Querido Dommo,

Siento mucho la situación en la que se encuentra actualmente tu hermano. Espero que mis palabras te ayuden y que no dudes en solicitar mis datos para ponerte en contacto conmigo y poder ofrecerte otras posibles vías de solución a través de otros profesionales de salud mental.

Te escribo como psicóloga pero además también como persona afectada por el dolor de un familiar cercano con un problema de salud mental serio. Puedo entender tu desesperación porque en mi familia también la estamos viviendo, y tu impotencia por no saber qué hacer o a quién recurrir.

En mi opinión, las etiquetas diagnósticas tienen un valor fundamentalmente comunicativo entre los profesionales de la salud mental, es decir, a la hora de derivar un paciente, es una forma de que nos entendamos de por dónde puede estar yendo el estado/problema mental del sujeto. Más allá de esto, el diagnóstico corre el peligro de convertirse en etiqueta y anular, frenar o incapacitar al paciente en su proceso terapéutico. Te agradezco que nos aportes la información que tienes para hacerme una pequeña idea del problema de tu hermano. Yo no me atrevería a darte un diagnóstico o a corroborar el que tú nos traes (el del gabinete, en este caso) sobre tu hermano. Si lo hiciera así, sin más datos y sin conocerle a él no estaría haciendo psicología, sino pseudopsicología, reduciendo a la persona a una mera etiqueta.

Sobre las prácticas del gabinete de Aquilino Polaino y demás sucesores y psiquiatras afines, te diré que desapruebo cualquier tipo de procedimiento terapéutico que desestime una valoración en profundidad de las necesidades y motivaciones del ser humano así que como un tratamiento humanista de la persona-paciente. Para mi, el paciente es el objetivo, no hacer apología de un tratamiento o de una ideología a través de él.

Quedo a tu disposición para cualquier duda o comentario que necesites. Un beso,

Sabela.