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 Tus escritos: Atrévete a saber VI: Armémonos de sentido común 2.- Idiota

140. Sobre esta web
idiota :

Querid@s amig@s:

En la anterior entrega de esta serie (02.09.05), empecé a hablar del significado y del alcance de las críticas al Opus Dei. Vimos que en personas y en instituciones siempre hay aspectos criticables y que, en el caso de estas últimas, puede ser conveniente e incluso necesario realizar las críticas en público. Quedaron, sin embargo, abiertas las siguientes cuestiones: ¿Hasta qué punto se guía la crítica por los principios de la justicia y de la caridad? ¿Cómo evitar que degenere en murmuración (>"Conversación en perjuicio de un ausente", DRAEL)?

Voy a intentar dar una respuesta al hilo de la teología moral presentada en el Catecismo de la Iglesia Católica (versión internet) y teniendo en cuenta los puntos que expresa Santi en su página (nueva versión del 08.09.05) Nuestra común premisa es la siguiente:

"El hombre busca naturalmente la verdad. Está obligado a honrarla y atestiguarla: ‘Todos los hombres, conforme a su dignidad, por ser personas..., se ven impulsados, por su misma naturaleza, a buscar la verdad y, además, tienen la obligación moral de hacerlo, sobre todo con respecto a la verdad religiosa. Están obligados también a adherirse a la verdad una vez que la han conocido y a ordenar toda su vida según sus exigencias’ (DH 2)." (2467)...



El "perjuicio de un ausente" a que hace referencia el término "murmuración" se podría definir concretamente como falta de respeto a la reputación o buena fama del otro, lo que constituiría una falta a la justicia y a la caridad con que merece ser tratado:

"El respeto de la reputación de las personas prohíbe toda actitud y toda palabra susceptibles de causarles un daño injusto (cf ⇒ CIC can. 220). Se hace culpable:
– de juicio temerario el que, incluso tácitamente, admite como verdadero, sin tener para ello fundamento suficiente, un defecto moral en el prójimo;
– de maledicencia el que, sin razón objetivamente válida, manifiesta los defectos y las faltas de otros a personas que los ignoran;
– de calumnia el que, mediante palabras contrarias a la verdad, daña la reputación de otros y da ocasión a juicios falsos respecto a ellos.
" (2477)

Por tanto, éstos son los escollos que toda persona tiene que evitar al hablar de personas e instituciones, los que ha de evitar OpusLibros, los que ha de evitar Santi y los que he de evitar yo. ¿Cómo se hace? Santi tiene tres ideas madre:

"Las intenciones no se pueden juzgar: si queremos "analizar las críticas" hay que respetar el sentido común: la presunción de inocencia, el derecho a la propia fama, y el que no existen culpabilidades colectivas. La primera regla "de cajón" señala que lo que hay que probar es la culpabilidad, y no la inocencia; la segunda es en cierto modo una consecuencia, que lleva a no dar por "medio condenada" a una persona sobre la que se difunden críticas; y la tercera a no olvidar que las acciones son responsabilidad de sujetos individuales, y no de colectividades."

Voy a intentar conjugar ambas citas. Empiezo por la del Catecismo, que se refiere al "derecho a la buena fama" y a la "presunción de inocencia" exigidas por Santi: "no dar por ‘medio condenada’ a una persona sobre la que se difunden críticas".

Curiosamente, hay que descartar la posibilidad de que en OpusLibros se viertan calumnias contra el Opus Dei o sus miembros. Por un lado, una crítica (análisis/interpretación > juicio) no puede ser calumniosa porque no puede ser ni verdad ni mentira; sólo puede ser justa o injusta. Por otro lado, los testimonios no parecen ser calumniosos, ya que, por lo que he podido comprobar, no hay contribuciones que desmientan concretamente los testimonios de otras personas (y si los hubiera, tampoco sería mala señal). De hecho, en un detalle tan nimio como el del uso de motocicletas en centros de la Obra, que, según mi experiencia no se da (26.06.05), fui rápidamente corregido (Mafalda, 01.07.05). Finalmente, como mostré en entregas anteriores, a los testimonios de OpusLibros no les falta credibilidad, es decir, "autoridad intelectual y moral". Es más, el mismo Santi, admite la credibilidad y la posible veracidad de los testimonios de OpusLibros cuando dice:

"La mención de la verdad, en otro contexto, la acompañaría de un discurso acerca de si es posible encontrar la verdad, concluyendo que quien afirma lo contrario está afirmando una verdad, y por tanto se contradice. Me parece que aquí no hace falta, porque los responsables de la web de Agustina parecen creer que lo que escriben es cierto. El recurso a la lógica me parece necesario porque es el instrumento natural de conocimiento y, por tanto, algo que tengo en común con cualquier interlocutor: en este sentido, por mucho que la web no permita saber demasiado sobre las fuentes, nunca habrá una "anonimidad" total. Mi interlocutor será siempre una persona, un animal racional, y por tanto, lo que yo comprenda, puede comprenderlo ella, y viceversa."

