Querida amiga Boston.

He leido atentamente tu carta. Aunque no a todo el mundo le ocurre, es cierto que en el afán que pone el Opus Dei en forjar y modelar la "vocación", pervierte y en algún caso puede llegar a aniquilar la gran vocación cristiana que todos los católicos tenemos y gracias a la cual un día nos acercamos a ellos.

No me quiero alargar y solamente quiero decirte, amiga Boston, que Dios te ama con locura, que los dones que depositó y que sigue depositando en ti siguen estando y que El siempre te mira con dulzura y cariño. La "temporada" en el Opus Dei fue un escalón en tu vida, en la vida de tanta gente que lee estas páginas, pero que la vida tiene muchos más escalones y que por muy mal que te puedas sentir en algún momento, Dios sigue ayudándote, apoyándote en todo lo que emprendes. Yo también disfruto de mi siesta, de mis bailes, del cine, del teatro, de una cena con los amigos, de las piscinas, de las playas o de un viaje de placer. Y hace años ya que me di cuenta que eso también nos conduce hacia Dios. Y que Dios está en muchos más sitios que en los que nos dijeron esos "poderosos" directores del Opus Dei.

No creo que Dios te de ningún capón, porque Dios, el Dios del Evangelio, siempre está con los brazos abiertos esperándonos. Pero lo difícil es volver a ver a Dios... Volver a ver a ese Jesucristo que nos va explicando el camino hacia su Padre, hacia Nuestro Padre Dios... Yo desde estas humildes líneas sólo te doy mis ánimos, mis oraciones y mi apoyo en la difícil labor de volver a encontrar nuestro sitio en el mundo.

Un saludo.

Luis.