A propósito de la polémica sobre el proyecto de Estatuto (de Cataluña) quisiera comentar que el sábado 8 de octubre leí en el periódico El Mundo  dos noticias complementarias sobre el mismo. Por un lado la hegemonía absoluta del idioma catalán en la enseñanza, en la sección de opinión, y por otro, en la sección de España, las reflexiones de los obispos catalanes sobre aspectos relacionados con la lengua, cultura y economía.

Me sorprende que los señores obispos no hayan reparado en la marginación y proscripción en que queda la lengua castellana o española que, además de ser el idioma que se habla en Madrid, da la casualidad es la propia  materna y familiar de alrededor del 50% de la población de Cataluña o sea la mitad de sus feligreses. Al margen de finas consideraciones jurídicas y ciñéndonos a aspectos éticos y de caridad cristiana   ¿no han reparado los señores obispos la situación de indefensión en que queda esa masa de población, con poca influencia sociopolítica, a la que se le somete a un genocidio cultural ya que se le priva de recibir le enseñanza en su lengua ?.    Lengua que no es ni minoritaria ni extraña sino que precisamente es cooficial junto al catalán como señala la Constitución. Los mismos argumentos pedagógicos que en la década de los setenta se usaron para introducir el catalán en la escuela (la relación entre aprendizaje y lengua materna) debieran de servir ahora para evitar la proscripción del castellano. ¿Cómo debemos interpretar el que los miembros de la Conferencia Episcopal Tarraconense no hayan reparado en esa falta de caridad y justicia al emitir sus reflexiones sobre el proyecto de Estatuto?. 

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