de echar unas perlas, levantar el dedo índice en un silencio que anunciaba que pronto se iba a hacer la luz en nuestras torpes inteligencias… después hablaba y simultáneamente movía ese dedo lentamente de adelante atrás –Rajoy mueve los cinco deditos apuñados hacia abajo, como si cogiera miguitas de pan. Una de sus sentencias era la siguiente:

 

“Yo creo que hay tres tipos de hijos de puta. El hijoputa  “per se”, que es aquel que su madre es una santa, pero él es un hijo de puta. El hijoputa “per accidens”, que es aquel que él es un buen chico, pero su madre es prostituta… y el “hijoputa esférico”, que es aquel que, se mire por donde se mire, es un hijo de la gran puta”.

 

Era una boutade, supongo; pues bien, yo no pienso que exista alguien “esférico”, ni siquiera Escrivá. Es muy difícil ser esféricamente malo, o esféricamente soberbio, o esféricamente vanidoso, o esféricamente hijo de la puta.

 

Lo que sí se puede es ser gordo. Tengo un conocido que es gordo y cuando su mujer le dice que no está en forma le contesta: ¿cómo que no estoy en forma?, si soy esférico, y la esfera es una forma, es la forma perfecta… lo que no cuenta el tío es que cuando se tumba en la playa aparecen los del Greenpeace y se empeñan en devolverle al mar.

 

Una de las grandes debilidades de Escrivá fue haber sacrificado la estética a la moral y haber puesto casi exclusivamente el acento en la oposición entre el bien y el mal. Eso le pasó a él y también a generaciones y generaciones de personas cuerpos humanos formados en esa mentalidad. Los que estudiamos en los Jesuitas en los años míos sufrimos también esa manera de ver sólo un Dios Bueno… y se olvidaron de que Dios es también Belleza, Orden, Alegría… A Escrivá lo que no hay que perdonarle no sólo es ese derroche  paleto de nuevo rico que se desquita, sino, y sobretodo, lo feo que es todo aquello, lo hortera, lo barroco, lo recargado. Cuesta creer que todo ese relamido arte, como algunos de sus textos ascéticos que chapotean en la cursilería más chirriante sin pudor ninguno, constituyan menor ultraje a la pureza divina que una blasfemia, o un robo.

 

A Escrivá se le olvidó, o no supo ver, que hay también una oposición, importantísima para la moral, entre lo bello y lo feo. En la moral el gusto y el respeto por la belleza juegan un papel esencial. La gente más noble es aquella que tiene una estética de la vida: el bien es objeto de contemplación, a la vez que de acción. Son hechos que se pueden contemplar. Y el mal lo evitan no por el castigo que pueda atraer sobre ellos, sino porque su fealdad les resulta inaguantable. Por eso los pecados hechos por debilidades afectivas, por pasión, o por amores confundidos se perdonan con tanta facilidad… es desorden, pero algo les hace comprensibles a Ojos que miran con Cariño.

 

Una virtud muy alta aparece siempre radiante de belleza, lo mismo que una obra de arte. Te eleva, te hace querer ser mejor, te impulsa, te conmueve en lo más profundo. No somos mejores porque tengamos cosas muy caras, ni complementos que demuestren mi calidad… eso son las máscaras. Desde esta perspectiva, cuando uno hace cosas buenas no se preocupa de la sanción, se siente atraído por el bien con la misma atracción irresistible que produce una buena pintura, una buena música… ¿quién comparó el amor como una fuerza irresistible como irresistible es la belleza de la música ?.

 

Cuando la moral se mueve entre el bien y el mal uno se mueve de un modo algo vulgar, ordinario y utilitario. Busca hacer el bien para obtener una recompensa, o no llamar la atención, se mimetiza al grupo, a los lugares comunes, a lo que en esos momentos es convencional. Y evita el mal para no sufrir el castigo, o por cobardía, por cansancio… porque para hacer el mal hay que poner empeño.

 

Vistas las cosas así el Evangelio entero es de una belleza conmovedora: todo en él, palabras, imágenes, gestos y tipos humanos se miran con un respeto, una sencillez y una alegría que cautiva. La mirada de Jesús sobre todos y cada uno de los personajes es la mirada del que ve cosas hermosas, gestos hermosos, personas que reaccionan de una manera que se puede contemplar… y también es la mirada que ve cosas feas, gestos feos, personas que hacen cosas feas que no merecen ser contempladas. Curiosamente, estas últimas solían disfrazarse de bondad, de virtud, de honores… y lo que para el común de los mortales  de la época eran personas feas –prostitutas, ladrones, bribones como Zaqueo-, para Él no lo eran tanto. Mientras que los chulitos, los guapos, los listos, los cumplidores de filacterias chulimanguis, a esos, los veía más bien feotes.

 

En fin, así veo el asunto, Leonardo, o así intento verlo –que a uno también le cuesta eso de hacer cosas bellas, y que las feas , por lo menos, parezcan bellas-, y así me gusta ver a la gente. Escrivá incluido.

 

Hombre, sería lo que fuese ése hombre, pero alguna cosa buena y bella tendría. Esférico, lo que se dice esférico, no hay nadie… salvo mi amigo.

 

Y ya que tratamos de la belleza y esas cosas, ¿quién coño encargó esta vidriera en una capilla de una iglesia cualquiera?.¡¡¡Quién fue el peazo de bestia, el cabeza bolo, el notas que la realizó!!!, ¡¡¡¿en qué mundo estamos ?!!!. ¡¡¡Dios mío, si esto pasa en el árbol verde, en el seco ¿qué se hará?!!!

 

 

 

Satur




Publicado el Monday, 27 March 2006



 
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