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 Correos: La Obra, campos de concentración, Avila y Satur.- Salvador

090. Espiritualidad y ascética
salvador :

Cuando en el chat le hice el comentario a Amapola que Avila menciona en su escrito de 26-10-05), pensaba más o menos en los efectos que aquella  expuso, posteriormente, en su correo de 2-2-05.

Sí, hay una aplicación metafórica - ya que los efectos psicológicos, existenciales son comunes- entre el paso por la Obra y  los campos de concentración nazi al menos, y ojo al parche!, para algunos tipos de personalidad -en la que me incluyo-. Pero no para otras.

Lo interesante es no sólo analizar " de qué iba"  el "campo" (el enfoque de Avila es acertado) sino también qué fue lo vivido y, sobretodo, la reacción posterior. En mi correo de 15-10-03 hacía referencia a todo ello citando la experiencia de Frankl.

No es sencillo desembarazarse del paradigma mental que describe Avila.

El existencialismo (especialmente el positivo y abierto a la trascendencia  de Gabriel Marcel, Karl Jaspers, Viktor Frankl y, aquí incluyo a Martin Buber) es tremendamente útil para esa substitución porque fue la respuesta que se dió ante lo que hay de "común", como dice Avila, en esa constelación de autoritarismos, totalitarismos, integrismos, fundamentalismos (en el que la Obra fue solo una modalización)  que fueron el alma de lo que causó y se vivió en la primera y segunda guerra mundial.

¿Qué era lo que había de "común"? Políticas de poder en favor de una "Idea principal"  en el que las personas eran tratadas como objetos. Y que se puede simbolizar en aquella contestación de un mariscal francés, en la primera guerra mundial, despues de perder una colina estratégica frente a los alemanes, ante la objección que lanzar un contrataque era sacrificar a miles de soldados: "la tropa es reemplazable, la colina no").

En el campo religioso la mejor respuesta es volver a la esencia del cristianismo, aquello que lo hace más diferenciador, la caridad.

Instalados en un nuevo paradigma, y , por tanto, en una una nueva "verdad" lo interesante es no invertir las posiciones; riesgo en el que se puede caer si  la defensa se practica de determinada manera y que confundió el  pensar de Nietzsche que manifestaba que la defensa  de la verdad, es también voluntad de dominio. Desde luego, para los integrismos y fundamentalismos sí lo es. Pero otras defensas también pueden serlo. 

Frente a la lucidísima e inmejorable síntesis que hace Cooper (24-10-05) de cómo se manifiesta ese espíritu "común" (la existencia de la Idea principal que habla Avila) -"intransigencia, ceguera y pre-animadversión" (delante del otro o de lo otro diferente)- y que también deviene opción política,  baste la defensa tranquila, no la crítica atacante.

Satur relata magistralmente (24-10-05), usando casi las mismas palabras que Avila cuando habla del "Ideal Primero", la otra cara de la moneda de la quintaesencia de esa constelación de ismos, y que pocas veces se ha mencionado en la web: el vacío, la nada.

La máscara hierática, fría, inmóvil del vacío  tiene un efecto hipnótico fascinante, pero con consecuencias dramáticas, porque la nada no tiene capacidad de respuesta (es decir, no es responsa-bilidad) y, desde luego, no da, ninguna  respuesta al hombre concreto, de carne y hueso (a excepción claro que éste mismo, en vez de tratarse como un sujeto, lo haga como objeto o instrumento). Y llamar y ser llamado, responder  y ser respondido  es lo único que precisa el ser humano.

Así es como leo el espléndido y dramático -con su profundísima tristeza- relato de Satur de 24-10-05. También como la narración existencial  de lo que escribe  Avila.

Frente a la nada, al vacío, a la intransigencia, ceguera y pre-animadversión, no hay combate posible; es más, es mejor no combatir a no ser que se haga  a la manera gandhiana, que es posiblemente la fórmula cristiana actualizada.

Un abrazo

Salvador




Publicado el Friday, 28 October 2005



 
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