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 Tus escritos: Como en la inquisición (Cap. 10 de '34 años sin vocación').- Nacho Fernández

100. Aspectos sociológicos
nachof :

COMO EN LA INQUISICIÓN

 

Cap. 10 de "34 años sin vocación"

Enviado por Nacho Fernández, 7-Nov-2005

 

 

   En años pasados, se derrumbó una casa en un pueblo de Extremadura, que había sido construida a finales del siglo XV y comienzos del XVI. Siendo un edificio antiguo, la noticia hubiera tenido una importancia relativa si no fuera porque, al  caerse los muros, se descubrió que estaban ocultos entre sus paredes unos libros antiguos, entre los que figuraba una versión desconocida de “El Lazarillo de Tormes”, una de las obras cumbres de la literatura universal. Los volúmenes habían sido depositados allí, huyendo de la Inquisición que por aquel entonces era una de las fuerzas que gobernaban en España...



   Este hecho de que un libro fuera ocultado entre unas paredes me recuerda mucho a lo sucedido con un amigo mío del centro llamado “Recoletos 5", amigo también ex, que en los años sesenta del siglo XX vivió unos hechos parecidos, pero no con la Inquisición, sino con otra  institución  del siglo XX y de ahora que utiliza unos métodos muy parecidos a los que acabo de describir. Podréis imaginaros que estoy hablando del Opus Dei.

 

   La época del gobierno del general Franco se distinguió por una hostilidad abierta a otra religión que no fuera la católica. Recuerdo haber asistido, en los principios de los años sesenta del siglo XX a una audiencia pública en un tribunal en el que se juzgaba a un pastor protestante, por el hecho de tener un lugar en los que los de sus creencias practicaban la religión propia. La atmósfera que entonces se respiraba en España era de credo oficial y los demás no tenían derecho a la vida ni a practicar sus creencias.

 

   Mi amigo ex, del que no doy el nombre, tenía un padre de religión  protestante. En su casa abundaban las versiones de la Biblia. Eso no fue obstáculo para que, con el tiempo, él abrazara el catolicismo y, más adelante, se hiciera oblato (hoy llamados agregados) del Opus Dei, gracias a que vivía en una zona próxima al colegio Tajamar, obra corporativa, que entonces se dedicaba principalmente a la formación llamada profesional, aunque también disponía de estudios primarios y de secundaria. El fue uno de sus alumnos y, como pasó con la mayor parte de los primeros de Tajamar, andando el tiempo no perseveró casi ninguno. 

 

   Como entonces la mayoría de lo oblatos del Opus Dei eran obreros o gente humilde, un día, antes de comenzar el curso 1966-1967,  los directores de la Obra dispusieron que todos los  que teníamos este tipo de entrega y cursábamos estudios universitarios nos concentráramos en el centro llamado “Recoletos, 5”, que estaba encima de un restaurante de comida marroquí, cuyo olor de guisos llegaba habitualmente hasta nosotros. Nos concentramos unos 80 oblatos universitarios. Solo quedaron unos pocos en los centros llamados Tajamar, Gurtubay y colegio mayor Moncloa. Los que hasta entonces iban por allí que no eran universitarios fueron trasladados a un centro que se abrió en la Glorieta de Cuatro Caminos número 4, escalera cuatro.

 

   El primer sacerdote que atendió a esos ochenta oblatos con el tiempo no perseveró. Tenía unas ideas abiertas que chocaban en el Opus Dei. Pues bien, aconsejó a mi amigo leer el Corán como manera de conocer y amar más, por contraposición, el catolicismo. Mi amigo escribió una carta al fundador, el Santo Marqués de Peralta, en la que le expresaba su alegría ante los hallazgos de tipo espiritual que estaba haciendo. Los directores de la Obra, que leen habitualmente la mayor parte de la correspondencia de sus miembros, les faltó tiempo para advertir gravemente al citado sacerdote que no podía hacer esas recomendaciones. Mi amigo ni se enteró de lo que había pasado.

 

   No se si por esa o por otras razones, el sacerdote que nos atendía a los ochenta oblatos u agregados fue cambiado de centro. Le sucedió otro numerario que se distinguía y se distingue por sus charlas filosóficas que nadie entiende, no solo en los estudios internos sino en las meditaciones. Es uno de esos casos a los que me refería hace poco y que me hacían exclamar una y otra vez: “Vaya rollo”. El nuevo sacerdote sigue hoy perseverando.

 

   Supongo que los directores de la Obra sabían la procedencia religiosa de mi amigo. Un día, el nuevo sacerdote le invitó a llevar al centro todos los libros que tenía en su vivienda familiar. Pasado el tiempo no le devolvió ni uno solo de los libros que le había dejado. Un caso igual al de la Inquisición que en el siglo XVI y siguientes quemaba libros y ahora el Opus Dei los pasa por la guillotina o por la caldera de la calefacción, si es que la tiene de carbón. Menos mal que el antiguo oblato decidió reservarse dos libros bíblicos que hoy guarda como unos trofeos muy queridos.

 

   ¿Cuántos buenos libros desaparecieron a causa de la Inquisición? ¿Cuántos libros que leen la mayoría de los ciudadanos no leen los del Opus Dei, que se dicen en medio del mundo? Anteriormente recordé que el fundador  había establecido su “índice” particular, para que sus seguidores no estuvieran en contacto con literatura que ellos prohibían. Así pasa lo que pasa, que son pocos los del Opus Dei que leen un libro al año.

 

   A la hora de los libros, existen muchos miedos en el Opus Dei. No se fían de nadie. Y eso que dicen que se santifican “en medio del mundo”. Tampoco van al cine. De nuevo están poniendo las condiciones “para santificarse en medio del mundo”. Y si van a salir con los amigos por la noche, no pueden ir a tomar unas copas con ellos. Dicen que son contemplativos. A veces se parecen a los monjes y a las monjas de clausura, que se apartan del mundo.

 

   En el Opus Dei se producen casos patológicos entre personas que teóricamente se santifican con su profesión y que poseen estudios universitarios de grado superior. Uno de ellos es el de un agregado que trabaja en un hospital de Madrid que presume de no haber leído nunca un libro. Perdón, nunca no ha leído un libro. Sí hace la lectura espiritual con el que le recomiendan en la Obra. Es un caso de casi analfabeto universitario, por mucho que tenga un título superior.

 

NACHO FERNÁNDEZ

 

 

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Publicado el Monday, 07 November 2005



 
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