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 Correos: FUE EN NAVIDAD.- Satur

040. Después de marcharse
Satur :

FUE EN NAVIDAD

 

Estas navidades tuve la suerte de tener un niño casi recién nacido en mis brazos. En cuarenta y ocho años de vida es la primera vez que tengo una experiencia así. Me impresionó tener esa responsabilidad: no es fácil llevar en tus manos un ser humano que comienza, de una fragilidad que atemoriza al más pintado; parece que con un estornudo le puedes enviar contra la pared. Las mujeres están más entrenadas a coger a la criatura sin miedo porque ya de pequeñitas juegan con muñequitos, les cambian la ropita, les limpian el culete, les dicen cosas cursis como “¡mira que eres lindoooo!, ¡es que te comerííííía!, ¡es que te que te que te!”… luego pasa el tiempo, les das un niño recién nacido y, aunque no hayan sido madres, dominan el asunto. Los hombres, sin embargo, nos ponemos nerviosos y lo cogemos con los brazos temblando, como si nos dieran una pompa de jabón de cuatro kilos doscientos. Los hombres de pequeños jugábamos a espadachines y a indios y vaqueros, y de lo que sabemos cuando vemos a un niño recién nacido es del pedazo de espada que con la que viene armado el chavalín, la pistolita que le asiste, o el pedazo trabuco que posee...



En estas fechas cercanas a la Navidad, pensaba en que ese niño que tenía entre mis brazos se parecería bastante a ese otro Niño. Todos los bebés se parecen. No sé cómo sería Jesús de chaval, de joven o a los treinta años. Nos dicen que si fue así, o asá, pero no conocemos a ciencia cierta sus rasgos, su rostro, sus ojos, su forma de andar o el dibujo de su sonrisa. Nos lo han pintado de mil maneras porque nadie sabe exactamente cómo era. En Roma se suelen ver unas postales en 3D donde Jesús desde la Cruz mueve los ojillos según te muevas, parriba y pabajo, y a veces hasta te guiña el ojo. Muy colegui. En otras postales un Sagrado Corazón te mira y te sigue cuando pasas con cara de penica: “Jesús te mira”.

 

Se cuenta de un ladrón que estaba con su linterna desvalijando una casa en la oscuridad y escucha una voz que le dice “Jesús te mira”. El tío da un respingo y apaga la linterna. Se queda en silencio, escuchando los latidos de su corazón. Vuelve a oír “Jesús te mira”. Aterrorizado enciende la linterna y enfoca hacia donde proviene la voz. ¡Sorpresa!: es un loro. Vuelve a repetirle “Jesús te mira”.

 

-         ¿Cómo te llamas? – le pregunta nuestro hombre.

-         Me llamo Moisés- contesta el loro.

-         ¿Moisés?, ¡pues vaya nombre más raro!. ¿Quién te lo puso?.

-         El mismo que puso “Jesús” al Rotweiller que tienes detrás.

 

De lo que estoy seguro es que el bebé que tenía entre mis brazos sí se parecería a Jesús. Todos los recién nacidos son iguales: feos de cojones Se hace muy difícil pensar, y creer, que un Dios se esconde en una cosa así. Los pastores le reconocieron y le adoraron porque un ángel se lo dijo si no, de qué. Además, así se relata, un coro celestial cantaba – que debió de ser un espectáculo de tralla… Y los Reyes tenían una estrella chulimangui que les guiaba, así cualquiera. Pero si no vas avisado y te enseñan un niño y te dicen “mira, éste es Dios”, lo normal es que te pongas el dedo en la nariz y digas “venga, hombre, ponte aquí que se ve el Moncayo”. Es muy fuerte creer que un Dios se haga Niño, y que se cague, que se mee, que se tire pedicos, que te coja el dedo con sus manitas y diga “gugú”. Que Dios te mire con ojos de pasmarote es muy fuerte; que babee, que necesite el pecho, que una mosca le pasee por las narices y que un buey, a escaso medio metro de Él, levante el rabo y lance feliz un cascada de maravillosa mieeeerda. Es muy fuerte.

 

Miraba al niño que tenía en mis brazos y pensaba en el Otro. ¿A quién se le ocurre, siendo Dios, tomar nuestra naturaleza, querer vivir con un cuerpo que es cómico, ridículo y miserable?. ¿A quién se le ocurre nacer Niño, siendo Dios, y depender de los demás?. Nacer aldeano, como mi cuñado; que no es lo mismo decir “soy de Jerusalem,“ que decir “ soy de Belen”, como no es lo mismo decir “soy de Madrid”, por ejemplo, a “soy de Villanueva de Alarcojón”. Sobretodo para un Dios. Los poderosos te van a encontrar un payaso, los violentos un manso y un don nadie, los religiosos un blasfemo, los ricos un cualquiera y un desdichado, tu familia un loco, los pobres terminarán dejándote solo. Te vas a morir acompañado de tu madre y cuatro mindunguis… ¿A quién se le ocurre?.

 

Vas a compartir un mundo que a nosotros, los que llevamos viviendo siglos y siglos aquí, nos parece demasiadas veces un mundo cruel, egoísta , interesado, mentiroso: un mundo donde el mal campa a sus anchas.

 

Te miro, tan Niño, y me cuesta reconocer un Dios. Me cuesta más que en la Hostia. La Hostia para muchos puede ser un símbolo, una costumbre cultural de su entorno y de su historia. Me resulta más fácil decir “Amén” cuando el sacerdote me muestra la Forma y dice “el Cuerpo de Cristo”, que si me enseñan un Niño y me dicen “el Cuerpo de Dios”. No sé si diría Amén.

 

Miro al niño y hablo con el Otro: Jesús, a veces tengo miedo. Tengo miedo a cómo serán mis días, tengo miedo a ser malo, tengo miedo a morir. A veces mucho miedo. Tengo miedo a no saber querer, a no saber reconocerte. Y me gusta saber que sí, que te has hecho carne como la mía. Me gusta saber que conoces lo que me pasa porque a ti te va a pasar lo mismo. Tú también tendrás miedo, mi Niño, mi Dios.

 

Un día dijiste “y vosotros, ¿quién decís que soy yo?. Pues no tengo ni la más remota idea porque haces cosas que no se acaban de entender, pero te encuentro muy cercano.

 

Me coges el dedo y sonríes con una inocencia que desarma, parece que, si quisieras, me voltearías como una peonza.

 

Los bebés de dos meses no recuerdan nada –al menos yo no he conocido a nadie que diga “me acuerdo cuando yo tenía dos meses que mi abuela me besaba y me pinchaba con el bigote”-, por esa razón me atrevo a besarte y decirte “bienvenido, Jesús, mi Dios: bienvenido”.

 

¡¡¡Feliz Navidad y feliz año a todos, coño!!!

 

 

 

 




Publicado el Wednesday, 28 December 2005



 
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