Salvador  me cita dentro de otra cita de Fan –y eso no está bien. Además en la cita de Fan, que a su vez me cita a mi como “maestro Satur”, él hace una interpretación de mis palabras, pero es una interpretación, la suya. Salvador, nos mete a los dos en el mismo saco, cuando yo no he escrito nada de si se puede ser católico e independentista, de si hay independentistas en la opus o de si las banderas de Colonia se balancean cuando pasas por el puente, morena sí.

Así que, por alusiones, concreto mi correo.

Yo no hablaba de política, Salvador. No he votado jamás nunca. Ni lo haré. La cosa política me importa una higa. Y me parece fenomenal que haya gente que quiera independizarse, o que no quiera independizarse. ¡¡¡Es que me la bufa!!!... 

Me encanta ver el afán catequístico que tienes y que me endilgues tres artículos del Estatut (de Cataluña). Eso dice mucho bueno de ti. Y que sinceramente creas que “es más, la mayoría de responsables, militantes y votantes de los partidos que apoyan el gobierno sí desean una presencia espiritual en la sociedad.”: es La Tierra Media de los hobits. Un mundo seráfico de hombres buenos que fuman en pipa y viven en armonía de amor y paz. A mi me cuesta creerlo, Salvador, pero si tú lo dices… me he repasado la páginas wels de los partidos que apoyan al gobierno en Catalunya y, la verdad, para mi el promover directamente el aborto libre y la eutanasia y afirmar que desean una presencia espiritual en la sociedad no me acaba de convencer. A otro perro con ese hueso. Ya no te digo los tintes intervencionistas de algunas de sus propuestas, muy lejanas a las que el IESE enseña, profesa, divulga… y cobra . Porque cobrar, cobra.

Y ya sé que partidos de derechas legislan en el mismo sentido: por eso no voto. Me parecen todos la tropa de Pancho Villa.

Lo que no te acepto es que saques la vena victimista y escribas eso de “en general, las reacciones que ha habido contra el estatuto se deben a una opción anticatalana, visceralmente anticatalana”.

He vivido más de 20 años en tu tierra, País, Nación, Estado, Región, Comunidad, Troç o como quieras llamarlo. He sido muy feliz allí, y he hecho grandes amigos, algunos independentistas, otros dependentistas, y nos hemos llevado fenomenal. He cantado al Mol Horinable en bastantes ocasiones, en castellano y en catalán, desde Clavelitos hasta una traducción que hizo un iluminado para que Jordi Pujol viera que los de la Opus  cantábamos en la lengua de Jaume el Conqueridor –el problema es que la mayoría éramos charnegos y nos salió bastante chunga. El texto original decía “reina mía, reina mía, cascabel de plata y oro a ti te canto mujeeeeer”. Y traducida al catalán quedó en “Reina meva, reina meva, picarol de argent y d`or a ti et dedico el meu cant”. Pujol –ese gran hombre– nos miraba con el interés de un logopeda que tuviera delante el caso de su vida.

Aprendí a decir “allavorens”, “dalló mes bo”, “tinc que fe bondad”, “donam un petó”, “¡collons!”, “aleshores”, “osti, tú”, “quina mandra”, “em sembla molt greu”, “que te la pasigui un pollastre” y “a pren pol cul”.

Comí butifarra amb mongetes, y fuet, y canelons, y pa amb tomaquet, y butifarra blanca y negra. Del cava lo sé todo. Le he dado estacazos al caga tió, y he cantado “qui le darem al nen, ¿o era noi?, de la mare…”, “al vinticinc de desembre, fum. Fum, fum”. He ido de romería casi cada año a Montserrat, a pregar a la Moreneta, a la Mare de Deu. Intenté hacer un castellet en una convivencia y casi descerebramos al que se pone arriba del todo con la manica levantada. He cantado a Raimon, a María del Mar Bonet, a Lluis Llach, a Ovidi Montllor, a Pi de la Serra y a José Guardiola. Me he enfrentado en decenas de UNIVS contra los fachas madrileños de loden y gominolo patrás, o los pijorras sevillanos de igual diseño, aunque tiraban más de austriacas azules acolchadas, que nos silbaban en las largas esperas en el restaurante Il Delfino… y no sigo.

Osigui que a callar, Salvador. Que Catalunya es bastante más que una jaula bonita, que también hay pájaros de todos los colores y de todas las especies. Se la puede querer de muchas maneras.

Lo que no entiendo, y sigo sin entender, es que el banquero del que hablaba –le conozco muy bien – es un señor que un día refiriéndose a un numerario periodista que vivía en el centro en el que yo era el director, y que le caneaba desde su periódico cada semana, me comentó : ¿ qué hace un rojo de numerario en el  opus dei?

-         ¿Rojo?...¿de dónde te sacas tú que es rojo?

-         Pues de lo que escribe y de las barbas que lleva.

Salvador, ¿de verdad crees que ese hombre apoya el estatut por convicciones ideológicas o políticas?.  ¿Un tío que habla de rojos y de barbas ?.¡¡¡Ese tío tiene a su derecha la pared!!!

 ¿Y de verdad crees que el obispo Pujol, o el director del IESE, o esa gente de la alta burguesía bien pensante, y con un estilo de vida algo porcino, apoyan el estatut por motivos ideológicos?. Yo creo que no. Esas familias, y esas instituciones han salido siempre en la foto del poder, con Franco, con Suárez, con González, con Tarradellas, con Pujol… y si mañana manda un clon de Hitler, con el clon de Hitler. Siempre ha sido así. Cualquier día a Javier Echevarría le nombran hijo adoptivo de Barcelona, como en su día Porcioles a san Josemaría… porque, así lo veo yo, están en la pomada, a la que salta, pisando moqueta. Ahora lo que toca es esto. No están por el martirio, ni por ser héroes de lo suyo.

Yo no hablé de política para nada. Traté de cómo algunos cuantos de la opus están en ese asunto por interés , por miedo a perder posiciones, y por no quedarse fuera de la manteca . Que están en las antípodas del espíritu de esas leyes .Y estoy con Itaca (“por favor, no hablemos de política”) –  muy entrañable y buenísimo el homenaje a su madre-, en lo de que se puede ser independentista y católico, y de derechas e independentista, como tu abuelo el terciario franciscano, y hasta monárquico e independentista catalán… pero de verdad, sin cuentos, sin maquillajes, sin peloteos babosos ni chalaneos de mercadillo.

En realidad, lo que hice fue aconsejar a DBB que escribiera a esa gente y les pusiera delante de Dios el día del Juicio, como hizo con Agustina, para que su conciencia se removiera viendo cuántos y cuántas  iban a perderse por culpa de unas leyes que ellos apoyan e impulsan y, sin embargo, no creen en ellas, ni en su bondad, ni en su criterio moral, ni en ná de ná. Es más: están acojonados, y así lo hacen saber en otros círculos. Eso es lo que denuncio: la mentira.

Por otro lado, no vaya a ser que pienses que sí, no creo que millones de personas se vayan al infierno por culpa de un estatut, aunque sea catalán….

Osigui, Salvador, ¡¡¡que estimo Catalunyaaaaa!!! (envío afoto para que veas que no es visceral)