Hay una gran injusticia para con los numerarios, al no tener su regimen de vida una definicion ni espiritual ni religiosa precisa, de ahi surgen tantos abusos.

 

Formalmente intentan vestirse como personas no consagradas, sin embargo no tienen trato con mujeres, tampoco disponen de sus bienes, ni deciden el lugar en el que viven, ni participan en fiestas, ni en espectáculos, ni duermen en casas de amigos, ni etc, etc..

 

Creo que el respeto y la comprension de los demas seria mucho mayor si los numerarios reconocieran publicamente su vida de servicio a la causa del evangelio, ya que por esa dedicacion nadie los critica, sino por lo confuso de su modo de vida, pretendiendo vender lo que no son y comportandose como religiosos en ocasiones (respecto al dinero, el tiempo, etc.).

 

Como no pueden reconocer su regimen de vida consagrado, con la participacion comun de los bienes, su formacion para el sacerdocio como seminaristas, su poca disponibilidad de tiempo, etc, la vida de los numerarios y numerarias es una tortura, porque a los ojos de todos son personas consagradas, menos a concepto de su propio entender.

 

De ahi los abusos que ocurren de parte de algunos directores y lo poco que logran entender la sociedad a los numerarios. Son vistos de una manera distinta por los demas a la que ellos mismos se ven y deberian incorporarse como religiosos, ya que de hecho viven muchas normas comunes como los monjes.

 

Creo que su pertenencia formal externa a una institucion religiosa de enseñanza seria lo mas conveniente para que estas personas sepan lo que son y se comporten de modo coherente y no de un modo esquizofrenico como la institución les indica en una ambiguedad total y nociva para sus personas.

 

Atte.

Doli