Tampoco parece haber maledicencia en OpusLibros. Una vez más, las críticas no se pueden considerar maledicencia por los mismos motivos expresados antes: no pueden ser ni verdad ni mentira; sólo pueden ser justas o injustas. En cuanto a los testimonios, aunque todos se refieren al contexto de la vida en el Opus Dei y afectan a la institución, en pocos o ningún caso (exceptuando alguno de los "libros silenciados" editados), se "manifiesta los defectos y las faltas de otros a personas que los ignoran". Por poner un ejemplo, hasta en el caso de "Macario", uno de los personajes más famosos de la Prelatura, Satur tiene la delicadeza de ocultar su verdadero nombre (Retablo de curiosidades, capítulo 13).

Así pues, nos queda únicamente la posibilidad de que en OpusLibros se esté dañando la reputación y buena fama de la institución "Opus Dei" (no la de sus miembros, como queda dicho) bajo la forma de juicio temerario. En efecto, parece que "incluso tácitamente, [se] admite como verdadero, sin tener para ello fundamento suficiente, un defecto moral en el prójimo", un prójimo, que, en este caso, sería una institución. En este caso, sucede al revés que antes. Como el “admitir un defecto moral en el prójimo” sería el resultado injusto de un análisis e interpretación malintencionados de las experiencias propias y ajenas, resulta que los testimonios en tanto tales, como sólo pueden ser verdaderos o falsos y no justos o injustos, no se pueden considerar juicios temerarios. Sólo las críticas pueden ser justas o injustas y constituir juicios temerarios.

Ahora podríamos hacer una finta lógica y decir que es imposible hacer juicios temerarios sobre una institución, ya que, como dice Santi, "no existen culpabilidades colectivas". Sería un gol en propia puerta, ya que, manteniendo esa premisa, se podría acusar a los que escriben en OpusLibros de realizar juicios temerarios sobre todos y cada uno de los miembros del Opus Dei, que serían los realmente afectados por los juicios temerarios. Esto es absurdo y, además no corresponde a la realidad.

La realidad es muy otra. En OpusLibros no hay un juicio único sobre el Opus Dei. Se pueden dar dos posiciones fundamentales con variantes para todos los gustos (ver Quemarse, 26.01.05):

1. La visión "ponderada" (por llamarla de alguna manera): El Opus Dei es bueno en su espíritu y en sus prácticas fundamentales; su aplicación por medio de criterios variables y por actuaciones personales puede estar equivocada:

"En mi renovada formulación, concluyo que existe una alternativa al dilema “institución buena/personas malas vs institución mala/personas buenas”. Ahora diría “espíritu bueno/institución en necesidad de reforma/personas de todo tipo.”" (José Carlos, 27.03.05)

2. La visión "negativa" (por llamarla de alguna manera): El Opus Dei es perverso en buena parte de sus aspectos; no es de extrañar, por tanto, que también las personas que lo componen realicen actos malos y se corrompan interiormente.

Versión blanda: "Veo con meridiana claridad que la obra como institución es mala, y creo que lo ha sido siempre, pero salvo a las personas, a muchas personas que son víctimas y verdugos a un tiempo porque son incapaces de ver aún. Al fundador, no le quiero ni le debo juzgar aunque cada vez más lo siento como un pobre hombre. El sabrá que le movió a actuar como lo hizo."

Versión dura: "El opus, sus directores, actúan con muy poco escrúpulo, no respetan ningún tipo de ley que los demás sí respetamos -ni las humanas, están por encima, ni las divinas, Dios habla por su boca- y si necesitan mentirte en toda tu cara lo hacen tan tranquilos, el bien de la institución prevalece SIEMPRE sobre la persona, o sea, al revés del evangelio. Creo que eso de "recristianizar" de arriba abajo la sociedad es otro mito, no se lo creen ni ellos. Quiero decir que con que hubiera respeto por el otro la civilización avanzaría bastante.

