Querida Emevé:

Abres tu corazón ante nosotros y nos estremeces pese a las múltiples barreras y precauciones que le tendemos comúnmente a la emoción. ¿Cabe mayor prueba de tu capacidad de amar?

Mira, Emevé, tú no fracasaste en tu entrega a Dios. Tu corazón generoso no cupo en el cubo miserable que te tendieron y punto.  Y, en el plano humano, el valor no es mendigar amor o ansiar que te acompañe alguien especial en la vida, sino estar lleno de amor hasta rebosar y confundirte con quien, como tú, rebose. Y eso, amiga Emevé, no nace en una construcción de tu mente, ni se planifica, ni se fuerza. Te arrolla sencillamente. Y, a poco que tengas una rendija como la que nos muestras, te verás inundada en él sin esperarlo.

Los chicos que tú describes existieron en ti -en tu mente-, pero no en ellos. Ellos no pudieron inundarte de amor porque estaban secos.  Amiga, no te minusvalores. No te falta amor. Tú llevas en ti un amor inmenso que no cabe encorsetar sin sufrimiento.

Así que, busca en ti, descubre el tesoro que guardas, derrocha ese Amor (tú me entiendes) sin estrategias, sin nada a cambio, y un día a tu torrente se unirá otro torrente y te descubrirás colmada.  

Un beso muy fuerte,

Kaiser