No puedo admitir que en un lugar donde la manipulación y la ocultación de la verdad son norma institucional haya lugar para la virtud moral. Creo que pensar otra cosa es "chuparse el dedo", hay cosas muy vergonzosas dentro de la obra, tú también lo sabes. Y hay gente que ha llegado al suicidio, además de que hay gente que se la han quitado de en medio. Así que unas virtudes que te mareas...
"

Como he dejado muy clara mi posición al respecto (Reformas, 28.03.05; Separación, 25.02.05), me limito a poner aquí unos cuantos juicios de otras personas que, de un modo u otro, parten de la buena intención de los miembros e incluso de la institución, sin que sea fácil alinearlos con las posiciones fundamentales descritas:

"De esta forma, posiblemente con muy buena intención, fue imponiéndose un sistema de fomento de las mejores prácticas consistente en institucionalizar lo que había funcionado en un sitio y "prohibir" lo que no había funcionado." (Fede, 19.02.2004)

"Es interesante darse cuenta de esto [el abandono de la vocación como única clave interpretativa de las dimisiones] porque explica la fuerte presión que se pone sobre las almas. Y, además, se hace con buena intención. Eso indica como realmente es el aspecto institucional el que prevalece sobre la búsqueda del bien de las almas. Explica también que esa presión sobre la conciencia puede venir de personas (directores) amigas porque piensan que hacen lo mejor para la persona, pero el mismo tiempo están incapacitadas para escuchar a la persona que duda." (Dúo Dinámico, 01.03.2004)

"Gracias por darme una lección súper aclaradora cuando más lo necesitaba. Soy de los que por muchos años entregué todo lo que era y tenía a la Obra, pero que, como tantos otros sucumbí ante el pecado social de una institución que ingenuamente y quizás con buena intención, hizo suya "la pretensión de hacer buenos a los demás" sin entender que esto llevaría a muchas personas a la desgracia y al deterioro psíquico." (Tlin, 24.01.05)

En efecto, como dice Santi, "las intenciones no se pueden juzgar" porque nadie, aparte de Dios, puede conocerlas perfectamente y tiene autoridad para dar un juicio definitivo. El Catecismo nos da la siguiente recomendación para evitar los juicios temerarios:

"Para evitar el juicio temerario, cada uno debe interpretar, en cuanto sea posible, en un sentido favorable los pensamientos, palabras y acciones de su prójimo: "Todo buen cristiano ha de ser más pronto a salvar la proposición del prójimo, que a condenarla; y si no la puede salvar, inquirirá cómo la entiende, y si mal la entiende, corríjale con amor; y si no basta, busque todos los medios convenientes para que, bien entendiéndola, se salve (S. Ignacio de Loyola, ex. spir. 22)." (2478)

Como se puede observar, los unos parten de la idea de que las intenciones de personas e institución son buenas, por tanto, a éstos no podemos acusarles de juicio temerario; mientras que los otros parecen partir de la idea contraria (con matices muy distintos) y, en este caso, como también "salvamos la intención" de quienes piensan así, no queremos acusarles de juicio temerario.

Concluyo con un resultado que asombrará a más de uno: En OpusLibros se hace un verdadero esfuerzo por llegar a un juicio sereno y objetivo sobre la realidad de la Obra, a pesar de los pesares... de los innumerables pesares que ha tenido que sufrir buena parte de los que escriben. Es difícil saber hasta qué punto este esfuerzo consigue su objetivo; pero igualmente difícil me resulta ver temeridad en los juicios críticos acerca de la Obra. Y, ¿por qué no confesarlo abiertamente? Éste es el motivo por el que me gusta OpusLibros, por el que me engancho y por el que colaboro. Si las cosas no fueran así en su mayor parte, no lo haría.

Una última cita, un poco más antigua:

"Quede constancia de que con estas letras no pretendo poner en entredicho la buena intención de nadie, ni, por supuesto, juzgar la conducta del protagonista de estos episodios, el fundador de la Obra. Si ya acabé hasta más arriba del gorro del continuado juicio a que diariamente se vieron sometidos todos mis actos durante mi paso por la Obra, no puedo pretender aplicar el mismo rasero. O todos moros, o todos cristianos, que diría aquél. " (F. M. T., El doble lenguaje en el Opus Dei, 02.2003)

Ha quedado, sin embargo, una cuestión abierta: la de las culpabilidades colectivas, que será objeto de una nueva entrega.

Con un abrazo para tod@s

Idiota

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Publicado el Wednesday, 14 September 2005



 
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